domingo, 16 de enero de 2011

arañas y soledades

una vez me prometí a mí misma que sólo escribiría aquí cuando me sintiera bien, pues no es mi objetivo que las pocas (¿2?) personas que leen este compendio de vida se amarguen al leerme, pero...
No puedo evitar escribir al sentirme tan vacía, tan sola en este mundo de estudios y de poca esperanza, de amistad enfadada y de amor sin respuestas...
Alguien (ella) cuando yo era pequeña me dijo más de una vez aquello de las arañas:
-Mary, tienes que ser como una araña, que tiene ocho patas, ocho pilares, y si se le rompe alguno, tiene siete más para no caer.
Aún hoy, con 19 años no he aprendido a hacerlo. No. Tengo pilares tan débiles que se desmoronan cada vez que yo me tambaleo. En mi vida, en mi mente, en mi corazón hay unas cuantas personas especiales (no más de... ¿10?), pero todas esas personas especiales se zafan de mí cuando menos lo espero. No les culpo, por supuesto. Si ellos son tan especiales para mí son porque ellos lo merecen y porque realmente, aunque sólo sea para mí, son especiales. Si yo fuese igual de especial que ellos (que vosotros) tendría todos esos pilares. Porque vosotros sabéis que si os caéis, aunque esté pasando todo esto ahora, me tendréis ahí.
Pero yo sistemáticamente me voy cayendo como si no supiera caminar, como si no supiese ya vivir alegremente, sin niebla en mi mente, y, también sistemáticamente caigo y levanto sola.
Debo también reconocer que aquello de la araña siempre me pareció un poco egoísta, rodearme de "amigos" sólo para no estar sola en un mal momento. Sí, es verdad. Me parecía egoísta con 13 años y me lo sigue pareciendo ahora, aunque vea también que tiene razón. No sé qué vale más, si mi ética o mi bienestar, pero supongo que ese es otro tema.
Ha pasado tanta gente por mi vida... gente que ha pasado desapercibida y gente que recordaré toda la vida, aunque sea tan sólo por unos ojos, por un gesto, por una caricia, por una palabra... en fin...
¿cómo era aquello? La justiciera, la romántica, la alegre...
qué pena, ¿no? Quizá no, quizá sea mejor que caiga ya de las nubes y me dé cuenta de que no es oro todo lo que reluce, aunque lo sienta profundamente.