lunes, 31 de octubre de 2011

Intentémoslo una vez más.

Un día te levantas y resulta que quieres olvidarlo todo de un plumazo. Ese mismo día aparece algo que te recuerda cada ápice de dolor, cada momento de desfallecimiento, cada milímetro de su piel, y sucumbes. Habláis, recordáis, maldecís, os miráis, os veis... y quizá os enamoráis. Ese día, el día que decides olvidarlo todo de un plumazo, resulta que lo has recordado todo más que nunca. Que no has parado de llorar durante unas cuantas horas, como antes, que has sonreído al ver su sonrisa, como antes, que le has mandado un beso, como antes, que le has adorado, como antes, que has pensado en sus besos, como antes... que casi te mueres por él, como antes.
Pero, llorando, bajas de la nube y piensas que no hay nada más ingenuo que intentar borrar todo el daño, sabiendo que aún te duele. Y vuelves a querer olvidarlo todo de un plumazo, pero hoy, el día que querías olvidarlo todo de un plumazo has vuelto a abrir mínimamente aquella puerta que cerraste de un golpe, y ahora ya no sabes escapar. Ahora vuelves a sentirte culpable, a sentir que las has pifiado, a decidir que quieres empezar a olvidar (otra vez). Hoy, sientes que no lo has hecho bien, ni cerrando la puerta ni volviéndola a abrir... Y te sientes culpable; por su dolor, y por el tuyo.
Viene a tu cabeza palabras del hermano de placa, aquello de ser más egoísta, y piensas que durante todo este tiempo lo has intentado, y no había ido tan mal, hasta que te has dado cuenta que no hacías más que evitar el problema; y lo has enfrentado. Y te has venido abajo...
Pero, siempre... "es mejor perderse que nunca embarcar"

Lo intenta, lo intento... y la vida te espera, me espera. Por separado, pero nos espera.

sábado, 22 de octubre de 2011

Una pincelada, una nota, un suspiro, una sonrisa, una mirada, un acorde, un verso, un beso, una caricia, un juego, un mordisco, una llama, un sueño, un pensamiento, un deseo, un abrazo, un orgasmo, un gesto, una palabra, un susurro, una carta, un e-mail, un paisaje, un encuentro, unos ojos, unas fotos...
un amor.

Love is a losing game (A. Winehouse).

viernes, 21 de octubre de 2011

Amores platónicos

Nunca supe muy bien si eso de los amores platónicos se llamaba así por nuestro querido Platón. Sí, probablemente sí, platónico en el sentido del "mundo de las ideas", en el sentido en que, aunque Platón promulgara que es posible llegar a ellas, realmente no están aquí, a nuestro inmediato alcance.
Siempre fui una niña muy enamoradiza platónicamente; profesores y profesoras magníficos, compañeros, amigos... Todos (o muchos de ellos) eran idealizados por la paranoica mente de Marie, y todos eran amados, si bien no en sentido convencional, sí en el sentido platónicamente posible.
Y, si realmente un amor platónico es un amor utópico, irreal, imposible, ¿qué se hace cuando se vuelve real, o cuando se cree que puede ser así? ¿Se cambia el nombre y listo? Mas aún, ¿se borra el "platónico" y se deja el "amor"?
Es cierto que si un amor deja de ser platónico pierde un poco de emoción, del sentimiento primigenio que con él había nacido, pero ¿se acaba el amor por el hecho de acabarse el platónico?
No soy consciente de si esto es algo propio o general, pero cuando un amor es platónico tiendo a idealizarlo, a ponerlo a otro nivel, a ponerlo siempre por encima de mí (Ultranivelado), y quizá cuando oyes a uno de los amores platónicos más importantes de tu vida decir que está de ti, ese nivel baja notablemente.
Qué tontería, cuando deberías sentirte feliz porque uno de los primeros amores platónicos de tu vida deja de ser platónico, te pones a pensar estas cosas. Pero no! No deja de ser especial por ello, no deja de ser precioso, guapísimo y por encima de mí, pero ahora... Ahora simplemente puedo llamarlo amor platónico cumplido, como si de un sueño se tratase.
Y... ¿qué hay más especial que un sueño cumplido?


¡Sonríe!

Él dormía y ella acariciaba la inexistente línea que ella misma creaba. su piel resplandecía, ella se enamoraba a cada minuto y él se estremecía en sueños. Un beso en el hueco de su mandíbula, y vuelve a estremecerse. Acaricia su nuca, su pelo, sus orejas y su nariz, y poco a poco se despierta.
-Buenos días.
Sonríe. Desde ayer (desde aquel magnífico momento en el que su virilidad explotó), cada vez que la miraba se le escapaba aquella tímida sonrisa. Todos se habían dado cuenta, incluso ella. Los demás habían reído de verlos tan contentos y felices, y, a ella, tan ruborizada y risueña. Pero esta mañana él despierta, sonríe... y, sin dejar de sonreír, muestra su tristeza. Muestra su tristeza con una mueca de sus labios, con un resplandor en sus ojos, con un beso húmedo, y con una de esas caricias suaves que ella ya echa de menos. Está feliz. Sólo quería un beso y lo ha tenido, acompañado de caricias, susurros, tequieros, abrazos, mordiscos, suspiros y más besos. La vida es bella, le repite una y otra vez aquél loco personaje de Crackòvia... Y hoy, él está de acuerdo...
Pero hoy, cuando está feliz, cuando ha sido capaz de beber la esencia de ella, ha podido mirarla a los ojos para decirle que la ama, ha recibido caricias y mimos durante toda una noche.. hoy, cuando va a estallar de felicidad, tiene que marchar.

domingo, 16 de octubre de 2011

7 años.

Habían pasado siete años desde que te vi por última vez. Estamos en Inca esta noche. No me lo podía creer. Habíamos hablado muchas veces de que ibas a venir, de que nos íbamos a volver a ver algún día, pero realmente nunca lo creí, quizá... A las 18.55h salgo de mi casa, temblorosa, nerviosa, histérica (mi primer apellido) por verte, por no saber cómo reaccionar, por no ver en tu cara todo lo que tenía que ver. Te veo llegar de lejos con tu hermana, rubios los dos. Pero no te estoy mirando. No soy capaz de hacerlo. Miro a tu hermana, sonrío, pletórica. Le doy dos besos, y, por fin.... Te miro.
¡Hola! Siento cómo tus azules ojos se clavan en mí, y nos saludamos. Vamos a tomar algo y, a partir de ahí... Un loop sin sentido, pero realmente maravilloso se abre ante nosotros. Nos miramos, sonreímos, nos ruborizamos y volvemos a sonreír. A nuestro alrededor ríen, susurran sobre nosotros que "estamos hechos el uno para el otro", y yo no lo veo, y tú me lo explicas. Usas tres idiomas para explicarme lo que sientes por mí, y yo me enamoro de tus ojos, de tus palabras... de tu mano en el cuello, de tus nervios, de tu verdad... de mi imaginación y de mi amor platónico. Amor platónico. 12 años. Era un niño. Y yo una niña... y te adoraba.

Y vuelves ahora, besándome, acariciándome con una terrible ternura, diciéndome que no puedes estar sin mí, pero sin haber estado nunca. Y es triste, maravilloso e incierto, pero verdad. Porque hay más tiempo, pero el espacio no es compartido. Porque tenemos toda la vida por delante, pero es tan triste que la distancia haga su trabajo... Soy realista, dices, y te molestas. Pero qué más da, querido Rubio que yo sea realista o no lo sea?
"Lo que será, será... y lo que será, será para siempre".


Te voy a echar de menos, porque me acostumbré a ti, porque añoraba tus ojos y porque no sabía que fueras tan mío, porque te cuesta sonreír, pero a mi lado lo haces siempre, porque me das la mano intentando ayudarme cuando en realidad el que necesita ayuda eres tú. Porque has superado tantas cosas que parece increíble que sepas amar tanto. Porque sigues siendo tú, aquel niño al que yo defendía de Mari1, aquel que se fue sin decir nada (ahora entiendo por qué), el que venía a casa a jugar a la play1 y el que me hacía enfadar si se cortaba el pelo.... Tú. El mío... pero no sabía que estabas ahí.
Gracias, Nevado.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Abril 2011.

Y aquél poeta que, mientras poseía sexualmente a su pareja, mientras era acariciado, pensaba en el modo en que podría ser expresado, tan personal como fascinantemente, en un papel, para recordarlo siempre.

10.04.2011

Acaricio tu pelo y siento tus latidos, y tus escalofríos espasmódicos. Me pides que te acaricie la espalda, y lo hago, sintiendo como tu piel se eriza sobre la mía. Después de resoplar un par de veces, me dices que ha llegado mi momento, y me subes la camiseta para acariciarme esa leve curva que lleva desde mi cuello hasta el final de mi columna vertebral. Me acaricias suavemente con la yema de los dedos y me pides permiso para desabrocharme el sujetador. Lo haces. Te digo que tengas cuidado, pues me conozco y mi sexualidad está muy cerca de esa zona. Medio jugando, medio atraído posas tus labios sobre mi espalda, y tu mano derecha acaricia mis costillas por debajo de mi ropa. Te dije que parases, pero no me hiciste caso, y yo me dejé llevar. Noté tu cálido aliento en mi oído y me giré, con tu mano aún rodeándome la espalda, en mi cintura. Me besaste. Y fue el primero de muchos. Nos besábamos como si no hubiese mañana y yo, ahora poseída por el deseo, acariciaba tu espalda furtivamente, mientras tú buscabas un hueco entre mis piernas. Aún vestidos, me acariciabas todas las partes de mi cuerpo que yo te dejaba acariciar, y, poco a poco, me ibas erizando la piel, a la vez que ibas acercándote más y más a mi sexo. Introdujiste tu mano en mi pantalón, vibrante, y buscaste hasta que encontraste mis gemidos, mis temblores placenteros y mis “Manu…”. Tu boca rodaba por todo mi cuerpo y me desnudaste. Me subiste un poco más en el sillón de tu coche y empezaste a lamer mi sexo como si te fuese la vida en ello. Introducías tus dedos en mi vagina, que los recibía placentera, mientras yo, dubitativa, escandalizada, no paraba de sentir orgasmos y de emitir sonidos rítmicos que parecían desconcertarte, pero seguías. Te desnudaste completamente y me abriste las piernas. Te pregunté si tenías preservativos y agachaste la cabeza en señal de derrota. “Joder…”, “te lo dije”. Me pides que no te deje así y, cuando pienso que vas a parar de torturarme tan placenteramente, para que yo “no te deje así, haga algo”, te introduces totalmente dentro de mí, mientras te digo que pares, y tú, dándome cada vez más fuerte y haciéndome gritar, me dices: “¿de verdad quieres que pare?”. Y ni siquiera sé contestar… Sigo sintiendo tanto placer y te araño la espalda mientras te muerdo el brazo. Sales.

Te veo respirar tan agitadamente que me recuerdas a un animal. Siento que respiro como tú, me besas. Separas tus labios de los míos y te vas a tu asiento, y, muriéndote de calor, empiezas a buscar tu ropa.

-oye, esto a nadie, eh!

-lo mismo te digo.





domingo, 9 de octubre de 2011

La tortuga Titina y sus colorines.


Había una vez una tortuga llamada Titina. Titina era muy pequeñita y vivía con sus papás; Tita y Tito. Un día, al levantarse para ir al cole de las tortugas, Titina se dio cuenta que sus papás eran verdes, y ella, en cambio, era de colorines. Cuando Titina preguntó a su madre Tita que por qué ella era diferente, la mamá Tortuga no supo contestarle, se puso seria y le cambió de tema; entonces Titina se preocupó.
De camino al cole Titina se iba fijando en las demás tortugas; todas eran verdes, y, las que no lo eran, eran toda de un color, no de varios como ella. Pero Titina pensó que a lo mejor las tortugas pequeñitas son de colores y, cuando crecen, se vuelven verdes, entonces dejó de preocuparse y pensó que cuando llegara al cole, se fijaría en las demás tortugas pequeñas, a ver si eran como ella. Durante el resto del camino hacia la escuela, Titina sólo pensaba en sus amigas las tortugas del cole, pero no recordaba de qué color tenían el caparazón, pues nunca se había fijado lo suficiente.
Cuando llegó por fin a clase, Titina se puso muy triste, pues estaba viendo que todas sus compañeras eran también verdes y uniformes... Se preocupó y no sabía qué pensar, e intentó preguntarle a su profesora, la señorita Tortu Gota.
-Señorita Tortu Gota, por qué yo soy de colores y las demás tortuguitas son verdes?
-Estás preocupada por eso, Titina?
-Un poco, porque soy la única...
-Esa es la clave, Titina... Mira, ves cuántas tortugas hay en la clase?
-Sí.
-Ves que todas son verdes, verdad?
-Sí, menos yo.
-Exacto. Cuando tú te pones entre ellas, destacas... lo entiendes, verdad?
-Sí...
-Por lo tanto... Eres la tortuga más especial de esta escuela, no crees?
-Yo?
-Claro! Eres la única que tiene el caparazón de colores! y, además, tus compañeras lo saben, y , en lugar de verlo como algo negativo, como tú, lo aceptan como algo especial en ti.. como algo que forma parte de ti.
-Anda..! Pero... Pero... Entonces... mi mamá, por qué se ha puesto seria cuando le he preguntado, señorita Tortu Gota?
- Es fácil, Titina, es simplemente porque nuestra sociedad aún tiene que aprender a valorar a las personas diferentes, a las personas especiales, pero estamos en proceso. Yo te prometo que algún día no sólo tus amigas te verán igual a ellas, a pesar de tu caparazón, sino que todas las tortugas del mundo te verán así. E incluso habrá tortugas que envidien tus tonalidades diferentes!! Eres una tortuga especial, lo entiendes, Titina?
-Vaya... Entonces, señorita, no tengo por qué estar triste, verdad?-Sonrió Titina.
-Jajaja, Titina, Claro que no... Todo lo contrario!!

A la vuelta de clase, Titina marchó contenta hacia su casa, y, cuando vio a su mamá Tita, sonrió;
-Mamá, ya sé por qué tengo el caparazón de colores; porque soy una tortuga especial!! La más especial de todas las de mi clase!
Tina sonrió pensando que efectivamente, era una de las tortugas más especiales del mundo.




Las diferencias te hacen especial, te hacen salir del rebaño. No las busques, vienen de serie contigo.

martes, 4 de octubre de 2011

Ultranivelado, su cadera y la resurrección de Ella.

Ella creía recordar haber hablado de "resurrección" propia en alguna ocasión, refiriéndose a resurrección en distintos sentidos; en el de las tortugas errantes, en el de volver a sonreír y, últimamente, en el de volver a desear (aquello de la cadera). Hoy (y además con el dueño de la cadera), se había vuelto a sentir resucitada. Había visto la cadera de nuevo, y no sólo la cadera. De repente su compañero Ultranivelado bajó, dejándole ver parte de su espalda y se agachó, dejándole así ver nuevamente su cadera, su forma de caminar, y su espalda. Además, él pensó que lo había hecho muy descaradamente, y así se lo declaró a ella. Ella, que lo había hecho todo inconscientemente, se dio cuenta de que Ultranivelado tenía razón, y se volvió a ruborizar. Desnivelado reía, y ella resucitaba nuevamente. Su espalda, su cadera y su sonrisa la habían devuelto hoy a la vida sexual. Una vida sexual que no existía físicamente (pero recordemos aquello de qué tendrá que ver el físico con el sexo? que tanto gustó a Filobi). No había existido un ápice de sexualidad propiamente física, pero en su mente... En su mente había existido todo, incluso lo que realmente jamás podría existir (claro que ella pensaba que nada podría existir realmente, se conformaba [y se conforma] con lo que es capaz de imaginar). Había estado pensando durante mucha parte del día en todo esto de la resurrección sexual, y llegaba a conclusiones tales como que, si ahora su pensamiento había resucitado de tal manera, quizá su cuerpo no tardaría mucho en hacerlo (El sexo es psicología?). Sonrió al pensar que a Filobi le había contado sus traumas sexuales, y ésto le llevó a Cejas, que se había portado con ella maravillosamente genial, aún sin merecerlo, quizá.
Si hoy he vuelto a desear a alguien, he vuelto a desear sexualmente a una persona, quizá mi sexualidad no había muerto totalmente... qué leches, no había muerto, sólo la habían enterrado. Bueno, el caso es que había que desenterrarla, y tal vez a empujones no se podía hacer, y por eso hasta ahora ha sido tan difícil, pero... pero hoy ha despertado ella sola; un par de movimientos, una cadera y.. voilà! Sigo siendo una "persona sexual" (aquello de las etiquetas)... Quizá sea el principio de la resurrección total!!
Estaba feliz; llevaba meses forzando la resurrección (quizá no sea un buen término para denominarla, pero ella lo hizo así) y hoy, en un día normal, cotidiano, rutinario casi, había sentido dentro de sí aquella llama. Llama que tan sólo tenía que ver con ella, pues Ultranivelado ni siquiera sabía que era el detonante para que apareciese. Llama que, una vez más, no era más que producto de su imaginación... Bueno, y de sus sentidos, esta vez, pues realmente Ultranivelado estaba allí, presente físicamente, mostrando sus encantos sin siquiera saber que lo hace, y sin siquiera saber que los tiene, probablemente.

domingo, 2 de octubre de 2011

Los raperos no son más que personas.

No hace mucho tiempo publiqué una entrada que constaba de un link y de una frase que decía algo así como los raperos no son más que poetas. El link era de un vídeo de un rapero recitando poesía en un certamen poético en Barcelona. Sin embargo, la frase se refería a todos los raperos en general. No estoy escribiendo esto para retractarme de aquella entrada, pero creo que hay que matizarla. Rap es poesía. Supongo que todo depende de qué definición de poesía queramos coger, pero en el sentido más metafórico y bonito, rap es poesía. Rap es poesía porque es expresión de sentimientos, de emociones y, por qué no, también de críticas y de hechos sociales. Rap es poesía porque es empatía; es identificarse con el que canta, es saber que es real y tener los pelos de punta sin, tal vez, haber pasado por la misma situación alguna vez. Rap es poesía porque es metáfora escrita y gráfica a la vez; porque es capaz de enseñarnos figuras retóricas orales. Sí, rap es poesía. Además, los raperos son poetas. Hoy no voy a ser tan generalizadora y voy a hablar de un rapero en concreto. Sí, evidentemente para todos los que me conocéis y me seguís en redes sociales, la persona de la que voy a hablar es El Chojin. No sé cómo le gusta que le llamen (hay que tener en cuenta que, por muy idealizado que yo lo tenga, sigue siendo una persona), pero a mí me gusta llamarlo poeta. Chojin es un chaval que nació a mediados de los setenta y, que sigue un camino un tanto ramificado; discos, libros, conciertos, talleres para la educación, certámenes de poesía, blog crítico en internet... hasta un espacio en las noticias. Chojin es ese tipo de artistas que usualmente llamamos "comprometidos con la sociedad"; no, es algo más que eso. Chojin hace de su vida un compromiso. Escribe, canta, y trabaja para ello. Chojin es la definición humana de responsabilidad, compromiso, literatura, rap, crítica social y, por qué no decirlo, ternura. No quiero más que expresar mi gratitud a tan fascinante personaje (es una persona, pero yo tan sólo conozco al personaje, lo siento); mi gratitud porque cada milímetro que voy conociendo de su arte me fascina más. Gratitud porque es una de las personas más especiales que tenemos en el panorama cultural y musical de este país, y gratitud por ser, antes que un artista, un ser humano.
Esto no es más que una necesidad cubierta; necesitaba escribir sobre ti porque era ya una emoción que me desbordaba... Lo único que me queda por decir es que ojalá hubiese más artistas como él... y que siga así por mucho tiempo.
Gracias, poeta.