martes, 19 de marzo de 2019

Pollitos y osos panda

Partimos un martes soleado, desde la isla bonita, la isla de la energía, la hipnotizante. Esa que de repente decide que te quedas, y de repente también que ¿te vas?

Oso panda, dime por dónde andas... 

Un personaje literario, de los clásicos, hecho realidad, traído al mundo de los humanos, nos recibe con un autobús repleto de ilusiones, sonrisas y palabras ucranianas incomprensibles, llenas de rabia.

Llegamos a destino, un lugar blanco, inmaculado, frío y cálido a la vez. Nos recibe de noche, con la luna más creciente del mundo, el gato de Alicia nos sonríe siempre desde la inmensidad. Somos 50. O cincuenta millones, energía y pereza a partes iguales. 

Tanta energía desbordada, rotos los espejos de la adolescencia, recuperadas las sonrisas tras los sustos. Profesoras que no duermen, que duermen juntas, que tienen colchones inaguantables. Chicos que mienten o no sobre cómo el demonio, a su hora, vino a visitarles. 

La nieve también nos recibe, dura, fría, para algunos difícil, se presenta burlona pero desafiante; nos gusta, nos ilusiona, también nos da tanto miedo... Una profe que canta, y bromea en una cinta transportadora de personas. Una chica dulce y refrescante que le graba, la publica, se ríe, straciatella. 

Sam, que renace de entre las nieves cual Bigfoot. Ella pequeñita, sonriente pero crítica, brusca en alguna ocasión. Nos lleva a través de la montaña, deslizándonos, cayéndonos, levantándonos y conociéndonos [un poquito más]. 

Y de repente... Boom. Lo perdemos de vista. Vomitamos las ganas, los placeres y las esperanzas. No vemos el blanco frente a nosotros porque blancos estamos. Nos quedamos a dormir, con revistas, manzanas y alcalinos dados con amor por la profe de los pequeños pollos. Sonrisa eterna, cuidando cuál perfecta mariposa, delicada, atenta y de colores perfectamente conjuntados. 
Pequeños pollitos enfermos que reclaman atención y agradecen cariño. Descansad este día de hoy, lo merecéis y necesitáis. 

¡Vámonos! Todos con nuestro material, ese que nos ayuda a aprender estos días. Comemos, todos porque un director afirma y supera la norma. Pero... no todos quieren participar de los blancos picos hoy. Están... ¿Cansados? ¿Temerosos? ¿Perezosos? ¿Orgullosos? Tal vez ni ellos saben. Allí se quedan, charlando sin peligro. Comemos juntos, entre quejas y alabanzas. Y volvemos a deslizarnos, algunos dentro de sí mismos, cayendo sin querer en las ansias de vivir. La ansiedad que lo lleva a sus límites. Sólo hace un día o dos. Sale como un campeón, intentándolo siempre todavía. 

A la tarde convertimos lo sólido en agua, y navegamos de nuevo juntos por un circuito maravilloso, mágico en cuanto ineludible, que nos transporta del interior al exterior, que nos muestra el cielo azul, también estrellado. Pieles mojadas, cuerpos relajados y mentes juguetonas, como siempre y como nunca. 

Risas por la noche con García Lorca, nuestra querida y más auténtica manera de contar historias. La risa de la chica del colorete, las historias de cuando la profe de lengua era ¿más, según el profe de historia? niña. El sueño inminente de las chicas tumbadas... Cansadas de reír. Algunas sobre los muebles, contando sus propias miradas. Personas entrañablemente curiosas, que quieren y no se lo permiten, no son capaces de conocer su miedo, pero a la noche se ríen de ellas mismas, se imitan y se reconocen; mamááá. 
No sobra nadie. Chocolate en la habitación 202. 

Duermo. Ella, siempre sueño ligero, siempre presente. Ellos, ¿quién sabe? Sólo lo saben ellos. 

Más nieve, más dolor de gemelos, de rodillas, de espinillas... de suspiros de cansancio. Oso panda que sigue danzando por entre vosotros. por vuestras mentes, vuestros dedos y, en alguna ocasión, vuestra voz. 

Y más tarde... El rock and roll disfrazado de reggae se apodera de nosotros. Grandes Rayos que entran primero, emocionados por lo esperado. Grandes, muy grandes compañeros que se lo permiten, se lo regalan. ¿Saltamos, intentamos, backflip, extremo, bmx, rampas, risas? M. nos tira, nosotros la tiramos, la volvemos a tirar y, si es capaz de levantarse, lo hacemos de nuevo. Más risas. Gomas del pelo que vuelan, móviles que se escapan corriendo, algunos que nos hacen pasar pánico. Todo bien, 360 y de nuevo nuestro personaje literario, bélico, nos lleva hasta el descanso de la noche. 

Una cámara azul, ojos azules de cielo que experimenta  con nosotros, patina a nuestro alrededor sólo para amarnos a su manera. Historiador de las montañas y los mares, amador de las sensibilidades. 

Por último, de nuevo el frío, el material devuelto, tres monedas cada uno para sofocar el calor nervioso de un compañero que podría haber sido yo, o tú. Disgusto general, perdemos algo de tiempo y no podremos ver la luna en su esplendor. No pasa nada, las super heroínas se ponen la capa y lo consiguen. Y... Empieza el baile. 

Bailamos, nos miramos, sonreímos, os grabáis -¡pesadxs!- y nos queremos un poquito más cada vez, entre canciones odiosas y amadas, refrescos y mojitos sin alcohol, San Francisco, corazón. 

Entre sirenas de coral ibicenco llegamos al aeropuerto, al de Ibiza, algunos llorando, otros riendo. Las mariposas mojadas en lágrimas, emprenderán su vuelo en breve.



Gracias, Ibiza.