martes, 20 de junio de 2017

Día a día (noche a noche)

Desde detrás de la barra hay noches increíbles. 
La de hoy, por ejemplo.
Cerré el bar cerca de las tres de la mañana. Cuando digo cerré, en este sentido, quiero decir que les pedí "amablemente" a los últimos clientes que abandonaran la sala, que me disponía a cerrar. 
Ante la barra, algunos personajes de cuento, de mi cuento más cercano, los de siempre, que me miraban con carita de pena  y de admiración, de cariño. También algunos (cuatro, para concretar) a los que había visto por primera vez, y atendido, y servido. 
Una chica, y tres chicos. 
La chica llegó hacía ya algunas horas. Se había presentado como alguien claro y me había pedido un gin tonic sin hielos. Sin hielo. Nada. Sólo Gin, sólo Tonic. 
Le serví y me contó que le había dejado su novio, entre risas y frases incongruentes. En mi intento continuo de alegrar la vida a los demás -gracias, Agrado-, abracé a aquella mujer típica, tópica, borracha y llorosa, y le dije que ánimo, que él se lo perdía, que poco a poco se daría cuenta de que no todo acababa allí. 
Ella bebió y habló  por teléfono, con personas diferentes, contándole su dolorosa ruptura, y lloró amargamente sobre la mesa. 
Finalmente tuve que dejarla recostada en la pared, tras su negativa a llamar a un taxi que la llevase a casa, tras su negativa a que le ayudásemos. La última vez que la vi estaba dormida, sentada apoyada en la pared, roncando. Espero que mañana todo esté bien. 
Cuando salí del bar, ahí estaba ella. Y ellos. 
Compañeros de otros bares cercanos. Algunos son personas que trabajan tras una barra, mezclando alegrías y tristezas en cocteleras de alcohol, otros que llevan bandejas llenas de sueños, algunos cocinan nubes para deleite de clientes y amigos. Algún otro, hace cine y literatura con perritos bajo el brazo, Lolas queridas que me aman hasta la saciedad. También tenemos un Grande, conde, duque, rey, que poesía escribe a todos los que ama, en algún momento ama. Desde las bocacalles más pescaderas de Palma, llegan dos grandes personajes. Argentinos y gallegos a partes iguales, nunca separados, a veces solos. Sonrisas y risas, cine y también admiraciones. 

Y Estrella pasea libre por una plaza siempre llena de risas, de humo, de verdes y rojas, de gente que comparte. Y yo, siempre, cada día, cada noche. El de la moto al revés, Estrella, los del camión de la basura, algún que otro taxi, todos vosotros. La bohemia.