domingo, 18 de noviembre de 2012

La llum

Dóna'm llum. Il·lustra'm.Il·lumina'm. Vull que ho facis. No ho sabia, però ho vull.
Crec que ets capaç de fer-m'ho sense cap tipus de problemes. Fes-ho. Per favor. Llum. La llum no es pot definir. La utilitzam com a instrument, però tal vegada és molt més que això. Tal vegada la necessitam, de veres. Tal vegada som també llum. Llums. Aviam, no hem de reduïr tot això a supervivència. 
Entenc que el significat de la teva llum pot ser diferent del de la llum, de la resta de llums. Tampoc és qüestió de classificar llums, però és que... És que la teva llum és molt especial. 
Se t'escapa sempre pels ulls, fent de les pestanyes barreres de gàbia; la llum s'escapa per les encletxes, pels petits espais que a vegades hi ha entre pestanya i pestanya. el teu iris, a més, irràdia una llum diferent, però també llum. És una llum més obscura, que avalua cada papallona i cada ala, cada voluta, cada petita voluptuositat. 
Vol escapat també per cada esquerda dels teus llavis, que a vegades somriuen i deixen pas a una llum encegadora; més llum! 
Pels caps dels dits. No sé molt bé per on surt, però surt. Passeja per les teves mans -darrerament tacades de negre, imagin-lumíniques, lluminoses. Aquí la llum visual es barreja amb la llum tàctil, i ser tocat, acaronat per aquesta llum de les teves mans és, simplement, increïble, impossible. És realitat, però no ho sembla. És una experiència. Enriqueix. Dóna llum, il·lustra, il·umina. 
A vegades, amb cada passa que dones, acaronant el terra, deixes petjades d'una llum blanca que s'esvaix al poc temps, esperant que tornis a trepitjar, a poc a poc, a uns centímetres davant d'ella. I tal vegada triguin una miqueta més, però el temps desapareix amb elles. Camines sobre aquesta llum que tu mateix produeixes.  
Camines llum. Rius, vius llum. La teva veu, el teu to... Llum. Llum quan xiuxiueges, llum quan debats, presentes... Quan estimes, quan respires, lenta o ràpidament, quan sospires... Quan acabes. Llum. Tu. Tu. Llum. 

Dóna'm llum. Il·lustra'm.Il·lumina'm. Vull que ho facis. No ho sabia, però ho vull. 

domingo, 11 de noviembre de 2012

Y te volví a soñar

No sé dónde estoy. Están aquí conmigo muchos de mis amigos. Estamos celebrando una fiesta, no sé ni por qué ni dónde, sólo sé que estamos aquí. De repente se abre la puerta y apareces tú. Supongo que yo ya estaba sonriendo, pero al verte, se me iluminó la cara -al menos eso me dijo Arró-. Te sonreí desde donde estaba y tú me devolviste la sonrisa, esta vez ya revestida de tu propia manera -tan infantil- de sonreír. Alguien debió dar cuerda a mi corazón, porque sentí cómo se aceleraba a medida que te acercabas a mí. No sé si me saludaste o directamente te instalaste en mi mente. Arró reía. Ella no entendía a veces cómo era capaz de enamorarme, de apasionarme por gente tan distinta entre sí. Alguna vez me había dicho que lo único que había en común entre toda esa gente (incluida ella) era yo. Tal vez tenía razón. Si en aquella fiesta miraba a mi alrededor, todos sonreían, no sé muy bien por qué, sin tener gustos comunes, actividades cercanas o incluso estilos parecidos. ¿Qué más daba? Todos y cada uno de ellos podían ser especiales. Cuando Arró me dijo aquello pensé que quizá la fiesta era mía. No lo sabía.
El tiempo se me hizo patente cuando desperté después de haber estado media eternidad perdida en aquella sonrisa. Volví a mirarte y creí haberte dicho algo, pero no sé si tú me oíste. En realidad era lo de menos. Habíamos hablado ya durante mucho tiempo, y aunque ahora parecía que la relación había cambiado de tercio, esto podría ser importante por mucho tiempo. No sé qué música sonaba, pero yo bailaba. Noro estaba a veces detrás de mí, bailando conmigo como algunas veces; le miraba la cara sonriente, mientras yo también sonreía. Paré de bailar para ir contigo. Te tenía cerca, pero sentía que no lo suficiente. Ella seguía riéndose de mi manera de hacer la vida. Quizá sí es algo cómica... Pero a mí me trae más felicidad que cualquier otra forma. Te miré, y tú parecías mucho más tímido de lo que me habías parecido antes, ¡y eso que siempre te había pensado tímido! Estabas sentado en alguna silla en algún lugar de la fiesta, con algo en la mano, supuse que un vaso. Me senté a tu lado y te acaricié la mano. No te oía. Sonreí, porque me volviste a encantar. Alguien tan grande, tan robusto, tan heavy -por llamarlo de alguna manera-, y tan tierno a la vez. Acabé perdida, como siempre, en aquel mar de manos adultas y de sonrisas infantiles. Me miraste a los ojos, pensé si seguirías viéndolos grises; reí. A veces pensaba que sólo los veías grises porque tu subconsciente no quería compararme con ella. Quizá es así, pero qué más da. 

Algo debimos hablar, pero no sé si no lo recuerdo o yo ya no estaba allí. Me cogiste de la mano y me sentaste sobre tus piernas. La vergüenza empapaba mis gestos, tú lo sabías y te encantaba. Poco después de haberme tranquilizado lo suficiente como para poder volver a mirarte a los ojos, me besaste. Mientras lo hacías, recordé que me encantaban tus besos, enloquecí de recuerdos y de sueños. Por un instante, sentí desvelar un secreto, amante de los latidos de tu corazón. Y es que cada vez los sentía más en mi cuerpo, más vibrante, más real, más vivo, más vivaz (Hume).  En algún momento tú debiste entrar en el juego de mi locura, porque de repente -tú y tus de repente- soltaste mi mano para coger mi cintura y mi nuca. Yo me sentí extraña, pero encantada. Encantada, de cuento; encantada, de magia. Te abracé, creo. Creo también que oí aquella frase tuya que me has robado (qué mona). Bajé de ti. Tus ojos se clavaron de nuevo en mi espalda. Me ruborizo cada vez que lo hacen, y lo hacen cada vez que pueden. Fui a coger agua, no sé si porque el encantamiento me mareaba un poco o porque tenía mucho calor... Quizá por las dos cosas. Viniste tras de mí. Ya en la barra -¿dónde leches estamos?- te volviste a acercar, esta vez por detrás de mi figura, y me cogiste la cintura. Uy, qué mareo y qué calor tengo. Me giraste hacia ti nuevamente, y no supe mirarte sin que me embriagase tu ternura. Del cielo debió caer alguna estrella en ese preciso momento. Volvimos a besarnos y a mí se me cayó el agua; necesitaba esa mano para tocarte. Me cogiste con tu mano el alma, y me condujiste suave, pero decidido -como siempre- a algún lugar. 


Pulsa mis latidos, arma del silencio, roza mi cariño, siente lo que siento. 
Borra mi memoria, bebe mi ternura, ámame despacio hasta la locura.
Luis Pastor. 

viernes, 2 de noviembre de 2012

Ángel sin alas.

Llueves suave, elegante sobre el mundo; creas mundo en cada oscuro parpadeo. ¿Qué pasa si se nos abre el cielo cuando sonríes? Nada es moralmente reprobable si hablamos de tu ser. A veces, quizá entre deseos desmedidos te olvidas ser, te olvidas ser entre los pliegues de la piel de ese alguien que come sandías al lado derecho de tu corazón.
Eres ciencia del pelo liso, flequillo recto, oblicuo, libre, inexistente; eres literatura de cuerpos perfectos que jamás se desvirtúan, eres amor de compañeras en pasillos desde la nada de las aulas ya inexistentes. Pero eres existencia -modo de ella, al menos-, mentira salvaje de la objetividad e ilusión risueña del recuerdo. 
Construyes con el lenguaje de la oscuridad de tus ojos un maquillaje genial para tu rostro; simpatía, buen y mal humor indiferentes, sonrisas que crean mini-arruguitas de expresión en la comisura de tus párpados.
Persona que vive y ama, y da besos al derecho y al revés, repite mil veces la conducta de una amante entregada, en universidades y playas, buscando tesoros donde los hay y también donde no los hay; encontrándolos siempre...
Y es que es imposible no encontrar tesoros, incluso donde no los hay, con dedos registradores, buscadores que acompañan en la luz a la oscuridad de la mirada... Encontrando a veces el propio tesoro de su interior en tuppers y cajitas entre piedras; en amor y miradas entre personas.
De repente das la vuelta al mundo en un movimiento de cuello, apartando tu melena sobre tu hombro. De repente el mundo se da la vuelta para mirarte y felicitar a quién sea por haberte creado tan perfecta, haciendo una mezcla de imperfecciones que subyacen a tu perfección.
Sales a la luz, te acomodas en la ropa, te maquillas la oscuridad para que resalte sobre la luz y... Ahora ya estás lista para volver a enamorar a la vida... 
-Ina-.