lunes, 8 de junio de 2015

Alejandra

Llevo días pensando en ti. Muchos días en los que no se escapa de mi mente tu sonrisa. He pensado en ti por muchas cosas. 
Irlanda, adolescencia, feria, semana santa, estudios, inglés, edad complicada, sonrisa... Maleta pesada. Hoy también playa, primas, sonrisas, felicidad... Tantas cosas que me recuerdan a tantas personas, y a ti. 
Hoy además me he enfadado con el mundo, con este mundo nuestro, por tratar a las mujeres de esta manera... y me he acordado también de ti. 

He visto fotos tuyas estos días, y me ha dado mucho miedo. Miedo y felicidad a partes iguales. Felicidad porque te veo reír, contenta, alegre, una sonrisa que inspira, Neni, una sonrisa que es blanca por pura, que es infancia por niña. Y miedo por un cuerpo que empieza a nacer mujer, es canela en el olor, es vida en la lejanía y es adultez, por mujer. 

Y es que me da miedo que te traten también a ti así, que no sepan tratarte como te mereces, que borren por un momento tu sonrisa y que sólo vean tu piel. 
Ahora mismo eres la mezcla perfecta. Eres inteligencia, amor, efervescencia, hormonas, ilusiones, inquietudes, ganas de vivir, de hacer, de disfrutar. También eres ingenuidad, inocencia y trabajo. Buscas ya tu manera de hacer las cosas, te encuentras en ellas y sabes respetar, y estás aprendiendo a hacer que te respeten. 

Carita de niña, de inocencia, de inteligencia. 

Me he perdido tantos años... Y son irrecuperables, lo sé. A mí me gustaría ser esa prima que va a cenar contigo, a casa, a la que le cuentas tus problemas y también tus alegrías. Me hubiera gustado estar contigo el primer día que te vestiste con la ropa que querías para salir a la feria. Me gustaría estar ahí en tus dudas, en tus argumentaciones, en tus (vuestros) días de playa. Yo gané mucho al venirme a esta roquita que me da tanto, pero perdí cosas que son algo más que cosas. Siempre te tengo en mente y siempre sé que estás ahí, aunque bien lejos. Es imposible que puedas quererme como yo pienso que deberíamos querernos. Porque me enamoré de tus ojos inmensos, grandes y verdes desde que naciste, pero tú aún no podías pensarlo, tal vez sí sentirlo.
Pero sé que estás creciendo  y tal vez algún día puedas entenderlo todo, y tal vez algún día podamos pasar tanto tiempo juntas que se cree de nuevo el vínculo que hay en mí, contigo.
Me encantaría poderte enseñar muchas cosas que quiero que sepas, muchas palabras que me recuerdan a ti, muchas miradas que van a enamorarte. Mi mayor deseo ahora, estos días, pensando tanto en ti, es que seas feliz. Que hayas dejado tu maleta pesada a un lado, y des los pasos al frente que sean necesarios para hacerte sonreír. 


Ojalá nunca te vayas a olvidar de mí. Ojalá algún día nos conozcamos como merecemos. Ojalá algún día todas nosotras, seamos de nuevo TODAS, como antes...