martes, 21 de diciembre de 2010

sonrisas perfectas, eternas.

He vivido rodeada de prototipos de sonrisas. Sonrisa colgate, aunque yo más bien diría, sonrisa dentista. Todos los padres quieren que sus hijos tengan una sonrisa perfecta, que nadie les humille por tener los dientes mal, que no tengan ningún problema. Los dientes no les crecen del todo bien, les ponen "brackets" (paréntesis en inglés [flipa]) y, después de unos cuantos años, se los quitan. Y ya no tienen la misma sonrisa.
Y ahora vivo en un mundo donde todo el mundo tiene la misma sonrisa, y los que no la tienen, son inmensamente especiales. Mire a donde mire, veo a alguien que en su día tuvo aparatos. Se nota muchísimo que no es su sonrisa, se nota muchísimo que se la cambiaron. Claro que quedan unos dientes mucho más bonitos, colocaditos como deberían estar... pero... ¿y el hecho de tener una sonrisa propia?
Sensaciones, sensaciones... Mary y sus sensaciones, claro!
Enamorarse de la sonrisa de alguien, aunque sólo sea de eso, de cada vez que sonríe, de ese gesto, de esa sensación en especial, es maravilloso. Y hacerle sonreir simplemente para disfrutar de ello, y seguir mirando sonrisas por la calle, y seguir viendo que, aunque cada vez menos, todavía hay sonrisas verdaderas.
Y me vuelvo a enamorar. Y recuerdo su sonrisa, perfectamente blanca, sincera, amplia, en una foto enmarcada. Y veo otras sonrisas que me recuerdan a esa, simplemente porque son sonrisas. En un banco en la estación, mientras yo río, veo otra sonrisa... y me vuelvo a enamorar. Y me vuelvo a enamorar recordando aquella otra sonrisa, de aquella otra persona, que me daba clase cuando era muy pequeñita, y me decía que intentara ser feliz. Y me vuelvo a enamorar pensando en la sonrisa de mi madre cuando le digo que he sacado buenas notas. Y sigo enamorándome de todas aquellas sonrisas que, perteneciendo a gente a la que conozco o no, son verdaderas, sinceras, descolocadas, felices, escondidas, tímidas, amplias o estrechas, con piercings y sin ellos y, por un momento, mías.
No dejeis de sonreir nunca... pensad que en cualquier momento alguien puede enamorarse de vuestra sonrisa...

martes, 7 de diciembre de 2010

olores.

Huele a desesperación, pero también a esperanza.
Aún recuerdo ese primer olor, al darte dos besos, la primera vez que te vi. Pasaste por detrás de mí, tocando mi cintura de la manera más suave y más protectora posible, y erizaste mi piel. Tus caricias han cambiado de olor muchas veces, tantas veces como has cambiado tú. Recuerdo un último olor a vainilla que me hipnotizaba (y me hipnotiza) cada vez que me acercaba a ti últimamente. Cada olor ha significado algo en esta relación. Olía a mar cuando empezamos a salir, y a ordenadores cuando nos conocimos, así como a miradas furtivas cuando te vi por primera vez. El alcohol siempre ha impregnado mi vida (gran paradoja), y también a eso ha olido nuestra relación alguna vez (pocas, afortunadamente). Ha olido muchas veces a desesperación y ha olido otras tantas a hierba fresca, recién cortada, a girasoles... Un olor invade mi recuerdo ahora; un olor rojo, lleno de culpa, de resentimiento, de dolor, de miedo, de lágrimas... de animal herido y de suegra pidiendo perdón. Un olor que no olvidaré en mi vida y que, con sólo pensar en ello, me viene, no sólo a la mente, sino también a la nariz. Un olor que nació a causa de una embriaguez y que embriagó mi vida, y la tiñó de miedo, de sangre, de dolor...
Pero a ese olor siguieron muchos otros; a pañales sucios, a niñas jugando, a traiciones "messengeras" perdonadas, a nuevas etapas...
Olí también por primera vez el placer, e hice que tú olieras mi placer. He olido miradas de desconfianza, de odio, de rabia, y de los mismos ojos he olido miradas de placer, de enamoramiento, de culpa y de comprensión. Sigo oliendo que nada está acabado mientras lo voy acabando, y huelo que podré ser feliz algún día. Realmente hace tanto tiempo que no huelo nada relacionado con esa palabra; felicidad. Y a mí la vida me sigue oliendo a dolor, a sangre, a venas y a desconfianza, y a miedo. Y quiero olerme a mí misma, y olerte a ti, pero no tú, a ti no te quiero en mi vida... Al otro. Al mío. Al que sabía como acariciarme la cintura, al que me besaba con esta ternura y erizaba mi piel. Al del olor a vainilla. Al que lloraba si me veía llorar. Al mío. Al que le gustaba que cumpliera mis sueños sin importarle nada, incluso luchaba por ello. Al que respetaba mis opiniones y le gustaba que saliera con otras personas, para luego contarle lo que había hecho. Al que no dudaba de mí. Al que me quería sólo por lo que soy, y no por lo que una mujer (cualquiera de ellas) podría darle. Al que me enamoró con una sonrisa fotografiada. A éste, y sólo a éste, le echo de menos como si mi vida dependiese sólo de ello. Y, mientras, me río a carcajadas frente a un supermercado... y luego, sigo oliendo, aunque ya no sea a ti.
Percaté el olor de un cariño suspicaz que me acariciaba levemente, y seguí oliendo durante cuatro años.

domingo, 5 de diciembre de 2010

pájaros prohibidos

http://www.youtube.com/watch?v=JRkmP2dUcyA&feature=related
Los presos políticos uruguayos no pueden hablar sin permiso,
silbar, sonreír, cantar, caminar rápido, ni saludar a otro preso.
Tampoco pueden dibujar ni recibir dibujos de mujeres
embarazadas, parejas, mariposas, estrellas ni pájaros.
Didaskó Pérez, maestro de escuela, torturado y preso "por tener ideas ideológicas", recibe un domingo la visita de su hija Milay, de cinco años. La hija le trae un dibujo de pájaros. Los censores se lo rompen a la entrada de la cárcel.
Al domingo siguiente, Milay le trae un dibujo de árboles. Los árboles no están prohibidos y el dibujo pasa. Didaskó, le elogia la obra y le pregunta por los circulitos de colores que aparecen en las copas de los árboles, muchos pequeños círculos entre las ramas:
- ¿son naranjas?¿qué frutas son?
- La niña lo hace callar:
-ssshhhhh- y en secreto le explica: - bobo ¿no ves que son
ojos? Los ojos de los pájaros que te traje a escondidas.
Eduardo Galeano. 2008.

martes, 23 de noviembre de 2010

prototipos? NO! Sensaciones...

Sigo recordando aquella mirada de gozo (que no placer) en una clase mientras percibo sensaciones muy diferentes. Entro en un bar y miro a la camarera. Estoy en clase y oigo teclas constantemente y sonrío. Miro a un profesor que me ha oído (sin yo querer) hablar bien de su asignatura con un compañero, y sonríe. Disfruto en una clase de antropología y sigo pensando que hay esperanza para todo. Hablo con alguien en un coche de muchas cosas, y no nos da tiempo a hablar de todo, y nos echamos de menos. Alguien me da las gracias por simplemente preguntarle como está, y se enfada conmigo si yo lo paso mal. Tiemblo en una pizzería jerezana y nos da un ataque de risa "terremotero". Le digo a las personas importantes de mi vida que lo son, y sonríen y algunos (alguna) no se lo cree, y pregunta, y pregunta el por qué. Y están pendientes de mí. Y se preocupan de si lo paso bien o mal, aunque, a veces, no quepa en su vida. Miro unos ojos verdes en el tren, y, sin siquiera saber de qué me está hablando, los veo bonitos. Un amigo de la camarera dice que es muy divertido, y lo pienso, y me río. Recuerdo besos añorados y quiero volver a atrás. Cotilleo con unos ojos negros y recuerdo lo importante que fue (es) en mi vida. La siento cerca. Me preguntan por prototipos y no sé qué contestar. Me gusta la sensación efímera que causa una caricia involuntaria. Adoro sentir que me estás mirando. Disfruto pensando que puedo disfrutar. Amo el recuerdo. Recuerdo esas manos infantiles; compañera de clase... tan inocente, pero tan poco inocente. Recuerdo esos ojos negros; tan complacientes, pero tan poco míos, y tan míos a la vez. Recuerdo también esos gestos de sus manos mientras explicaba que le enKantaba Kant, y recuerdo su mirada y el temblor de su voz cuando recitaba su (nuestra) poesía. Recuerdo también el sonido de su voz cuando me decía que me amaba los primeros meses. Recuerdo haber pensado que me encantaba cuando fue al baño hace casi un año. Recuerdo un abrazo pequeño, de una niña de 10 años que me adora, y que adoro. Recuerdo un infantil "tú te imaginas...?". Recuerdo unos viejitos ojos azules que me miran y me dan las gracias por un libro y un mechero. Recuerdo una mamá Juana que llora. Recuerdo una madre que se preocupa porque tome las medicinas del estómago y un padre que ha cambiado, que ahora es padre. Recuerdo una niña risueña a la que yo quería, y que ahora vive enmascarada tras un ordenador. Recuerdo un pelo largo, negro y rizado que bailaba a mi alrededor y que hizo que mi tortuga se llamase como se llama. Recuerdo una primera vez efímera y placentera. Recuerdo unas manos gigantes que calentaban las mías y recuerdo que yo intentaba calentar unas pequeñas y me congelaba. Recuerdo ese destello de ilusión cuando dabas clase. Recuerdo esa sonrisa cuando me viste después de tanto tiempo, ojos negros. Recuedo un amor juvenil que me hizo aceptar una hija como mía. Recuerdo un primer año desastroso en la universidad y unos profesores rubios y de ojos azules. Recuerdo una infancia jerezana y recuerdo un tío con gastroenteritis. Recuerdo un niño con dientes separados y me veo a mí misma. Recuerdo un hermano que me tiraba los juguetes y recuerdo una "nana del bastón" que decía "estúpida" a la que le gastaba bromas con gatos de peluche. Recuerdo a un "mejor amigo" con placa de plata y abrazos. Recuerdo una rubia que siempre me hace escribir, recordar todo lo que recuerdo. Y recuerdo que ya nada será lo mismo, y que espero que no lo sea... En ningún aspecto.
Y recuerdo el amor. Y recuerdo que estoy enamorada de todo lo que recuerdo, y me doy cuenta de que, cuando estoy tan enamorada como ahora, sólo recuerdo lo que me enamora... y menos mal.
Gracias a todos los que formais parte de mi enamoramiento conceptual.

martes, 9 de noviembre de 2010

sueño. deseo... ¿amor?

Intento dormir y tú ya estás durmiendo. No puedo ni cerrar los ojos. Me ha impactado mucho todo esto que he sentido y mis lágrimas siguen brotando de mis ojos. Tú roncas. Me recuerda a aquella típica escena de película americana (o de Los Simpson) en la que la mujer (Marge) no puede dormir por los ronquidos del hombre. No puedo dormir y roncas. Pero no son tus ronquidos los que me impiden el sueño. No. Eres tú. La forma que has tenido de tratarme toda esta noche... La incapacidad de decirme a mí misma que no puedo más con esta situación. Es deseo, dices tú, sí, es muy bonito, pero debería haber algo más. Te ciegas de tal manera que parece que yo sólo existiese para satisfacerte a ti, y sólo en ese ámbito. Lo entiendo. Entiendo perfectamente tu deseo, tu ansia... pero también siento. Y también pienso que tú deberías entenderme, intentarlo simplemente, quizá. Sabes perfectamente que no estoy en el mejor de mis momentos y, lejos de intentar ayudarme a solucionarlo, me das más problemas. Problemas que no serían tal si al menos me dieras tu opinión con un poco de respeto, y no con ese pasotismo frente a mí.
-Pero que soy yo, por favor, trátame bien, que soy yo...
-...
-Tú no eres la persona de la que yo me enamoré.
-Es lo que hay.
Pues si es lo que hay yo no quiero que lo haya. Si es lo que hay hasta aquí hemos llegado. Creo que he hecho demasiado por todo esto, y parece que no sirve de nada. Si es lo que hay yo no me puedo dejar humillar de esa manera; yo soy algo más que un cuerpo, también siento y pienso, y mucho, mucho más de lo que lo hago con el cuerpo. Y estoy harta de decírtelo, por eso mismo es la última vez que lo digo.
y si tanto te importa, supongo que harás algo. y si no, pues ha sido un placer.

domingo, 24 de octubre de 2010

tú, esa personita (pequeña y mona) especial.

Miro rizos y pienso en besos. Salgo de trabajar, me ducho y voy, con frío, a ver a la rubita. Llamo a mi negrito por teléfono para decirle que voy a salir...
Ella se va. Pienso. Miro fotos. Pienso en amistad y más y en menos que eso. Siento vacío. Siento que no podré llegar. Pienso en el pasado y no entiendo cómo hemos llegado a todo esto. Tú, yo, nuestras charlas sobre tantos temas y nuestras miradas, y nuestros amores. Y tus rizos y los míos. Escribí hace ya algo más (o menos, no lo recuerdo) de un año, sobre un bichito parecido a un gusanete que me hacía sonreir y que se emocionaba. Se emocionó, se enfadó, pensó, habló, y decidió. Decidimos. Por separado, pero lo mismo; porque es él, porque es ella. Y porque eres tú y porque soy yo. Te miraba. Echabas cacahuetes a la andaluza de enfrente y no te dabas cuenta de que te miraba. Tenías razón; has cambiado. Mucho. Mucho, muchísimo. Pero, sin proponértelo, haces sentir, haces pensar tantas cosas. Eso no ha cambiado nada. Sigues siendo aquella pequeña y risueña niña indecisa que conocí (¿niña?). Y sigues con tus rubios rizos (hoy sueltos, sin coleta, por cierto...). Y sigues con tus ojos, y con tus piercings y con tus manos deterioradas por la lejía. Y a veces sigues pensando que no eres nada, y que no vales nada, mientras vas por ahí haciendo que la gente se replantee tantas cosas, y que la gente (yo) te tenga aún más arriba de lo que ya te tenía, y sigues siendo tú. Pero no te conozco. Aún no te conozco lo suficiente como para ser tu amiga, pero tampoco te conozco lo suficiente como para escribir esto. Todo es subjetivo, diría Kant... Todo. Todo sale de mí; lo produces (lo "inspiras") tú, pero todo esto es mío. Son las sensaciones que tú me causas, las sonrisas que ves y las que no ves, y las lágrimas que, por teléfono, calmas. No sé quién eres, sólo sé quién (y qué) eres para mí.
Y en mi opinión, creo que, pase lo que pase, siempre, siempre, serás esa persona especial que me hace ponerme nerviosa en la caja de mercadona, que me hace troncharme de risa pegándose unas gafas, que viene a verme estando fatal con la regla y con la que quedo a pesar de llevar 12 horas trabajando, que me hace escribir cosas raras (como ésta) y que me hace pensar en qué, realmente, es el amor. Siempre serás tú, y, paralelamente, "mi tú".
Te quiero. Pero mucho.

viernes, 22 de octubre de 2010

Frío.

Oigo a Alejandra quejarse de que no estoy con ella y no puedo parar de llorar. Mauri me pide perdón y me hace llorar más, y ni siquiera sé muy bien por qué ese perdón. Miri me mira con esos ojazos y me hace trabar la lengua; ya no sé lo que le estoy diciendo. Casadesús me habla de la muerte en Aristóteles y Cabot del amor en Kant... Carme sigue con su portátil pequeño y Petu y Rebeca siguen discutiendo por el rol. Mariana interviene con sus "preguntas breves y concisas" y Carme y yo seguimos riéndonos de todo... Voy al baño y siempre está "fuera de servicio". Vuelvo a clase y me choco con el profe de estética, y río. Río sinceramente. Lloro amargamente. Y veo llorar a Mauri, y a Miri, y a mi madre, y pienso que una de mis funciones (de mis finalidades, de mis telos) sería evitar esto... Pero no puedo hacerlo. Sigo viviendo entre libros y pips mercadoneros mientras no ordeno mi vida. Estoy con él, le quiero, otra oportunidad (la verdadera, esperamos!! [los dos,]) y pienso en mi "amor" (o no amor, según tomates verdes fritos) de mi infancia. Tan perfecta, siempre sabiendo qué palabra decir o qué gesto hacer para deleitarme. No es amor, dice ella... no lo fue, pienso yo. Amor en Kant, pregunta Rebeca, y el profe, que no sabe muy bien qué contestarle, nos aconseja una película. Mando algún mensaje para recordar que alguien es genial, y llamo a alguien sólo para decirle que le amo. No sé cuál es el problema. La risueña, me describía, la "justiciera"... ¿dónde? Sigo mirando a Berga y viéndolo reir (sí, reir!!) por primera vez, y no paramos de reir a carcajadas. Hablo en un metro de aquella mítica "bolles de plom", y sonrío. Recuerdo, y envío un e-mail. Hablo con la rubia de mi motivación filosófica y le explico mi concepción de las "sensaciones", y el papel que ellas juegan en mi vida. Me dicen que con mis escritos lloran y yo me siento orgullosa, en parte, porque he sabido, nuevamente, expresar en palabras lo que he sentido.
Siento frío, en mi habitación, pasando apuntes de lógica mientras oigo Estopa y pienso en todo lo que pienso.
Hablamos de argentinos frente a un bar de argentinos, y en el claustro, un argentino cuenta chistes y Carme y yo pensamos: uff... quin pesat!
Angelina viene algunos miércoles a vernos, cansada de Beatrius de Pinós, y lee y termina nuestro compendio. Tania, que sigue por lugares lejanos, nos hará una visita en breve, y nosotros visitaremos nuestro pasado compartido, junto con ella.
Echo de menos a Alejandra, y a todos ellos, anhelo, además, aquella felicidad de pareja que empieza y busco en sus ojos aquel destello... Pero no lo encuentro, y sigo echando de menos y yendo hacia adelante sin saber qué es adelante ni a dónde me llevarán mis pasos...´
cuando, en realidad, sólo me faltan dos cosas: calor, y sonrisas.

jueves, 7 de octubre de 2010

nuevo

Olor a gomas "milan", a libros nuevos, a nuevos retos y a nuevas caras. Me das las gracias por haberte convencido de que estudiar es una buena opción. Dices que te ha encantado la primera experiencia y que no lo ves para nada difícil.
Que te ha sorprendido. ¿Y a mí? A mí me ha sorprendido muchísimo más verte tan confiado, tan "suelto", tan simpático con otras personas. Me alegro tanto de que por fin estés haciendo algo, y de que (de esto es realmente de lo que me alegro), te guste. Sí, puede ser que yo tenga algo que ver en que hayas dado el paso, pero también puede ser y es, que tú tengas que ver en todo lo demás.
Has sido y eres muy importante en mi vida. Hemos pasado muchas cosas juntos (todas). LLantos, risas, guiños, miradas,caricias, deseo, orgasmos, dolores, odios, amor... y todo a tu lado. Hemos pasado por muchas malas épocas, (todo aquello de los cambios, en lugar de los fracasos, por mi inspiración filosófica), y aún así, sigo aquí. No me preguntes por qué, de hecho, ni siquiera yo lo sé. Es cierto que te conocí muy joven, que me cegaste muy pronto y que te empecé a querer en seguida. Es cierto también que no he querido jamás perderte (ya sabes, "del todo"), y es cierto también que mi vida la conforma mucha más gente, al igual que ahora, la tuya, se ha llenado de caras nuevas, de profesores, de compañeros, incluso de tutoras sordas!!
Sabes? seguiré a tu lado hasta que dejemos de ser felices, y, sinceramente, espero que eso no ocurra jamás...
gracias por todo, mucha suerte en tu nuevo camino, y espero que realmente esto te haga llegar a lo que quieres llegar.




Atrapada en mi mundo, mágico, trágico, que siempre confundo y donde hay mucho tráfico.
-Estopa.

jueves, 19 de agosto de 2010

demasiado forzado.

Me entristezco mientras lo pienso. Risas y llantos. Oigo mis palabras enmarcadas en un fondo de telediario. Me veo forzada a subir la voz para que, aquella persona a la que aún parece interesarle mi vida, me pueda oir. Finalmente desisto de intentarlo.
Pienso y pienso y sé que no lo merezco. Sé que es inconsciente e incluso sé que si te lo digo dirás que es mentira. Pero no lo es. No para mí. Toda mi vida me lo han recordado, pero hasta hace poco no me he dado realmente cuenta. Hay un triste reflejo de cielo flotando en mi alma... Entre "¿qué te pasa?"s y "nada, sólo tengo sueño", sigo pensando el por qué. No logro entenderlo y quizá nunca lo haga, pero sigo intentándolo. Os quiero, te quiero muchísimo, pero me siento tan... ninguneada por ti, como si yo ya no formase parte de ti, es más, como si nunca lo hubiese hecho. Nunca sabes qué decir cuando te preguntan qué estudio, ni sabes a qué horas salgo o entro ni sabes tan sólo quién soy. Cada detalle de su vida es como tuyo propio. Cada detalle de sus planes es como si lo planearas tú... cada una de sus palabras ensombrece cada una de mis conversaciones. Y tengo la sensación de que no sirvo para aguantarlo... de que ya no puedo seguir aguantándolo más, porque ahora me lo merezco menos que nunca. Porque os he visto, te he visto llorar por él, y he visto que a él le daba igual. Porque me ha llamado a amenazarme. Porque renegó de nosotros, de ti, de vosotros. Porque me esfuerzo día a día por veros feliz, por hacer lo posible para que estéis bien, y no lo consigo, hasta que llega él, y se te ilumina la cara.
Quizá si tu amor por él no fuese inversamente proporcional a tu amor por mí, no me importaría tanto.
Lo siento. Siento muchísimo que no veas que sufro por él, por ti... y siento muchísimo no tener una recompensa por mi esfuerzo.
No creo que recapacites nunca, pero tampoco quiero que lo hagas, pues te sentirías muy mal al ver el daño que causó tu equivocación.
Seguiré intentando que seas feliz, aunque no lo seas, y, además, pagues tu tristeza, tu amargamiento, tu aburrimiento, tu desesperación, conmigo.

martes, 22 de junio de 2010

tortugas errantes

siempre vuelvo a respirar. Aunque parezca que me he ahogado, aunque parezca que no me quedan fuerzas, no sé como, salgo a flote. Cuando las tortugas mueren, quedan algún tiempo sumergidas en el agua, hasta que, flotan. Flotan y se van descomponiendo flotando, a la deriva. Por eso, cuando las tortugas mueren océano adentro, a veces aparecen cadáveres en las playas casi descompuestos, o tan sólo el esqueleto. Si ellas están muertas y siguen errantes por el océano, viajando tanto en vida como después de ella... ¿por qué yo no?
He muerto muchas veces, he resucitado otras cuantas, pero, cuando he estado muerta, no he estado en este mundo, no he viajado, no he flotado, no me he hecho ver por nadie, no he sido una tortuga, ni siquiera una persona errante.
Aunque realmente no muero. Dicen que la muerte es cuando uno deja de respirar, su corazón deja de latir, cuando tu alma se va, que dirían los griegos (psyché). Yo no he dejado de respirar en ningún momento, ni mi corazón ha dejado de latir (al contrario, cuando "muero", late mucho mas deprisa), y mi alma... mi alma no sé dónde está, ni si algún día existió.
Bueno, en este sentido, yo no he muerto (aunque lo haré algún día, espero...). Pero la muerte tiene otros tantos sentidos: mueres emocionalmente cuando tu mente se bloquea por algún problema, por pequeño que sea, con alguna otra persona. Mueres también cuando te duelen los ojos de llorar. También estás muerta cuando alguien te dice "¿qué tal?" y contestas "bien", siendo la mayor mentira de tu vida. Mueres cuando ves a tus padres llorar por algo que ha hecho tu hermano y mueres cuando, aunque solo sea por un instante, odias a alguien con la más profunda de tus fuerzas. Mueres cuando tienes que ir a que te pinchen para poder quitarte esos nervios de encima.

y sí, siempre resucito, pero cada vez lo veo más difícil...
hoy me cuesta mucho resucitar, aunque quizá lo haga... pero seguramente, llegará el día en que sea incapaz de poder hacerlo.

lunes, 7 de junio de 2010

MARAVILLOSAMENTE MARAVILLOSA


Te emocionas. Por primera vez, dices. Frente a mí te confeccionas como si fueses un animalito. Pero no un animalito de esos asustadizos que no saben qué hacer, no, sino un animalito de esos que no se achantan ante nada. Dicen que los perros pequeños, aún sin tener la capacidad física para ganarle al grande, son muy valientes y ladran sin parar. Eso eres tú. Pequeñita, rubia y con voz de pito vas por la vida alegrándole la existencia a la gente. Aguantas lo que te echen, y no es justo todo lo que tienes que aguantar. Eres fuerte como nadie y nadie es tan especial como tú. Con mirada penetrante, te levantas de tu banquito para ir al baño. Te espero mirando por la ventana del "hack" y pienso: me encanta...
¿Que tienes mucha suerte de tener a quién tienes a tu lado? ni lo voy a negar ni la conozco lo suficiente como para afirmarlo, pero ella, tampoco se queda atrás. Y es que tú, sencilla, pequeñita, con ojos azulverdosos y gafas despegadas y vueltas a pegar, eres maravillosa. Cada vez que te veo me alegras el día como si nada hubiese pasado. Casi hacía un año que no nos veíamos, y aún así, te me hacías tan familiar, tan mía... tan tú.
Recuerdo una sola vez en la que me abrazaste. una sola. Pero fue uno de los abrazos que recuerdo con más cariño, precisamente porque es tuyo, y porque no es tan fácil arrancártelo.
Supongo que no leerás esto jamás, pero tampoco hace falta que lo leas, tú no eres consciente de lo importante que llegas a ser para mí en algunos momentos, así como tampoco lo eres de lo maravillosamente maravillosa que eres.

Espero que siempre seas así, que nunca dejen de brillarte esos pequeños ojos azulverdosos, ni deje tu sonrisa de provocar la mía, así como tus rizos nunca dejen de volar... aún estando atados con una coleta... como tú.

viernes, 4 de junio de 2010

Rutina desfamiliarizada...

Vivimos en una constante vitalicia de velocidad, campos, toros y trenes rojos y amarillos, o rosas y blancos, en su defecto.

Van pasando estaciones, una a una me pregunto cómo será ese pueblo que lleva por nombre “Lebrija” o “Marratxí”.

Sí, es cierto, estoy acostumbrada a viajar en tren; viajo en tren dos veces al día. Lo que me sorprende de este viaje es, a parte del precio de los billetes (8’80€), la tristeza con la que todos los viajantes parecen haber venido.

Cojo un tren diario para seguir con mi rutina; universidad y vuelta a casa, casa y vuelta a la universidad. Pero hoy es diferente. Viajo en tren, ahora mismo, en este mismo instante para poder volver mañana a esa rutina universitaria doméstica. Pero, antes de estar en este tren tuve que dejar atrás a muchas personas, las dejé atrás hace tiempo. Pero el cariño, el amor, “la sangre”, como se dice por aquí, me hace volver de vez en cuando a mis seres más queridos.

He estado con vosotros apenas 3 días, pero he vuelto a sentir que sois los más importantes en mi vida; mi familia.

Francisco Javier, Anabel, Vicente, Antoñito, Tania, Zahira, Alejandra, Nerea, Daniela, David y ahora también, “el Ortega”. Todos y cada uno de vosotros sois para mí muy importantes. Me he criado con vosotros aunque ya parezca muy lejano.

Llego aquí y me siento una extraña. Cada uno sigue con su rutina; residencia, autoescuela, restaurante, institutos, colegios y demás… Yo también tengo una rutina, muy lejos de vosotros, pero la tengo. Y no me desagrada tener una rutina, lo que me desagrada, lo que me entristece, es tenerla tan lejana a vosotros.

jueves, 22 de abril de 2010

Celos que duelen

Siempre he sido celosa y pensaba que era lo peor del mundo. No podía evitar pensar que esa persona estaría con otra o que, al menos, estaría deseando estar con otra que no fuese yo. Los celos son un cúmulo de muchas cosas; autoestima dañada, miedo, interés, posesividad, desesperación, desconfianza, y, por qué no, un poco de amor...
una persona celosa es capaz de ver cosas donde no las hay, de desconfiar de alguien que jamás le dio motivos para hacerlo, de imaginar hipotéticas situaciones que no podrían pasar ni en las películas, hacerle daño a la persona de la cual está celosa y hacérselo a sí mismo.
Dolía mucho imaginarte con otra persona, imaginar todo lo que me habías contado que habías hecho con otras, dolía mucho, cuando yo aún era una inocente niña incapaz de darte sexo y tú decías a algunas que querías estar con ellas... Dolía mucho cuando me tenía que esconder porque llegaba la madre de tu hija. Dolía mucho cuando cualquiera de tus ex's venía a incordiar y a decir que te hacía más feliz de lo que yo podría hacerte. Dolía mucho cuando te imaginaba pensando en otra y dolía mucho cuando rememoraba en mi cabeza las relaciones sexuales que me habías contado. Dolían mucho los celos. Enloquecía y quería que todo acabase porque sentía que no merecía la pena, si siempre iba a imaginar y a pensar en cosas que quizá no sucederían en la realidad. Mirabas a todo ser viviente por las calles y me dolía. Claro que tenías y tienes derecho y deber, incluso, de hacerlo, pues eres hombre, heterosexual, con ojos, y libre, pero yo era una paranoica celosa que no aguantaba la mínima. Me decías que era demasiado celosa y que no tenía motivos, sin embargo, algunas veces sí los tenía... y tú lo sabes.
Dolía mucho todo eso...
pero ahora, tus celos, duelen más.
Duelen más porque no confías en mí, en mí, que, aguantando todo lo que he tenido que aguantar, sigo contigo. Porque siento que no merezco esta desconfianza desproporcionada que te lleva a mirarme de esa manera. Porque yo sería incapaz de, estando contigo, hacer cualquier cosa con otra persona, fuere quien fuere. Porque sigo siendo yo, aquella que una vez dijo "¿por qué no te lo imaginas?" y empezó a crear la relación más bonita del universo. Porque no me lo merezco, porque parece que tres años y medio no han servido para nada...
porque duele, no sé muy bien por qué, pero duele...
Te amo... espero que esto no siga así mucho tiempo.
Te amo, ¿entiendes?

viernes, 16 de abril de 2010

Esto...

La sensación de acariciar una suave piel, mientras despiertas suavemente. Sentir que te está mirando con esa cara tan expresiva. Abrazar a alguien al que hacía mucho tiempo que no veías, y que fue muy especial en tu vida. Recibir un e-mail, un mensaje, de alguien especial. Sentirte guapa por un día. Ver una película con tus mejores amigos, o con tu pareja. Reírte viendo una serie de dibujos animados, como cuando eras una niña. Pensar en un regalo original para un amigo. Querer hacerle el amor a alguien. Desear a alguien. Ver como tus amigos se pelean con espadas "de bromes". Ver como Borja se sacude la melena llena de hierbajos. Morder el brazo de Petu y Rebeca. Desperezarse con Nofre al final de la clase de "filosofía actual". Oir a Pere con su armadura (clin, clin). Reírse con Joan, que no puede reprimirse. Pedir a Toni que diga "con las cosas" y que te responda que eso "tiene que surgir". Ver a Angelina por los pasillos y pedirle un besito, y que te lo de al revés. Que Betel venga y te diga: Pinguuu!! Ver a Chuchi y quedarse con las ganas de abrazarle. Recibir un e-mail de Marga. Llegar a mi casa y ver a mis padres cansados. Hablar, de vez en cuando, con mi mejor amiga de la infancia. Recibir, el 4 de abril, muchas felicitaciones vía sms y facebook. Que alguien se acuerde de ti desde Hamburgo o Dinamarca. volver con tu novio de casi 4 años. Que Carme te llame "risitas". Tener un ataque de risa en clase de estética, y que el profe siempre te diga algo. Ponerle un 10 en todo a un profesor de política. Hacer un examen y salir contenta. Ver a alguien por el pasillo que te haga sonreir (aunque fueran los pasillos del pau). Encontrarse a tu antiagua profesora de historia del arte haciendo fotocopias, y que te pregunte por tu vida privada. Que hagan bromas sobre cualquier tontería, y partirte de risa. Distraerse un minuto para morder el hombro de Rebeca en clase de actual. Distraerse otro minuto para sonreir a Mia, que me sonríe tres filas más adelante. Hacer el amor con mi gordito. Gritar mientras me intenta enseñar a patinar. Coger el tren y esperar ver la misma cara. Saludar a Grecia y Aristóteles de parte de mi "motivación filosófica".
Levantarme más temprano para intentar encontrarme a mi anterior instituto en mi universidad....
Vivir, petitons, gracias por permitirme vivir.

viernes, 9 de abril de 2010

¿derecho a besar? ¿qué es eso?

Llego a la estación de Inca, saco mi billete de mi ya familiarizada máquina. Un hombre se pone detrás de mí a esperar que termine, y su acompañante le dice que va al baño, que le saque el suyo también. Mientras mi ticket va saliendo, oigo al señor de atrás tararear una canción. Me hace gracia y, cuando me sale el ticket y voy hacia los lectores para entrar a las vías, no puedo evitarl sonreírle.
En los andenes, me encuentro con una antigua conocida, que me presenta a una amiga. Hablamos y nos ponemos al día de nuestras respectivas vidas. Veo justo en frente de mí, al señor que tarareaba besando a alguien, no le di mayor importancia. Seguía hablando con mi amiga, y de repente, oigo:
-¡¡Un poco de educación, hombre!!
no sabía qué había pasado. Viene el tren y nos metemos en el último vagón, también con el señor que tarareaba y su pareja.
El señor que tarareaba y besaba estaba muy enfadado. Me estaba oliendo lo que había pasado...
El vigilante de seguridad había entrado en el mismo vagón que nosotros y se había puesto de frente a ellos (al señor que besaba y tarareaba y de su pareja). El revisor del tren, al ver tal estado de crispación, dijo:
-yo no sé qué habrá pasado, pero hay cosas que aunque sean hombre y mujer, no se pueden hacer...
se oía:
-¡¡homófobo de mierda!! ¡¿cómo puede pasar esto en el siglo XXI?!
Exactamente; el vigilante de seguridad les había dicho al señor que tarareaba y a su pareja que no podían besarse, que era una falta de educación. Lo que a mí no me quedó claro és cuál era realmente la falta de educación, si que se estuvieran besando, o que fueran dos hombres los que se besaran.
Indignados, los dos hombres hablaban de que eso no tendría que pasar en el siglo en el que estamos... ¡Estaba tan de acuerdo con ellos!
¡El vigilante no dejaba de mirarlos, como si hubiesen cometido algún delito!
Finalmente, se bajaron en la última parada, como yo... y el hombre que tarareaba y besaba me miró, sonrió y dijo: no tenemos derecho ni a poder besarnos, eh...
Sonreí, qué ternura me daba aquel señor y su pareja... qué repungnancia sentía hacia el vigilante. Alguien decía: no es porque sean dos chicos, si fuesen una pareja heterosexual también lo hubiese hecho. Mentira. Yo me he besado cientos y cientos de veces con mi pareja en la misma estación y con el mismo vigilante, y ni siquiera se ha parado a mirarnos.
¿una falta de eduación? lo que es una falta de educación es humillar a los diferentes. Sí, eso es humillar; que te llamen la atención por ser diferente al resto, y no sólo llamar la atención, sino prohibirte hacer lo que quieres hacer... es una vergüenza que esto pase.

Por el derecho a besar, por el derecho a VIVIR.

viernes, 26 de marzo de 2010

mi sonrisa

Antes de todo esto, yo no era más que una niña repipi que vestía pantalones anchos y no se cuidaba demasiado. Todo esto... ¿qué es, realmente, todo esto?
Hace algún tiempo escribí que me estaba buscando a mí misma... y creo que sigo en el mismo punto; aquel punto en el que, escuchando la misma música de siempre, escribiendo las mismas palabras de siempre, besando los mismos labios de siempre, comiendo la misma comida de siempre, buscaba y buscaba a mi alrededor algo que me hiciera saber, o al menos acercarme, a la esencia de "Mary" o de como me querrais llamar (¿tantos nombres como identidades?).
Y hoy, esperando para coger el tren, aquí sigo, y hoy, después de tantos cambios, he vuelto a ponerme mis pantalones anchos, mi camiseta blanca y mis "vans", y hoy me he levantado con ganas de bailar, de escuchar Estopa, Melendi, Bebe y todos aquellos que me hacían sonreir. Y hoy he pensado que da igual todo lo que pase, que da igual si sale bien o no, si la gente es mínimamente feliz.
Da igual si siempre veo una sonrisa en tus labios, y en los tuyos, y en los tuyos... y en los suyos también. Y si no me amargo porque algo sale mal, seré más feliz, ¿no crees?
Leyendo a Foucault y a Platón, y oyendo "me falta el aliento" de mis adorados Estopa, pienso y pienso que quién realmente soy, y es más, quién he sido todo este tiempo? ¿y por qué no puedo alegrarle la vida a los demás, como hacía antes, con una de esas sonrisas que todos me recuerdan que ya no tengo? ¿por qué no dejo que ellos me conozcan realmente?

esa niña... siempre con esa sonrisa... y ahora, ¿qué?

sábado, 23 de enero de 2010

Por fuera, por dentro tan cerca de ti. Destellos de estrellas desprende tu risa cuando de reojo me miras así...
La inspiración a veces viene con la música; estás escuchando una canción que te gusta mucho, y empiezas a escribir. Escribir y oír música, en cambio, es, para mí, incompatible, no puedo escribir mientras escucho aquella preciosa canción que me eriza la piel.
Siento que la música me mece, que mece mi alma, y sí, tengo muchas ganas de escribir, de disfrutar, pero no a la vez. Es imposible, no sigo lo que escribo sino lo que oigo. y te busco en la pena, te encuentro en la risa... te busco, te encuentro, te vuelvo a perder.

viernes, 22 de enero de 2010

Entre libros y apuntes voy viviendo poco a poco. Leo, subrayo, digo en voz alta, vuelvo a leer, lo escribo...
Pienso cómo será el examen y si seré capaz de superarlo...

jueves, 21 de enero de 2010

Perfectas, opuestas.

Ojos penetrantes, sonrisa perfecta; rubia, de ojos marrones claros, se acerca a mí y ríe. Expone sus ideas y me mira. Sonrío de satisfacción al verla. Es preciosa, pienso. Su pelo corto y ondulado quiere llamarme, y si no lo hace es porque no tiene medios.
Tienes un nombre raro, pequeña inocente, pero es el nombre más especial que jamás encontré entre los arbustos de mi jardín.
La pequeña hada sonriente, preciosa autónomamente, la señala; señala a otro pequeño ser, de raza negra, de ojos marrones y perfectamente oscuros, no está sonriendo como su compañera, pero es igualmente perfecta. Las miro. Las contemplo de una manera especial, no podría vivir sin ninguna de ellas, aunque las acabo de descubrir. Ante mis ojos se miran la una a la otra, y la pequeña e inocente rubia le dice algo a la pequeña y risueña negra. Hablan en un idioma que no entiendo, y me gustaría entender: quiero saberlo todo sobre ellas, quiero que sean mías, quiero poder contemplarlas cuando quiera.
El hada de la oscuridad me mira recelosa; intento mostrarle que no soy un ser malvado, sonrío y ella se ruboriza. Jamás pensé que tendría la Perfección ante mis ojos.
Se miran y se abrazan, están contentas, o eso parece. Quiero saber quiénes son, de dónde viene, por qué han llegado a mi vida y qué quieren de mí. No consigo hablar; estoy abrumado de tanta belleza, intento dirigirme a mi primera aparición, el hada Rubia de ojos claros. La señalo. Ella ve que quiero decirle algo y se acerca. Con un minúsculo dedo dibuja letras en el aire, pero yo no puedo verlas, el rastro de "polvo de hadas" que deja es demasiado pequeño para mis ojos. Cuando se da cuenta de ello, repasa y repasa el contorno de las letras y puedo leer "HOLA". Hola, pequeño ser. Eres maravilloso, fantástico... ¿qué haces aquí?
Repasa y repasa y puedo leer: ¿AQUÍ? ¿QUÉ ES AQUÍ?
Me doy cuenta de que todo es más complejo de lo que me gustaría, y las acaricio, las he tocado por primera vez. Si su aspecto era magnífico, su tacto lo es más, y me enamoro perdidamente de las hadas opuestas...

Sonreid, bellas hadas, sonreid.

miércoles, 6 de enero de 2010

2009

Enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre, diciembre...
y vuelta a empezar; enero, febrero, marzo...
y seguimos aquí, sin saber dónde es aquí, en nuestro sitio, pero sin pensar jamás cuál es nuestro sitio, y pensamos que ha sido un año bueno, o malo, y realmente todo es tan subjetivo...

Preparo mis doce lacasitos y busco las uvitas más pequeñas para mi tío, pues no está muy preparado para estas cosas todavía. Y río. Pienso que estarán haciendo en este mismo instante allí, sin saber dónde es allí, pensando en un abismo, en el recuerdo de haber hecho lo mismo cientos de veces con ellos, y sin embargo todo es tan distinto sin ellos...

"Empiezan las campanadas;
-¡No, hombre, no, ahora son los cuartos!
-¡¡tres, cuatro!!
yo no paro de reir y de ahogarme con mis lacasitos; mi tía, como siempre, está histérica y lleva al menos tres o cuatro uvas más de las que tocan...
Es la uva/lacasito número once, salid corriendo, Papá Andrés va a abrir el champán y a ponernos a todos perdidos... Salimos, y uno tras otro vamos escupiendo las uvas, los lacasitos o lo que sea, ya que, con la rapidez de las campanadas, y la risa de mi tía Manoli, no hemos podido masticarlas ni tragarlas... Viene Papá Andrés por la puerta de atrás y, finalmente, nos moja a todos de champán. Mamá Juana gruñe porque toda la casa está encharcada de champán y confeti... nos damos besos para desearnos un feliz año nuevo".

No, Papá Andrés no mojó a nadie con champán, ni mi tía Manoli iba tres o cuatro uvas por delante, ni yo me reía ahogándome con mis lacasitos, ni salimos corriendo... ni NADA.

¿Feliz 2010? gracias, pero... no ha empezado de la mejor manera posible, que es, sin duda, la mía... la nuestra...

felices años a todos...