miércoles, 27 de julio de 2011

Los raperos no son más que poetas.

http://www.youtube.com/watch?v=zS9pyYQHfCA



Chojin.
Kosmopolis 06.
Los raperos no son más que poetas.

Sueños

No puedo dormir. No consigo cerrar un sólo ojo cuando me meto en la cama. Quizá me entra sueño por la tarde, aquello a lo que mi familia llama morriña, haciendo alarde de un tono gallego que no tenemos, que, ahora que pienso, no sé de dónde sale. Pasado ese leve letargo, cuando me dispongo a dormir, soy incapaz de hacerlo.
Sobrevuelan mi cabeza muchas personas, muchas palabras, muchos deseos y muchas incapacidades (como siempre, me estoy cansando hasta yo). Antes de que el sueño me venza (no sé si debería ser la palabra, ya que quizá vencer implica la involuntad de querer ser vencida), pienso en él y en ella, y en aquel que intento olvidar. Me vienen a la cabeza preguntas existenciales (tiene gracia que esto lo diga yo), y recuerdo filósofos que podrían ayudarme. Este pensamiento me lleva a Spinoza, evidentemente (eh, chica del portátil pequeño?), y Spinoza me lleva al profesor spinozista; de aquí salto al otro profesor "joven" (que no sabemos si es profesor!), y del profesor joven salto a los cínicos. Los cínicos me hacen gracia, pienso. Me río. Me sorprendo riéndome y pienso que estoy loca. "Todos locos", e inmediatamente llegan a mi mente los Simpsons, la chica del portátil pequeño y la amiga de la infancia. Vuelvo a reir, esta vez recordando la broma que la de las letras redonditas le hizo al de los pellizcos en el culo. El de los pellizcos en el culo. Qué mote más gracioso. Esto me lleva a pensar que me dijo que qué iba a hacer con mi vida después de haber terminado todo lo que estoy haciendo, y propone; Madrid, Barcelona, Andalucía... Aquí no te quedarás, no hay mucho futuro de lo tuyo. Ahora me pongo seria. Tiene razón. ¿Que qué voy a hacer con mi vida? Joer, macho... vaya pregunta. Pues... Pues... No lo sé. Sé lo que estoy haciendo ahora y hasta puedo decirte lo que haré dentro de dos semanas, y lo que haré en septiembre... pero no tengo idea de lo que será de mí más adelante. Tampoco quiero saberlo, creo. Tengo muchos sueños por cumplir; algunos de mayor importancia que otros, evidentemente. Y yo soy una persona tozuda, tú lo sabes. Con pensamientos de incapacidad, pero tozuda; nerviosa, pero tozuda. Sí. Tengo sueños por cumplir... muchos. Y no pararé hasta conseguirlos (tranquilo, spinozista, no son objetivos que cumplir, son sueños que realizar; que me tienen que realizar como persona... La relación es contraria).
¡Sí! Eso es; tengo tantos sueños... que no puedo dormir.

miércoles, 20 de julio de 2011

Una bronca amigable en la calle, comprar entradas para uno de mis artistas favoritos con una de mis personas favoritas y oír un "Hola tata!" que me alegra el día. Reir con mi profesor de autoescuela y discutir por enésima vez con la de las fotografías prohibidas. Soñar con antiguas amigas que se convierten en amantes y con piercings que aparecen por arte de magia. Quedar con un chico de ojos azules al que no conozco mucho mientras mando un correo a un hombre de ojos verdes al que echo de menos. Hacer fotos a un pijo con rastas mientras mi mejor amigo me anima a ir. Recibir flores de un desconocido y ver en los ojos de alguien un destello especial. Encontrarme con una compañera de trabajo y hablar media hora, apoyada en un árbol (tenía que desahogarse!). Comprar regalitos de Dora para una pequeñaja y de Bob Esponja para un pequeñajo y reírme de una paleta sin compañera. Ir a la playa con la del portátil pequeño y hablar de todo y de nada, pensando que aún no la conozco. Recibir regalos por un santo siempre celebrado y emocionarme con una tortuga de oro blanco. Quedar con las llosetinas par ir a la playa, después de tres semanas intentándolo, pensando que las echo de menos a todas. Recordar mi instituto mientras veo a un profesor ideal hablando por teléfono, y recuerdo mis amores platónicos. Me reprimo mientras opino que nada es real, que esto no es cierto, y me vuelve a decir que no es lógico, que no es cierto, que no puedo pensar así. Pensarlo. Reflexionarlo y llegar a la conclusión de que él tiene razón, nuevamente, pero que se me hace muy difícil cambiar el punto de vista que mi historia me obligó a tener. Hablo de traumas, de historias traumáticas y de sexo, y opino que lo llevo bien; él lo confirma (medianamente bien). Escribo y leo, leo y escribo sobre guerras y sobre enamoramientos conceptuales, mientras voy reprimiendo mis "me encantas" y mis "ven ya", e incluso mis "de qué vas?" y mis "Cómo te pasas", pero lo sigo sintiendo y escribiendo. Me enamoro nuevamente, minuto a minuto, viendo como esto molesta a personas que no debería y es criticado por personas que me dan igual, y disfruto sintiendo orgasmos intelectuales, enamorándome y haciendo fotos de lunares en el rabillo del ojo...

Sigo siendo yo, con mis virtudes y mis defectos, y mis fans y mis "enemigos" (Que resulta que también tengo, que yo no lo sabía), con la gente a la que molesto y a la que alegro... aquí estoy.

lunes, 18 de julio de 2011





VÉRTIGO.
Jerez, 2011.


Baja. Confía en mí. No pasará nada.
Me da miedo, pero... ¿qué más puede pasar?



viernes, 15 de julio de 2011

Viejas emociones.

Te miro y me miro a mí misma, y veo que estoy sonriendo de aquella manera. No quiero magnificar nada, después de lo que me dijo la rubita, pero es cierto que tiendo a hacerlo. Te enseño tortugas y colecciones de miniaturas de instrumentos mientras tú me tocas cosas freaks al piano. Había olvidado completamente todas estas emociones, sensaciones, por llamarlas de alguna manera, sin intención de precondicionarlas. Lo de siempre, en realidad, pero habían perdido el siempre. Habían perdido mi implicación y habían perdido mi sonrisa. Me encantas, pienso. Pero no soy capaz de decirlo y ni siquiera soy capaz de creerlo; hacía mucho que no lo pensaba, pequeño.


Me emociono como cuando me emocionaba. Me excito como cuando alguien sabía hacerlo y me ruborizo como cuando alguien me halagaba. Me halaga y soy incapaz de creerlo, pero me ruborizo, mostrándole mi voz, mis hombros y mis tortugas, pensando hasta dónde seré capaz de llegar, creando en mi cabeza situaciones irreales, que jamás existirán, seguramente.

Pero mi riqueza reside ahí. Reside en saber hacerlo por mí misma, sin necesidad de nadie, aunque se malpiensen, aunque me critiquen y aunque crean que me enamoro de todo el mundo, que tan sólo soy una hippie moderna que escribe sobre gente a la que le gustaría tirarse, o a la que ya se ha tirado. Esto es lo que soy, señores. Hace dos días que he conocido a esta persona y, realmente, no dejo de pensar en ello hasta que lo escribo. Y lo he escrito. ¿y qué? Podría no haberlo publicado, como muchas otras cosas, pero hoy, precisamente hoy, he sentido la necesidad de hacerlo, porque hoy me da exactamente igual lo que opinéis sobre mis escritos.
Por supuesto, y siempre... El blog es vuestro, evidentemente (por eso es público, chicos).

viernes, 8 de julio de 2011

Caminos... ¿separados?



Un abrazo me transporta a otro mundo y, en ese momento, pienso en una mano izquierda que escribe letras redondas, las mismas letras de siempre, que tanto extrañaba. De repente me viene a la cabeza todas aquellas similitudes que un día le comparé; las dos... tan parecidas y tan diferentes... No lo pienses, parece que ya da igual. Él me pone como ejemplo de "mejor amiga" y después, viendo mi sonrisa, me dice, riendo, que no es el caso, que tan sólo era un ejemplo. Sonrío y siento tanta felicidad que por un segundo se me olvida que estoy mal por otra "amistad de las mejores". No supe en qué momento decidimos ir a recordarle que aún estábamos allí, aunque de distinta manera, pero allí. Era un calzada de tres carrilesque se bifurcó, de una manera extraña; dos hacia un lado, juntos, intermitentemente juntos, y el otro hacia el lado contrario; solo, voluntariamente solo, pero agradeciendo cuando volvíamos a por ella.


Bajo su letra redondita, escribí la inscripción de aquella relación; la nuestra (1998-?), y recordé que, poniendo un signo de interrogación, la relación quedaba aún inacabada, aún sin finalizar. Muchos años. Son muchos años, pensé. La miré, con una camiseta larga, su pelo (ahora castaño y con flequillo), su nariz, sus ojos, sus manos... Era ella. Seguía siendo ella. Seguía siendo aquella que se ponía celosa de toda nueva amistad que llegaba a mi vida, que cumplía años y hacía fotos, que lloraba y reía a mi lado hasta las seis de la mañana. Aquella que se enamoraba de todos los que yo detestaba, la que me abrazaba poco, pero lo hacía. La que abandonó la vida real por la vida virtual y la que fue infeliz hasta hace relativamente poco. Ella compartió conmigo amores y desamores, profesores y profesoras "especiales" que nos hacían la vida más llevadera... Ella... Porque yo ya no podía hacer nada más y lo hacía, por ella, porque era ella...


Llega el momento de irse, de volver al mundo real, de abandonar los recuerdos para seguir con la rutina, veraniega, pero rutina. Llega el momento de que los carriles se bifurquen de nuevo, sabiendo que siempre, aunque tan sólo se muestre de vez en cuando, vamos a estar ahí.


Ahora yo me voy con él, ascensor abajo, y nos miramos, y hablamos. Él. Que ya no sé si sigue siedo él; ha cambiado mucho. Bueno, como todos, supongo. Sí. Claro que sigue siendo él. Sigue siendo él porque sigue emocionándome con cada abrazo, porque me sigue haciendo sonreir cuando nos encontramos en situaciones aún extrañas para los dos. Porque me sorprendo pensando en cómo le habrá ido el día, o si habrá discutido con la chica que le gusta. Sí. Es él porque nunca ha dejado de abrazarme cada vez que me ve, ni cada vez que me voy. Porque, aún sin saber si yo soy para él lo que él es para mí, sigue siendo más de lo que podría explicar. Recuerdo que lo definíamos como "bueno, pero soso". Cierto. Después de tantos años (Ahora pienso que nuestra relación debió comenzar por el 2002 o así), podría seguir describiéndote así, aunque lo de soso sea tan sólo una característica pública, y tan sólo de vez en cuando.


Bajamos del ascensor; vamos a casa. Juntos. Me deja en el portal, me abraza de nuevo, me besa y me pellizca, y le miro con rencor. Sonríe, dice algo así como "ya nos decimos cosas", y se va.


Entro en casa. Estoy cansada y no tengo sueño. Pienso en cuántas partes tendrá mi vida... Dos, mínimo; ellos dos. Muchas más, sí. Pero ellos dos son dos partes, y por el mero hecho de ser dos partes de mi vida, ya son dos partes importantes.


Juntos sois un recuerdo muy grato, de aquel tiempo en el que casi nada perturbaba nuestra supuesta felicidad.


Por separado sois la tristeza de haberlo perdido, la tristeza de echarte de menos, pero la esperanza de tenerte siempre aquí, Phoebe, y la alegría de haber compartido contigo todo lo que he compartido, y lo que me queda, Niño visera.




domingo, 3 de julio de 2011




Pérdida.

16.06.2011.

Jerez de la Frontera.


sábado, 2 de julio de 2011

Hoy, Soledad.




Soledad. Siempre he pensado que era un nombre precioso... Pero triste. Si me hubiese llamado Soledad seguramente mi punto de vista cambiaría, pero es precioso y a la vez triste. Soledad. Es como destinarte a estar sola, como obligarte a coger ese camino. Es una tontería. Hay personas llamadas de muchas maneras y en nada condiciona su forma de ser o de sentirse, o sí, pero es inconscientemente... Soledad. En días como hoy quizá hubiese preferido llamarme así a llamarme como me llamo. Me describe mucho mejor. Vale, sí; estoy melancólica (qué raro! Dirán sarcásticamente algunos que me conocen bastante bien). No hay porqué preocuparse, la vida es así. Mañana seguramente querré volver a llamarme María del Carmen, o Josefa o Francisca, pero hoy quiero llamarme Soledad. Hoy quiero llamarme soledad porque recorto fotos sexuales para convertirlas en tristes, y es que hoy son tristes aún siendo sexuales. También quiero ser Soledad porque no puedo expresar lo que siento, y eso me hace estar más sola que nunca. Porque sí tengo a mucha gente que me quiere a mi alrededor, que no se da por vencida y que no deja que yo lo haga, pero que en momentos como éste de poco sirve tenerlos, sin menospreciarlos (faltaría más). Pero en un momento como este estoy sola conmigo misma, sola con la soledad, sola con esa forma de ver la vida, sola con los recuerdos y con los objetivos perdidos. Miro la vida desde una perspectiva nueva, hoy. Una perspectiva que siempre te critiqué, amor de mi vida, que siempre me dolió, que siempre evité... Y hoy yo estoy inmersa en ella... Hoy siento todo aquello que tú escribías, todo aquello que intentabas ocultarme y, sigo sin entenderte, pero estoy en ello. Por un pequeño atisbo de luz vi tu mirada, y recordé aquellas palabras; Felicidad, Sonrisa, Amor y Confianza. Y hoy no las echo de menos, al menos no del todo... pero me da tantísima pena estar escribiendo esto ahora...

No estoy mal, no lo estoy, claro que no... Pero aún hoy puedo recordar cuerpos ajenos, quemaduras debajo del pecho de alguien, lunares en el cuello, ojos negros, trenzas sin trenzar y confidentes de mis sueños, de mis primeros amores, alientos de las derrotas en las que rompen corazones.

Y hoy, Soledad se apodera de mí, y nace una nueva yo, sola consigo misma, feliz de haberlo conseguido y triste de haber muerto en la batalla, que se esconde detrás de la otra, de la sexual, de la de la foto original, de la feliz... pero que está ahí, que sigue amenazándome... Aunque no sé si amenaza sería la palabra, pues no la temo, ni deseo que desaparezca; me hace más humana, más María del Carmen, más Mary y más todas aquellas. Sí, ahora lo tengo claro. Lo necesito, al igual que cualquier ser humano...

Mañana seré Josefa... Hoy, Soledad.

Ay, Montaigne...