sábado, 23 de enero de 2010

Por fuera, por dentro tan cerca de ti. Destellos de estrellas desprende tu risa cuando de reojo me miras así...
La inspiración a veces viene con la música; estás escuchando una canción que te gusta mucho, y empiezas a escribir. Escribir y oír música, en cambio, es, para mí, incompatible, no puedo escribir mientras escucho aquella preciosa canción que me eriza la piel.
Siento que la música me mece, que mece mi alma, y sí, tengo muchas ganas de escribir, de disfrutar, pero no a la vez. Es imposible, no sigo lo que escribo sino lo que oigo. y te busco en la pena, te encuentro en la risa... te busco, te encuentro, te vuelvo a perder.

viernes, 22 de enero de 2010

Entre libros y apuntes voy viviendo poco a poco. Leo, subrayo, digo en voz alta, vuelvo a leer, lo escribo...
Pienso cómo será el examen y si seré capaz de superarlo...

jueves, 21 de enero de 2010

Perfectas, opuestas.

Ojos penetrantes, sonrisa perfecta; rubia, de ojos marrones claros, se acerca a mí y ríe. Expone sus ideas y me mira. Sonrío de satisfacción al verla. Es preciosa, pienso. Su pelo corto y ondulado quiere llamarme, y si no lo hace es porque no tiene medios.
Tienes un nombre raro, pequeña inocente, pero es el nombre más especial que jamás encontré entre los arbustos de mi jardín.
La pequeña hada sonriente, preciosa autónomamente, la señala; señala a otro pequeño ser, de raza negra, de ojos marrones y perfectamente oscuros, no está sonriendo como su compañera, pero es igualmente perfecta. Las miro. Las contemplo de una manera especial, no podría vivir sin ninguna de ellas, aunque las acabo de descubrir. Ante mis ojos se miran la una a la otra, y la pequeña e inocente rubia le dice algo a la pequeña y risueña negra. Hablan en un idioma que no entiendo, y me gustaría entender: quiero saberlo todo sobre ellas, quiero que sean mías, quiero poder contemplarlas cuando quiera.
El hada de la oscuridad me mira recelosa; intento mostrarle que no soy un ser malvado, sonrío y ella se ruboriza. Jamás pensé que tendría la Perfección ante mis ojos.
Se miran y se abrazan, están contentas, o eso parece. Quiero saber quiénes son, de dónde viene, por qué han llegado a mi vida y qué quieren de mí. No consigo hablar; estoy abrumado de tanta belleza, intento dirigirme a mi primera aparición, el hada Rubia de ojos claros. La señalo. Ella ve que quiero decirle algo y se acerca. Con un minúsculo dedo dibuja letras en el aire, pero yo no puedo verlas, el rastro de "polvo de hadas" que deja es demasiado pequeño para mis ojos. Cuando se da cuenta de ello, repasa y repasa el contorno de las letras y puedo leer "HOLA". Hola, pequeño ser. Eres maravilloso, fantástico... ¿qué haces aquí?
Repasa y repasa y puedo leer: ¿AQUÍ? ¿QUÉ ES AQUÍ?
Me doy cuenta de que todo es más complejo de lo que me gustaría, y las acaricio, las he tocado por primera vez. Si su aspecto era magnífico, su tacto lo es más, y me enamoro perdidamente de las hadas opuestas...

Sonreid, bellas hadas, sonreid.

miércoles, 6 de enero de 2010

2009

Enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre, diciembre...
y vuelta a empezar; enero, febrero, marzo...
y seguimos aquí, sin saber dónde es aquí, en nuestro sitio, pero sin pensar jamás cuál es nuestro sitio, y pensamos que ha sido un año bueno, o malo, y realmente todo es tan subjetivo...

Preparo mis doce lacasitos y busco las uvitas más pequeñas para mi tío, pues no está muy preparado para estas cosas todavía. Y río. Pienso que estarán haciendo en este mismo instante allí, sin saber dónde es allí, pensando en un abismo, en el recuerdo de haber hecho lo mismo cientos de veces con ellos, y sin embargo todo es tan distinto sin ellos...

"Empiezan las campanadas;
-¡No, hombre, no, ahora son los cuartos!
-¡¡tres, cuatro!!
yo no paro de reir y de ahogarme con mis lacasitos; mi tía, como siempre, está histérica y lleva al menos tres o cuatro uvas más de las que tocan...
Es la uva/lacasito número once, salid corriendo, Papá Andrés va a abrir el champán y a ponernos a todos perdidos... Salimos, y uno tras otro vamos escupiendo las uvas, los lacasitos o lo que sea, ya que, con la rapidez de las campanadas, y la risa de mi tía Manoli, no hemos podido masticarlas ni tragarlas... Viene Papá Andrés por la puerta de atrás y, finalmente, nos moja a todos de champán. Mamá Juana gruñe porque toda la casa está encharcada de champán y confeti... nos damos besos para desearnos un feliz año nuevo".

No, Papá Andrés no mojó a nadie con champán, ni mi tía Manoli iba tres o cuatro uvas por delante, ni yo me reía ahogándome con mis lacasitos, ni salimos corriendo... ni NADA.

¿Feliz 2010? gracias, pero... no ha empezado de la mejor manera posible, que es, sin duda, la mía... la nuestra...

felices años a todos...