martes, 19 de noviembre de 2013

Ya no es ella, ahora...

Tenía el pelo rizado y le llegaba hasta la cadera. Unos dieciocho años, la cabeza bien puesta en las nubes y la sonrisa atrapada en su piel. Estudiaba sin ganas para poder estudiar lo que sus ganas pedían a gritos. El griego se le daba muy mal y sólo era capaz de aprender las declinaciones y las conjugaciones con una cancioncita un tanto ridícula. Ella no tenía sentido del ridículo, no lo sabía, pero hacía el ridículo muy a menudo. Tal vez, si lo hubiese sabido, tampoco le habría importado. Sus mejores amigos sólo estaban en el recuerdo y alguno que otro volvía en algún patio perdido, pero parecía que ni así era capaz de salir de allí. 
Escribía de vez en cuando, pidiendo perdón por ello. Ya no escribiré más, ya no escribiré más. No lo leas, qué más da... No... Por favor... Más censura y más sentimientos de culpabilidad sólo por algo que hacemos todos, tal vez de diferente manera, pero que todos hacemos. Ella lo reflejaba en letras, otros lo hacen en miradas, pero todos, todos, hasta el más vil de los villanos, sentimos. Es un plural mayestático, no os creáis que el vil villano sea yo... 
Su manera de caminar era ridícula, lo supo a los 21 años, aunque ella ya suponía algo desde antes. Conocía mucha gente, pero muy pocas personas le llenaban. Tal vez sí le hubiesen llenado si no hubiese tenido llena la cabeza de amores que no tenían sentido. Bueno, todos los amores tienen un sentido, el de amar, pero aquel amor tal vez no podía llamarse así, puesto que estaba teñido de posesión... y de más cosas que descubriría odiosas cuando le creciesen las ganas de vivir. 
Le crecieron, voló, dejó la estabilidad supuesta, escribió y vivió. Un día, se dio cuenta de que la estabilidad no estaba hecha para ella. Que quería, que besaba, que en momentos puntuales podía dejar de ser una niña buena para ser un demonio confiado, que a veces podía confiar en su piel, que de vez en cuando perdía la razón por la pasión de alguien que estaba fuera de sus límites, pero que no quería aquello.
A veces intentaba explicárselo a sus amigas. Aún cree que no le entendieron. Con dieciocho años camuflaba su amor por el mundo en amor por una sola persona, pero explotó. Explotó y enterró el amor único, exclusivo, posesivo y sinsentido. A partir de ahí, sin buscarlo, entró en relaciones que ni empiezan ni acaban, que marchitan y dan vida, que van y vienen, se retuercen y se erizan, aún más. También sigue mordiendo, y sigue poniéndose roja cuando alguien le habla de ello. La gente malentendía su amor, cambiaba las letras y le llamaba promiscuidad. Sólo ella sabía que no había nada de eso. Pero nadie lo entendió. Superó millones de traumas que no sabía que tenía, como cada persona que encontró en su camino y, casi siempre, fue feliz. 
Intentó explicar, también, qué significaba aquello de me gustas, y lo hizo con me encantas,  conoció a hombres con sonrisas de niño, a niñas con cerebro de mujeres y sonrisas de otro mundo, a grandes que le regalaban sus manos en cada encuentro, a amigas que, a pesar de volver del recuerdo, volvían para siempre, a confianzas con rastas ahora ya imaginadas... Y al mundo vivo, de nuevo.  A los amarillos, a las relaciones yo-tú, a las pieles que erizaban su piel... Y sin buscarlo, sigue encontrando, aunque se le llene la lengua de malentendidos y aunque baile pensando en encuentros perdidos... 
Ahora, cuando menos se busca, se ha encontrado frente a su cara alguien que le es muy familiar y que le interpela con la mayor fuerza del mundo. Alguien que le sonríe y que le pregunta si consiguió lo que quería... Y ya ella no recuerda lo que quería, sólo que no tiene objetivos, que la felicidad se consigue siendo y que el deseo es maravilloso... Cierra los ojos y se piensa, y ya, no es ella... Ahora, soy yo. 

sábado, 9 de noviembre de 2013

Només -i a més- companys.

Em sacsegen coses que no m'haurien de sacsejar ja... És massa tard, Mary, és massa tard. M'ho repeteixo mil vegades, però segueixo aquí amb aquestes penes que no tenen res a veure amb jo. Perquè és vera, no tenen res a veure, però segueixo aquí amb totes aquestes llàgrimes que mai surten quan han de sortir, amb tots aquests desitjos que no aconsegueixo fer, per por, i amb totes aquestes pors que només em serveixen per anul·lar desitjos. 
Qualque vegada, de sobte, apareix un al·lot o una al·lota pel carrer que em recorda que sóc viva, que estic aquí, que sóc, que visc. Alguns pics això dura massa poc temps i torn a caure, sempre torn a caure. He parlat amb molta de gent en contes, he fet molts de contes sobre gent, però a vegades és molt difícil. Quina sort, poder fer-ho!! Quina sort poder tenir fred quan fa fred, quina sort poder plorar quan en tinc ganes!! Quina sort haver nascut aquí i no haver mort de fam... Quina sort ser filla de la meva mare, quina sort ser jo, quina sort saber castellà i estimar català, quina sort conèixer tanta gent com la que conec.. Però encara i així... A vegades, passen aquestes coses i la música fa brollar aigua dels ulls salats de verd.
Ara arriben els matins freds, la meva manta estarà infestada de somnis, novament, encara que no d'abraçades.  Una altra vegada parlaré de fer l'amor pels cantons de la vida, i la meva pell seguirà essent de gallina quan arribi ell, o ella...
I avui he de parlar novament de fer l'amor, encara que el puc anomenar de mil maneres diferents...

Dimecres, un parc perdut, cèntric, amb molta de gent. Cans que passegen els seus amos, nins que es perden i ploren cercant la seva mare, nines que juguen amb mil pilotes de colors, fins i tot algun adolescent  que jo crec que ens escoltava. També dones i homes passejant simplement per allà. És un lloc agradable. Ple de gent, ple d'alegria i de penes, però, per mi, en aquell moment, perdut. 
Perduda, com estava jo, també. I tal vegada ell, però això no ho sé. 
Quan vaig arribar a aquella classe, fa algunes setmanes, el vaig mirar i el vaig recordar. Clar, és ell. Des del primer dia ha mostrat la seva simpatia al món. Des del primer dic, imagino, des del primer dia, des del naixement del seu somriure. No sé què ha passat. De veres que no ho sé. Érem companys de pupitre; a vegades no. A vegades l'he tingut enfront del meu pupitre. El mirava i havia de somriure forçosament; me fa gràcia, me fa pessigolles, me fa somriure. Després hem estat també companys de camí. No arriba a cinc minuts de camí, de fet no sé si arriba a dos, però companys de dos minuts segueix essent company! Fins aquí havíem arribat... Però ara, ara ja hem estat companys de més coses; de confidències públiques -jo crec que els adolescents ens sentien!-, de mirades als ulls, i perdudes, a la vegada. Companys de banc -i no em refereixo a EVO-, companys de classe, companys de parc, d'emocions o companys d'intents -d'intents de contar qualque cosa que per cada un de nosaltres és totalment imprescindible-. 
A vegades, entre algunes paraules, m'aturava i el mirava. Me feia vergonya, no sé què estava passant, no sé perquè va sortir tot allò, no sé perquè ell... No sé perquè, però, sense gairebé sentir la necessitat, me va sortir. La nit anterior, mentre brollava llàgrimes verdes, sí ho vaig sentir, i no ho vaig fer. Ell em mirava a vegades, també, i la meva mirada tornava enamoradissa, com jo, com sempre, com les seves paraules. Avergonyida, també vaig parlar de sexe, del meu sexe, i vaig pensar que tal vegada no érem tan diferents, els humans de les humanes. 
Me mirava i m'encantava. I m'encanta, i em mira... I fa bromes, i me fa pessigolles a la pell de la memòria... I m'encanta. 

I ara, també, som companys d'abraçades... I m'encanta. 
Ay, no sabia com t'ho havia de demanar. 
I.A.  

martes, 15 de octubre de 2013

Repeticiones

Estoy aprovechando para leer. Mientras encuentro a alguien que me haga jirones la piel del sentimiento. Mientras encuentro a alguien que haga que se me corte la respiración. Mientras no aparezca, estaré leyendo. Cuando, de repente, encuentre a alguien que me coja las manos con su alma, entonces, aparcaré brevemente las letras y volveré a coger los besos. No espero que aparezca pronto, sólo espero que no me recuerde a ti. 
Esta mañana desperté con dolor de riñones. Llevo una semana y media enferma. Es sorprendente pero es en esta semana cuando más besos me han dado, sin temer el contagio. Me han dado más besos, más caricias, y también he tenido más bloqueos. Es sorprendente, pero es ahora cuando vuelvo a tu recuerdo.
A ti no, no te equivoques. Me dejaste claro en aquella mirada que no querías que volviese a ti. Pero volver a tu recuerdo es cosa mía. No tiene nada que ver contigo. Ni siquiera tiene un soporte físico. Es mío y sólo mío y ni siquiera sé si existe. Me da igual.
El otro día, al chico que es sólo un nene, y que me ha estado dando besos esta semana, intentaba explicarle que los sentimientos que en nuestra sociedad se presentan como "negativos" no tienen por qué ser tan malos. Él teme que la persona a la que le da besos se vaya. Sabe que las relaciones mutan, cambian, van y vienen, pero tiene miedo, porque dice que se está acostumbrando a esa persona. Le miré con cara de enfadada, aunque realmente era cara de hartazgo; otra vez tengo que explicarlo. Le dije que cuando eso pasara, intentase disfrutar del sentimiento que le causaba la marcha de la niña de los mimos. Sonrió, pero no creo que me entendiese. 
Yo hace ya algunos meses que disfruto de que no estés. No quiere decir que esté contenta de que no estés aquí, sino todo lo contrario. Disfruto del hecho de sentirme triste por el hecho de que no me beses. Disfruto de estar viva, de ser también lágrima de vez en cuando. Me encanta que de repente venga a mí tu risa, cuando hacía semanas que no la visitaba y meses que no la siento. La quietud de mis sábanas me recuerdan al terremoto de las  tuyas en aquel tiempo, y me entusiasma pensarlo. Hacía mucho que no escribía sobre todo esto, pero no hacía tanto tiempo que no te recordaba. Nuestra historia se esconde, de vez en cuando, pero está aquí, conmigo. 

La primera cita, las conversaciones cogidos el uno al otro por la mirada, las caricias que no se acababan, las noches que no sabíamos qué hacíamos, pero lo hacíamos. Aquellas frases... Aquellas frases que me vienen a la piel  cada vez que me muerdo el labio. Tu primer abrazo, tu primer colapso. Me dan igual. Ya no existen, y tal vez no existieron nunca; pero no hay nada, absolutamente nada que me haga dejar de sonreír cuando pienso en ti. Me da igual que no vuelvas más, me da igual que esto sea lo único que me quede después de ti...Me da igual. 
Me da igual que un día se te escapase "te quiero" mientras me hacías quién sabe qué en las entrañas. Me da igual, me da igual que me encanten tus manos y tu nariz, tus labios, tus piernas, me da igual. Me da igual que no pueda hablar de amor sin que me vengas a la cabeza, aunque sea este amor mío... Me da igual, me da igual que no hayas venido a la tercera, me da igual que seas el más tierno de los hombres y que ya no pueda disfrutarte. Me da igual que seas un hombre y me da igual que tengas la boca que recuerdo en mis momentos más íntimos. Me das igual tú, me da igual que sonrías a las rubias y a los morenos, me da igual... Pero me sigues entusiasmando. 

Amb la tendresa d'un amor que creia en l'infinit
i que com tot s'acaba.
Clara Peya. 

martes, 1 de octubre de 2013

Des-paciència.

JO TAMBÉ ESTIC FARTA DE LA VAGA. Jo, i tots. 
Professors, mares, pares, alumnes... Tots. Però és que això ja no es pot consentir. Tots volem que comenci el curs amb normalitat: els professors són professors, en la seva majoria per 'vocació', i són feliços quan en fan classes. A més, estan perdent més de cent euros diaris per fer aquesta vaga. És clar que volen començar el curs d'una vegada!! Si no ho fan, és, escolta'm! És pels teus fills. 
Els pares, tots, els que estan d'acord amb la vaga i els que no, volen que els seus fills comencin escola. Ja no saben on deixar els seus fills, ja no saben què han de dir a la iaia, no saben com l'han d'explicar als nins de cinc, de sis anys perquè la "senyo Joana" no ve a classe; perquè està lluitant per tu, pel teu futur. 
Els alumnes, que normalment es queixen ja de l'institut, de l'escola, estan farts ja d'estiu, perquè ja no és estiu, perquè ja necessiten fer coses, perquè també enyoren els seus companys, els seus professors; el seu pupitre, el fet de fer el què ha fet sempre. Els nins demanen, els adolescents s'informen, però tots volen tornar. I lluiten també, alguns, i d'altres es pugen al carro de la desinformació i no fan res. I estam, i estan lluitant per ells! 
I estam farts, però això ja no ho podem consentir. L'altre dia, diumenge, vint-i-nou de setembre, vaig sortir al carrer. Anava vestida de verda, i el meu món, també. Vaig arribar a Palma i no vaig saber ni on era. Tot era verd. Gent cridant, amb verd cridaner, per  mi, pels alumnes, per l'educació. Vaig sentir que hi havia més de cent mil persones. Jo deia: "hi ha un munter de gent!!!!", emocionada (mai he estat molt bona per contar gent en massa..) Estàvem lluitant. 
Avui, els pares que no saben el què passa, els que no volen saber, es queixen: "Todavía dura esa huelga? Estos profesores que no quieren trabajar!!", alguns, fins i tot els va insultar. Avui he llegit una carta de na Marga, publicada al diari, que explicava a unes mares que criticaven els professors i mestres dels seus fills per secundar la vaga, el per què de la vaga. A aquesta carta deia que s'havia hagut de mossegar la llengua per no dir quatre coses -na Marga ho ha dit d'una manera més elegant-. Jo no m'he pogut callar. Els hi he dit que, per començar, els professors estan treballant més ara que quan estan fent feina; Vaga, manifestacions, concentracions, cartells, serveis mínims; tot sobre les mateixes esquenes, i tot, amb cent i pico d'euros menys al compte corrent. I no "quieren trabajar"? I vostè no se vol informar, li he dit. M'ha dit "seguro que eres catalana", i ha marxat corrents. Tot això, i tot el que he sentit aquests dies m'han fet pensar tant...
No som catalana, però no importa això. Tampoc no som d'aquesta terra, ni tampoc d'aquella. Som jo. El meu nom és Mary,  i m'he indignat. Ara ja no, home, ara ja no. Ara ja hem d'anar a per totes, perquè això no se pot consentir. Vaig néixer lluny de Mallorca, i al principi em costava la mateixa vida viure en català. La meva senyo em deia sempre que ho feia molt bé, però jo sabia que no era així. A la meva escola tot s'estudiava en català, i, al principi, no m'agradava. Avui, ho he d'agrair. Quan vaig arribar a l'institut (aquell institut del què tant es xerrava fa un any, quan es deia que obligaven als alumnes a xerrar en català), vaig trobar-me amb gent realment genial. Na Marga, en Miquel, n'Àngela, na Rosa, na Joana, en Chuchi... Tots ells persones que no em posaven cap problema quan jo reia en castellà. Jo encara no m'atrevia a xerrar en català; només a escriure. Tenia por d'equivocar-me i fer "una falta de respecte" sense saber-ho. No va passar mai. Vaig escriure en català, vaig viure en les dues meves llengües; Vaig estimar-me-les. Avui, veig pares que es queixen de què els seus fills facin classe en català, i que es queixen perquè, segons ells, lluitam contra l'anglès. Jo no crec que hi hagi un lloc que estimi més les llengües que un lloc on els seus habitants comparteixen la vida en dos idiomes. No pot ser... No pot ser. No lluitam per això! Sinó  perquè no estam qualificats ni per ensenyar en anglès, ni per aprendre tampoc en aquest idioma. A més, lluitam per l'atac que el PP intenta fer -des de fa ja tants d'anys...- a la nostra llengua. Perquè també és meva!! I vostra.. i no vos adonau. I perquè si seguim així, la pròxima passa d'aquest govern imprudent i sense cap tipus de vergonya, serà fer desaparèixer totalment de les escoles i de la nostra vida aquesta llengua. Fins i tot s'han inventat una de nova!!! D'on ve aquesta fòbia? Fanatisme, desinformació... Jo m'estim més que ara no comencem un curs normal, que lluitem tots en contra d'aquests canvis, que haver d'estudiar un dia en un idioma que fins i tot  els seus "creadors" no saben escriure... (Els coneixedors dels escrits en Baléà saben de què parlo).
I no, no n'hi ha cap llengua més "important" que d'altre, no hi ha cap llengua més "bonica" que d'altre, no n'hi ha llengües millors i ni tan sols més útils. Per què, ido, defens el català? Perquè és ara la que està essent atacada, i no puc amb això. És part de la meva vida, de la meva manera de veure el món; i de la teva.


L'altre dia vaig presentar el meu segon llibre i vaig desaprofitar -o no- l'ocasió per dir tot el què havia de dir. Em presentava el meu professor de filosofia de batxillerat. M'acompanyaven els meus professors i professores de literatura, de català, de castellà, d'anglès... De verd. Tots, tots, de verd. Tots em miraven amb cara d'orgull i estic segura de què tots pensaren en qualque moment que jo també vaig sortir d'una escola pública. D'un institut, d'una universitat pública... I són ells els que m'han fet ser això, i són ara els que lluiten per mi, per tots els alumnes que han tingut, i tots els que ara no els deixen tenir... Ànims, profes. Ànims i gràcies, sempre... Per haver-me format i per lluitar ara per tot el què voleu, tot el que vos estimau... Gràcies, de veres, per lluitar per nosaltres i els que venen. GRÀCIES.


I som molt capaç d'escriure aquest text i mil més en un castellà sense cap tipus de falta, perquè la meva educació no ha discriminat cap tipus de llengua; però avui, no. Avui no me dóna la gana, avui la que me necessita, és la llengua catalana. 

sábado, 7 de septiembre de 2013

Amor

Tinc calor i tinc fred. L'altre dia dins es teu cotxe, ens vàrem dir que ens estimàvem. També ens vàrem besar amb tendresa. Un altre dia, a ca meva, també ens vàrem besar. Ens vàrem dir que teníem ganes de dormi junts. Tenc ganes de dormir amb tu... pjpnbpnfubjpaodfnonb, però no me diguis això que me n'he d'anar!!! Te n'anares, finalment, però jo tenia ganes de dormir amb tu. Tu també, t'ho vaig veure al final de les teves pupil·les. Vàrem matar a tot aquell que pensava que la tendresa i el sexe estaven renyits. Vaig llogar tot l'amor possible per donar-te'l a tu. Ens vàrem mostrar quantes besades són capaços d'aguantar els nostres colls (mai sabem qui guanya, però ho intentam sempre!)
Un altre dia, a aquell graó d'aquella tenda de roba tan cara, tots dos aferrats, abraçats, tots dos enamorats del món, tots dos amb cara de 'moñitas'. Ens besàrem també, ens abraçàrem, ens vàrem dir que ens estimàvem. Que volíem dormir junts. I una altra vegada lo de sempre; els colls, les pells, les ganes, el cotxe,  els pèls de punta... Sempre. I mai. 
Un altre dia, a un altre lloc. I un altre lloc a un altre dia. I així des que va passar tot això. I així des que ens vàrem mirar d'aquella manera, des de que ens vàrem besar dient "esto es muy raro... no?", des de que vàrem decidir que l'amistat no estava barallada amb la tendresa de l'amor efímer. (Efímer no perquè sigui un tipus diferent d'amor, sinó perquè, com diu MB, només se pot aguantar l'amor de veres per un segon.) 
Ho vàrem decidir, o no. Jo sí. Ell no ho sé. Tu, no ho sé. Però jo ho vaig decidir. Tenia por de fer-te mal, però després vaig pensar que per estimar a una persona -encara que sigui d'aquesta manera tan especial- no s'ha de fer mal a ningú. Que estimar a vàries persones, per tenir tipus diferents d'amor, tipus diferents de relacions, no implica fer mal a la gent. La gent, ara, ets tu. Perquè els altres no m'importen, ara. Jo no te vull fer mal a tu. No te vull fer mal, no vull que no m'entenguis. Jo puc estimar-te en un segon i mig, puc mirar-te i dir-te que t'estim. No t'estic enganant. No ho sabria fer. Però tampoc sabria prometre res més. Ni més, ni res. No te puc prometre res. T'estim. Ara, en aquest moment. Ahir a la nit, mentre te besava, mentre t'acariciava, mentre t'estimava.  Altres vides varen sorgir dels sons que creàvem mentre ens besàvem sa pell de sa vida. Però res més. És que res més seria vera. Res més que això és vera.


Avui m'he aixecat amb tu. Ahir te vaig estimar. Tal vegada te vaig contar massa tard el que jo entenia per 'amor'. Però tal vegada la gent podria deixar de banda els seus prejudicis i no acusar-me de coses que jo no som. Tot això no significa que vosaltres no deixeu marques als meus llavis, no  significa que no sigueu res, sinó tot el contrari. Si no ho enteneu, perfecte. Jo tampoc vos entenc a vosaltres, i no per aquest motiu puc dir que el que sentiu vosaltres no és amor. Amor, per mi, és això. 

jueves, 15 de agosto de 2013

Mientras me masturbo.

Ahí afuera debe haber un mundo. Aquí dentro también,  pero creo que es otro.  Llevo meses haciendo esto. Te lo conté un día y tu cara cambió de repente. Te he escrito desde entonces muchas cartas contándotelo. A ti. Todas empiezan igual. Todas se van al mar. 
Mientras me masturbo, pienso en ti. Estoy bien. No pienso en ti todo el día. Ni todos los días. Algunos días sí, pero no todos. Te revivo cuando tengo la piel sensible. Hoy, por ejemplo. Tengo tantos escalofríos que pierdo tu nombre en el sentir. Miro hacia arriba; el techo blanco, cuadrado, tú. Tu cara ahí. Tu nombre en aquel relato. Mi nombre en tu boca. Todo, todo. Con tanta fuerza que me gustaría poder regalártelo en algún momento. Pero no es posible. No lo es. Eso no puede pasar. 
El caso es que no pienso en ti todos los días, ni todo el día, pero lo hago. Lo hago. Y también lo pienso. A veces me duele la mano de pensar en ti. A veces, pienso tanto en ti que mi mano me obliga a parar. No fuiste un amor sexual. No fuiste un amor. Está bien, no fuiste una aventura sexual. Fuiste un cariño, fuiste un paso, fuiste una superación, una caricia. Fuiste aire. Pero hoy, eres también sexo. No fuiste la piel que más me hizo disfrutar en el mundo, pero sí la que más me estremeció. Por eso creo que me masturbo con tus labios. Con tu pene, a veces, también. Pero no tantas. 
Siempre en mi cabeza la misma escena. No sé ya si la inventé o si la recuerdo cada vez. Pero seguro que, cuanto más la recuerdo, más la invento. Y ya no es real. Viviré ya de recuerdos, lo tengo tan asumido que nunca ha dolido. Mientras me masturbo, pues, pienso en ti. En tus labios y en mis dientes. En tus palabras: "muérdeme, niña", "más fuerte, más fuerte". Más fuerte lo siento, y más fuerte me muerdo mi propio labio, porque el tuyo no está. Aunque si ahí. Me estoy empezando a hacer daño, pero no puedo evitarlo. Pienso en tus manos, y casi sin querer, llevo la mía hacia mi cintura. Casi pareces tú. He dicho casi, es muy difícil. De repente recuerdo más y más frases. Una primera vez, una última. También mientras me masturbo vienen otras caras y otros cuerpos a mi mente. Algunos los rechazo; no sé qué hacen aquí. Con otros respiro agitadamente. Últimamente él, y tú. A veces hay otras personas, pero siempre estás tú. Que no, que no, que no es ningún problema. Simplemente me hacías sentir más segura, y ahora, ahora igual. Y por eso siempre empiezo mis orgasmos con tu primera letra.  Últimamente también me llevo muy bien con otras frases, con otras personas que son más bestias que tú, y que aún así me gustan. También me hacen sentir más seguras, pero les cuesta más que a ti. Tú no lo pensabas. Lo hacías, lo hago yo, ahora que no estás tú.
Mientras me masturbo a veces también mi mente no está de mi parte y pienso en ti en aquel momento, diciéndome todo aquello y rememorando mis miedos. Pero intento que mi cuerpo no haga caso a mi cabeza, y sigo moviéndome. Siempre lo consigo. Algunas veces me cuesta más, pero siempre sales tú para salvarme. Siempre aquella frase, siempre aquella cara sobre mí, siempre aquel techo en blanco con tu cara, siempre mi lengua repasando la ele final. Siempre. Y más cosas.
Mientras me masturbo, pienso en ti. Mientras me masturbo, pienso en mí. Mientras me masturbo, yo, me masturbo. 

miércoles, 7 de agosto de 2013

Lecturas

Mírame, mírame. Sólo me ves a mí. Cada vez hay menos luz, cada vez... 

Si has dejado de oírme, léeme los labios. Tú puedes, tú sabes. Léelos. Sonríes, me entiendes. Los estás leyendo. 
Da igual, da igual. Cierra los ojos. Yo también lo hago. Tal vez tampoco me estás oyendo ya. Qué más da. Esa es tu mano, ésta es la mía. 

El león acaricia las nubes. La nube se hace cielo y se eriza con aquel encanto. León se hace nube, ahora, y recibe, desde allí abajo -que desde aquí, ahora, es arriba- todas las estrellas. No hay luna hoy, pero no hace falta. No se ven. No se vieron. Tienen los ojos cerrados, pero la piel no. Repasa con sus manos las nubes ya humedecidas, desde aquel recóndito lugar con pelusilla hasta quién sabe dónde. Ella, que ya no sabe qué es, siente, se estremece, recae en aquella dulzura de algodón. Escucha truenos, relámpagos y ve luz aunque no pueda. Seguramente, sin saberlo, besa también los pliegues de la dulzura, mientras repasa y vuelve cielo la vida. 
Ella, activa, se levanta y vuelve a ser noche. Noche abierta, noche entera. Se abre, se estrella, se oscurece y brilla, a la vez. El viento la mueve sobre las nubes, las nubes se mueven con su son. En algún momento el viento cesa y deviene aire, en otro el viento ya no puede más que ser tormenta. Desde arriba, en las estrellas, todo es una locura. Los ojos cerrados. Ven, siente. Yo ya lo hago. ¿Me sientes? ¿Lo sientes? Sí, lo intuyo y... sí, lo siento. Sin poder verte, sin poder tan sólo oírte la piel se me antoja aún más sensible. Siento en cada milímetro de mi piel la caricia, y el cielo se abre. Se abre, y entras. El cielo, abierto, sobre las nubes. 
No, no lo hagas, no abras los ojos. ¿No está bien así? Está perfecto. Me encanta. Esto no es normal, es extraordinario. Ahora, la piel nublada, erizada, intensa, se mece. Música, como música. Y... De repente se mezclan, se entrelazan, se hacen masa de cielo nublado de estrellas, y aparece, de verdad... La lluvia. Una y otra vez ella, una y otra vez él, preocupado. ¿No te habías ido? Sí, pero ya he vuelto, no? Cierto... Insaciable.Insaciable no, de momento sí. Llueve. Llueve mucho. Llueve ella sobre él, de nuevo  y... Estrellas. Agua. Él. Llueve. Llueve. Creo que voy a empezar a llover. No sólo empieces, acaba también, por favor...Llueve... Llueve... Truena, relampaguea... Llueve, dulce, llueve.
Nubes. Baja. No. Daño. Abre los ojos. Pero, ¿para qué? La vida se vive con más sentidos... 

Yo quiero aprender a leer los labios. ¿Sabes? Puedo empezar con los tuyos...
Leo con mis labios los tuyos en braille.

martes, 16 de julio de 2013

Ocellet ferit.

Na Mary mai oblidarà aquella olor. Va picar a la porta. 
-Hola, soy Mary. 
-Espera, que bajo. 
Na Sandra va baixar del tercer pis. D'aquella casa ja en feia molt de temps. Quasi no la recordava. Només recordava l'habitació d'ell i la de la seva mare. Na Mary era amb na Rocío. Tremolava. Na Rocío passava els seus dits, fins, per l'esquena de na Mary. Aquella amiga seva estava ja no recordava des de quan. La nit anterior, quan  na Mary plorava per tot allò, va cridar-la. La seva mare no l'entenia. No entenia què feia amb ell, no entenia per què plorava i no entenia res del què estava passant. Va cridar na Rocío. Plorava com una nina petita. En cinc minuts, na Rocío era allà amb ella, plorant també. Recorda entre llàgrimes la cara de la seva amiga, també plena de llàgrimes. Tenia un gest que cavalcava enmig de la tendresa i el desesper. Tal vegada també una mica de decepció. Però era allà. Es varen abraçar entre llàgrimes allà, a la porta de l'habitació de la Mary. Varen dormir juntes. No, no és vera. No varen dormir. Varen plorar, es varen acaronar la vida. Na Rocío va dir a na Mary que es tranquil·litzés, que al dia següent, quan el tornés a veure, tot canviaria. Na Mary no deixava de repetir que encara tenia aquella  olor al nas. I a la pell. 
Na Sandra va baixar del tercer pis. No va donar cap petó a cap de les dues nines. 
-Hola. El médico dice que hay que tratarlo con cuidado, pero como si no hubiese pasado nada. No ha pasado nada. Si quiere hablar que sea porque él quiere hacerlo. Nada más.
A na Mary li tremolava el llavi inferior. Una llàgrima li va caure de les mans. 
-¿Por qué lloras?
-Porque me siento culpable... Es mi culpa... Es mi culpa....
-Que él no te vea así. Si vas a estar así, mejor no subas.
-Vale, vale. Me tranquilizo. Quiero verle. 
Na Rocío no deia res, només mirava, i sentia. Na Mary la sentia tot el temps al seu costat, sempre. La seva mà estava allà, encara. 
Varen començar a pujar les escales; Sandra, Mary, Rocío. Per aquest ordre. La Mary se va girar i va mirar a la seva amiga amb por. No sabia què havia de fer i es sentia la pitjor persona del món. Ella va somriure i va dir "shhhh, tranquila". 
Abans d'obrir la porta, na Sandra tornà a dir a na Mary;
-Que no te vea así, o lo matarás de verdad.  
Va obrir la porta i va entrar ella. Na Mary la va mirar, tremolant amb tota la força del seu amor. Va sentir com si la pell estigués plena de cristalls petits esclafant-la i punxant-la en l'interior. No hi havia cap nina jugant. Na Pamela i na Thaïs devien ser a algun altre lloc. A casa de la madrina, tal vegada. La madrina també es nomia Mari. Va tornar girar el seu cap i va mirar la seva Rocío. Va agafar tota la seva por i, encara no sap com, la va ficar en un raconet petit, allà abaix, on no podia veure'l. Va agafar forces i va entrar a la sala. Hi havia joguines pel terra. Era normal, però què hipòcrita és la vida, a vegades. 
Na Rocío li va dir a cau d'orella que estaria asseguda al sofà, i després, si calia, entraria ella. 
-Si necesitas algo, Mary, estoy esperándote aquí. Cuando creas que es el momento de que haya alguien más, me lo dices y entraré. 
-Vale. 
Tornava a tremolar, però sentia la gola molt seca; la por havia defugit allà abaix. 
Va obrir la porta de l'habitació. El primer que va veure va ser la roba d'ahir a la nit. Duia els pantalons de camuflatge que tantes vegades s'havia posat ella. Ara eren al terra, encara mullats de sang. Evidentment, encara feia olor. Aquella sang era morta ja, però era seva. Va intenta no ensumar, però era impossible. Va sentir de cop que la por tornava a les seves mans. Les llàgrimes queien per la galta del somriure. Pujà els ulls. 
Ell estava allà. Mai havia estat tan petit. La seva mida, des dels quinze anys, havia estat un metre vuitanta-quatre centímetres. Aquell dia era gairebé un ocellet ferit. El va mirar i va tenir aquella sensació per primera vegada. Era un ocellet ferit. Petit, sense mare, sense pare, amb ferides, amb una mirada increïblement tendra per ser un ocell. I ella n'era la responsable. Va trigar molts d'anys en adonar-se de que allò no podia ser. 
Se va acostar a poc a poc, tan a poc a poc com li anava sortint un petit somriure. Ell també somreia, però d'una manera molt estranya. 
Des de llavors, na Mary sempre diu que les persones que s'intenten suïcidar miren diferent. Ell no era conscient del què havia fet. Per això el metge va dir que no s'hi podia parlar amb ell amb aquella comoditat. -Hola.
-Hola.
-¿Cómo estás?- Va dubtar si aquella pregunta era correcta; Demanar com estava era demanar massa? Era deixar veure que havia fet una cosa que feia que qualque cosa no anés bé? Ja estava dit. 
-Ahora mejor... 
  


martes, 9 de julio de 2013

Inefabilitat

Alguns dies jo també estic de mal humor. Avui, era un d'aquests dies. M'he aixecat i algunes coses han sortit pitjor del que podrien haver sortit. He somrigut molt, evidentment. No tant com ahir, però he somrigut molt. 

Pel carrer, tornant a casa, m'he trobat amb un al·lot, d'uns setze anys, plorant. Estava assegut a un dels bancs que hi ha al carrer perpendicular al meu. Jo anava caminant, venia de fer una volta amb un altre al·lot, de vint-i-tres anys, que ha rigut molt avui. Jo estava somrient, perquè acabava de veure una nina petita dins un cotxe que em va somriure, mentre plorava. Vaig mirar en terra i, quan vaig aixecar el cap i la mirada, el vaig veure. En un d'aquells bancs en què només hi cap una persona. Estava assegut, però s'agafava les cames amb els braços, i tenia la cara de dins el forat que hi quedava entre el pit i els genolls. Me'l vaig quedar mirant. Em vaig sorprendre perquè a aquelles hores, un nin d'aquesta edat no sol estar tot sol en un carrer del centre de la ciutat. Me va costar discernir si estava plorant o rient. Vaig preferir la idea de la rialla, però els espasmes de les seves espatlles em van fer adonar de que no era així. De sobte el somriure se'm va llevar dels llavis. Durant uns segons el vaig mirar des de l'altre carrer, des del cantó de l'estanc, a punt d'entrar al carrer on visc jo. No sabia si devia anar i demanar, per si podia ajudar, o deixar-lo estar... 
Plorava en silenci, però amb molta de força. La gent passava pel seu costat i alguns quedaven mirant. Cap d'aquestes persones es va atrevir a dir res. Me vaig adonar de que tenia el cap ple de morats. Sense pensar-ho massa vaig creuar el carrer que ens separava i vaig seure al banc del seu costat. Vaig mirar cap a terra. Després cap el cel. Els bancs estan bastant separats, i se'm feia molt difícil poder tocar-lo. 
Mirava els seus peus. Semblava que tremolava, i juntament amb els moviments del plor, es movia moltíssim. Va trigar molt a adonar-se de que estava allà. Em va mirar, sense deixar de plorar. Jo no vaig poder dir res. Vaig sostenir la seva mirada dins la meva. Dura, penetrant. Tenia la sensació de que podia abraçar-lo simplement fent allò. Per a mi, la meva mirada estava embolcallant la seva; l'estava besant, l'estava consolant. Ell no aturava de plorar. No tancava els ulls, em continuava mirant. Jo no deia res. Va amollar les seves cames i es va eixugar les llàgrimes de la galta esquerra. De la dreta no. El seu cor ja havia minvat molt. Tenia aquells espasmes semblants al singlot que jo tenia de petita quan plorava molt, o que encara tinc avui en dia quan ploro amb molta força. El trobava molt petit, però segur que no ho era. Em seguia mirant i jo també. Vaig apropar-me més a la vorera del meu banc, quasi vaig caure, però així estava més a prop seu. 
Sense deixar de mirar els seus ulls, vaig pensar que tal vegada ara sí podia arribar a la seva cama, i acaronar suaument les seves llàgrimes. Però no ho vaig fer. 
No sé quant de temps vàrem estar així. Ens miràvem, i ell plorava. Jo no plorava, però sentia com si ho fes.
A poc a poc, ell va aturar de plorar amb tanta força. No deixava de sostenir la meva mirada, tampoc. Les seves espatlles ja no botaven. Es va eixugar les dues galtes, ara. Vaig somriure. Ell, ho va intentar. 
Es va aixecar i va dir; Gràcies. Va agafar la meva mà i me va donar un petó. Quin 'gràcies' més increïble. Jo no vaig dir res, perquè no podia. Em vaig aixecar del banc i vaig pensar que m'estava marejant... Pensava que cauria en no res. Sense arribar a acubar-me, me va agafar del braç i me va estirar cap al seu pit. M'abraçava dolçament, sense força. Tota la força l'havia deixat al banc, que era ple de llàgrimes. Jo no sé què vaig fer. Suposo que també l'abraçava. Em va donar un petó a la mandíbula. No va trobar altre lloc, perquè jo havia adoptat la meva cara al seu pit. No sabia què estava sentint. No va dir res més. Va tornar a agrair-me amb la mirada, i va marxar. 
Quan ja era a uns quants metres de mi -que seguia allà aturada, sense poder moure'm, mirant cap a ell-, es va girar i va cridar: "Gràcies, ets la meva fada!!!" 

I ara, no puc més que pensar amb les llàgrimes i amb els morats del cap...

I Buber. 

miércoles, 26 de junio de 2013

ENTRE



Entre el negro de su mirada y la luz de su sonrisa, siempre estaba él. Entre sus manos, siempre intentaba estar ella. No lo conseguía siempre, pero lo intentaba con todas las fuerzas que aquellos ojos le enviaban a la piel. 
En algún momento de aquella ajetreada relación –si aquello era realmente o no una relación era algo que habían dejado de preguntarse, por la imposibilidad de responder razonablemente-, alguno de ellos se había enamorado. En otros momentos no estaban tan enamorados. Ella se llamaba Alma y dijo alguna vez que sería imposible para su cuerpo estar  tanto tiempo enamorada, con aquella intensidad. Él se llamaba Corazón, y rio. 
Rio y, haciéndola callar de sonrisas, la volvió a enamorar. No se querían con el cerebro. Ni siquiera con sus nombres, se querían con las manos. Con las manos porque entre ellas se encontraban uno al otro. También porque jugaban el uno en las de la otra, y siempre, mucho, viceversa. Se querían con la mirada porque en las calles más bonitas del mundo eran capaces de comerse la vida sin moverse, y de besarse los párpados sin rozar a nadie. Con los labios porque se besaban a quemarropa, siempre, sin tener en cuenta que la piel podía quedar marcada. Quedó. Pero no lo tuvieron en cuenta. Se querían con la piel. Con la vida. Se querían, a veces. Cuando se desnudaban, en aquel último piso de aquel edifico tan estrecho, el sol surgía de la luna. De lo masculino emergía lo femenino, y ya nada era lo que parecía. Se entremezclaban, ellos, entre las sábanas, el sudor, los labios, las canciones, las manos, los sexos. Vivían, y morían dos o tres veces. A veces cuatro, ella. O cinco o seis. Y reía, porque no podía controlarlo. La risa también le era difícil de controlar. Saciaban la sed del uno en la piel del otro, y respondían así a preguntas que nunca se habían hecho. Alma siempre miraba por la venta, que prescindía siempre de mostrar paisajes preciosos. O paisajes, simplemente. Aquella ventana daba a un patio de esos a los que ella llamaba “antiguos”. Un patio de vecinos, cuadrado, pequeño, con más ventanas. Todas por debajo de aquella. Le gustaba pensar que estaba por encima físicamente de todo el mundo. Le gustaba ver a la gente que salía por aquellas ventanas  sabiendo que no podían verla a ella. Volvía a sonreír. Salía a la ventana con lo que tuviese puesto. O sin nada. De todos modos, nadie podía verla. Él se quedaba en la cama aún un rato más, con un cigarro entre los labios. Ella odiaba aquellos labios cuando entre ellos había humo. Siempre la miraba mientras fumaba. Sus ojos oscuros acariciaban la silueta de su compañera, y volvía ilimitados los límites de su piel. A veces incluso tenía la sensación de estar acariciándola con la mirada. Ella se erizaba mucho cuando estaba de espaldas a él. Pero no sabía nada de sus caricias visuales. Él se reía, a veces de que ella no se diese cuenta; otras veces de creer realmente en las caricias visuales. 
Entre ellos había locura. Temblaban mucho, algunas veces, en aquella habitación, con aquel aire. Enloquecían. Entre ellos, había vida. Entre ellos, el amor de la piel. Entre ellos estaba la canción contra la pena, el sol entre las sábanas. Entre ellos, las semillas y las flores. Entre ellos, el alma y el corazón. Entre ellos… entre. 
Con tu caricia 
erizo mis límites.
J. Jesús Camargo  (mi Chuchiringo) 

sábado, 25 de mayo de 2013

Algunas veces

Inventó los colores en un suspiro. 
Dormimos juntos algunas noches. No demasiadas. No muchas... Tal vez no suficientes. Pero dormimos juntos algunas noches. Además, no sólo dormíamos. También nos besábamos algunas veces. Muchas más que el número de noches que dormimos juntos. Nos besábamos lento, suave, con vida. (Iba a decir con amor, pero quiero hacer un escrito sin inventar nada, hoy) Yo estaba en una nube. Él estaba en una cama suave, junto a mí, quedándose dulcemente allí, dormido, junto a mí, algunas noches. Alguna de esas noches a mí se me acumuló el amor y, dormida, no pude evitar dejarlo escapar... Sin saberlo y sin quererlo. Desperté a la bestia perfecta alguna vez, o se despertó él. Yo no lo sé.  A lo mejor él sí, algún día tal vez pueda preguntárselo. Me queman las ojeras, otra vez.Viene la primavera. Pero esta vez viene, se va... y viene, y se va otra vez. Otra vez estamos en esa época de luces, pero esta vez la luz no emerge de la oscuridad de sus ojos. Esta vez la luz está, y no importa demasiado. Por eso va y viene, seguro. Alguna vez, además de besarnos antes de dormir, y mientras dormíamos -alguna vez-, también nos besábamos en las calles. Qué calles más bonitas. Hoy no lo son tanto, creo. A veces también me manchaba de chocolate, porque no puedo evitarlo, y él me besaba... y ya está. Eso era todo. Y las calles eran tan bonitas...  Ya nada tiene que ver con su boca. Ni con la mía. Y duele, porque la piel no es materia inerte. Después de besarle, casi siempre, muchas veces, muchísimas, prefería morderle. Pero sólo un poquito, porque él es un poco tiquismiquis... Pero le terminó gustando, creo. Alguna vez, hacia el final de todas aquellas veces que dormimos juntos, las insuficientes, me lo pidió. Es mi imagen favorita en la ducha. Y cuando digo imagen quiero decir voz, sonido, sentimiento, tacto. Eso. Y termino mordiéndome el labio a mí misma, porque no me doy cuenta, pero él no está ya. Ya no dormimos juntos nunca. Ni nos besamos. Ni nos mordemos. A veces, reíamos también. Yo estaba muy enamorada de esos momentos... Por eso los viernes pasan estas cosas. Yo me metía con él un poquito, él, picadito, vivo, risueño... Precioso, me contestaba... y tú. y tú eres un poco puñetera, ¿no?  Y cada uno en su camino... Pero yo sigo aquí, en estos viernes de dibujo, de miradas perdidas en el recuerdo. A veces, nos acariciábamos las espaldas el uno al otro. También nos acariciábamos otras cosas. Me encantaba besarle la nuca. Y todo lo demás. Alguna noche me desperté con escalofríos que en la realidad no existían. Los escalofríos me avisaban de que estaba allí aún, de que todavía podía besarle. Lo hacía, a veces, muy despacito, muy lentamente, muy silenciosa... en la nuca. Y pasaba mis brazos por los suyos. Y vivía más de lo que podía resistir. Jamás podré agradecerle tantos besos. Otras noches, en las que se quedaba dormido abrazándome, me daba la vuelta, y era él el que me besaba. Yo creo que tampoco estaba dormido... Algunas veces, además, también entrelazábamos nuestras manos por las calles, esas bonitas, que hoy no lo son tanto. Yo estaba perdida por sus manos, y mis manos también lo estaban. Hoy vuelve a enviar saludos sin besos, sin manos... Sin sonrisas...
¡Y algunas veces, si intento no mirar atrás, te me apareces delante!

sábado, 18 de mayo de 2013

Un año de invenciones

Se abrazaron, ella sintió el mar dentro. Se erizó toda ella, su inteligencia, su sentimiento, su piel. Él estaba saturado de tanta confesión, tal vez de tanta confianza. Sonreía, ella, al contarlo, aunque moría, a veces, al recordarlo, por dentro. Él la admiraba, al menos aquel día. Pasearon, se abrazaron más veces. Se sentaron en un césped lleno de tortugas de piedras, intentó besarle, le abrazó. Miraron la vida con otros ojos, el tiempo mejoraba. Había luz. Él necesitaba la luz, se lo dijo varias veces. Ella, veía luz en sus ojos y parpadeaba escondiendo la suya, no podía más. 
Miró sus manos muchas veces, las convirtió en un parque de atracciones. Aquellas manos. Aquellas, las únicas, las manos. Aquel nombre que le hizo estremecer después de tantos meses, tantas veces, tantos suspiros, tantos espasmos, tantas letras. Fue el principio de una historia que acabó, pero que escribiré tantas y tantas veces...


Tus manos...  de las que me enamoré el primer día, hace ya algunos años, mientras te miraba de reojo en la biblioteca (que, a veces, sigue oliendo a ti). Al principio te miraba de reojo, como a uno más de mis enamoramientos conceptuales. Algunas veces me  sigue dando rabia que ese concepto sea el que haya acabado con el juego de tus manos en mi espalda. Te encontraba por los pasillos; yo creo que ni siquiera eras consciente de ello. Evidentemente, yo tampoco. Muy lentamente te fuiste metiendo en mis sueños. Una vez me apartaste el pelo de la cara; Es que no se te ve la vida, con el pelo tapándote los ojos... En aquel despacho, el del uno de los padres de África. Venía del gimnasio, llegaba tarde, tú me esperabas, yo no sabía. Aún no me ponía nerviosa tu olor. Aún no sabía, tal vez, identificarlo como tuyo. Como tan tuyo. Pero estabas allí. Inventaba besos contra la pared, pero aún no me daba cuenta. Arró ya sabía algo de ti, sin siquiera haberte soñado aún. Algo más adelante, mientras mi pelo iba creciendo, mi primo gemelo jugó con mi personalidad en el mundo de las teclas... Y te encontré jugando a ti, allí. Decidimos -o no- jugar juntos. Nos gustábamos, creo. Fueron muchas horas... ¡A saber cuántas! Que no, que no... Que no... que entre tú y yo no... Que vale, que bien, que no pasa nada... Me enamoraré diez veces por semana. Y...
Ya está. Ahora ya está. Disfruté muchísimo del deseo, del juego, de la vida, de tus manos, de tu nuca, de tu olor... Y hoy me atormentan. Una aventurilla. Sí. A veces las aventurillas dejan rastro. Y manos que duelen, orgasmos colgados en el cielo, pieles que sólo se pueden leer en braille, lunares que ya no pueden volverse a contar, nombres perfectos para la escritura... A veces seguir andando de puntillas para no romperlo termina por romper la vida, aunque en los suspiros siga resonando tu nombre. Después aprendí que el amor no es el mismo para nadie, que yo amo diferente, que tú también lo haces. Que no puedo convencerte, así lo viviste tú. Pero tampoco puedes convencerme a mí. Que yo amo diferente, que tal vez termine rectificando... De momento sólo sigo escribiendo. De momento tus manos siguen aquí, aunque no estés tú.
Algunos viernes por la mañana aún me despierto y pienso que eran nuestras mañanas, aquellas de chocolate y albaricoque, aquellas de sábanas blancas revueltas en escalofríos. Aquellas, las mías en ti. Algunos viernes por la noche reinvento la historia, la reescribo, la reedito y la reamo. La reinvento, porque no estoy segura de si todo fue una invención. No estoy segura de si el año pasado existió realmente o es un batiburrillo que mi mente ha elaborado con tu piel. De si tenías razón y tú no eres una fantasía. 
Un día, te dije, o imaginé decirte que no me parecía una tontería recordar las fechas... señaladas... Aunque me parecía muy mal exigirlo...

Hace un año, justo un año, en aquel césped que parece inexistente, en aquella facultad que me sigue haciendo temblar cuando contiene tu belleza, en aquel mundo que creé, que creamos, caminamos llenos de luz hacia el juego de las aventuras... Y rocé por primera vez en tus manos, el mundo vivo. 

miércoles, 24 de abril de 2013

El reflex de ma vida, avui.

A vegades m'espanto i  no sé on estic. No és la primera vegada que em passa, però cada vegada me costa més.  O  no, però és la sensació que m'envaeix avui, ara. Duc dues hores davant aquest ordinador, amb aquest llibre de poesia a la mà. Llegint, rellegint, sense veure, mirant, sense fer-ho, sense comprendre. Aquí. Estic, i ja. O no. Duc dues hores, o potser més de dues, llegint autors en català que escriuen en idiomes que mai entendré. Poesia sobre filosofia de tardor, llums, aranyes i altres coses, algunes, encara més estranyes. 
Fa dies que  el mirall del meu bany no em respon el que em responia sempre. Fa uns dies que llegeixo sense comprendre i miro sense adonar-me'n. Fa uns dies que els meus ulls han deixat el verd només per l'uniforme de la feina, precisament ara. Aquests dies han passat tantes coses que no he sabut encarar que sembla que he deixat de ser aquella del mirall.
I potser sigui vera. Alguna vegada he escrit que em cercava i no em trobava (busco-me...). Tal vegada el problema ha estat deixar de cercar, sense haver trobat res, realment. El què està passant no ho sé, i no sé si ho arribaré a saber, però jo vull tornar a veure'm verd i lila, vull tornar a sentir el meu olor per damunt del meu color. 
Fa dues hores que na Souad Massi em canta a l'orella, xiuxiuejant, fluixet, com si estigués aquí, recitant i cantant a la vegada aquell conta-contes meravellós i aquella vida no-perfecta. Fa dues hores que em miro les mans i veig a qualcú que no se correspon amb el meu blanc. Fa hores ja que sento fam a l'estomac i no al cervell, i això em preocupa tant... Fa hores que passen coses que realment no passen, fa dies que las cosas que pasan ja no importen  i esdevenen, novament, només quaranta invencions meves.
Què lluny que n'estic, ara, de tot això! Què lluny de mi mateixa vaig quedar, quan vaig inventar la vida i viure el conte! 
Va, va... A lo millor ells han tingut raó sempre i l'equivocada som jo. L'amor potser sigui una convenció, però sempre ha d'anar acompanyada de la fidelitat, del romanticisme... I no necessàriament de carícies. Potser hagin tingut raó sempre, però jo no m'ho puc creure. I avui, que m'ho he començat a creure, encara que tan sols una mica, el meu mirall ja no és meu.  
Tal vegada també tenien raó quan deien que jo no afrontava els problemes sinó tot el contrari. Que tot això de la literatura (si aquesta cosa que faig jo se pot arribar a anomenar així) no era més que una manera de posar-me l'armadura contra la realitat. I jo que sempre havia pensat que era al contrari... Que escrivia per poder solucionar els meus problemes... Ido potser tinguin raó, m'estic inventant la vida per ser una mica més feliç. I això no està bé, perquè qualque dia el mirall deixa de reflectir el que havia reflectit fins ara... 

I qualque dia, hauràs de deixar de cercar per trobar... i d'atribular-te per somriure, de veritat. 


sábado, 6 de abril de 2013

Nube de Sol.

En ese preciso instante, cuando lo vio frente a ella, se cansó de pensar tanto en él. No se acordaba de la última vez que lo vio, pero lo tenía siempre, siempre entre las paredes de su cerebro. Alguna vez había confundido su nuca en la calle con otras tantas, aunque sabía que la suya era la única ideal; de tanto buscar sin encontrar, a veces inventaba.
Pero estaba harta. Hartísima. Reaccionó y no podía ya aguantarlo más. Decidió apagar su imagen, quedarse sólo con su olor, si el amor lo permitía. 
Hablaron poco más de dos minutos, pero ella se quedó en stand by por mucho más tiempo. Él le hablaba, seguro que le estaba contando algo, ella sólo pensaba que era aquella persona que le había hecho sonreír tanto tiempo, que ahora no se empeñaba en mudarse de su cabeza. Hacía mucho que no le veía, aunque no sabía cuánto. Parecía mentira verlo en tamaño real, fuera de su mente, fuera de su piel. A veces había llegado a pensar que todo había sido una invención, que aquel rincón de sonrisas, de manos y de pieles no era real, que él jamás existió fuera de ella. Pero ahora lo tenía delante. Se había escapado de dentro de su vida y había salido de ella -de dentro de su vida, en realidad, ya hacía tiempo que el real se había escapado.
Se miraron superfluamente, ella casi no dijo nada, tan sólo un bien... nada convincente y más chorradas sobre la carrera, que él ya sabía porque confiaba, sobretodo, en aquella responsabilidad resabiada de la que ella tanto se quejaba.
Ya no corría el tiempo, ahora sólo corría él. Se apresuró en darle dos besos contrariados en las mejillas -formalismos...- y salir corriendo. Ella le vio irse e intentó no hacerle caso al dolor. No podía contestar tantas preguntas... Se tiró de una montaña rusa sola, y ahora todo era una gran montaña rusa sin musas, con condenas casi-voluntarias y recapacitaciones en noches en vela. Primaveras que no llegaban nunca e idealizaciones de las nucas ajenas, y ella, allí, en medio, como soporte de todo aquello, más bien. 
Pero ya estaba todo hecho, se había hartado. 
Empezó a caminar y sacó del bolsillo del pantalón un papel doblado y redoblado. Era pequeño y estaban apuntadas algunas cosas, pero a lo  mejor servía. Buscó en la riñonera un bolígrafo y probó suerte buscando otro trocito de papel, pero no lo encontró. No llevaba caminando ni un minuto cuando encontró el escenario perfecto. No había nadie, tan sólo él; de nuevo, dentro de su cuerpo. 
Se sentó en la acera, era una calle muy estrecha, pensó que era de esas calles que servían de servicio público en las noches de borrachera, pero le dio igual. Lo necesitaba, y no había nadie que pudiese rescatarla de allí. Se quedó algún tiempo mirando la pared de enfrente, con miles de graffittis sin ningún sentido, no de esos que ella entiende arte, tampoco de esos con mensaje o con reivindicaciones, sólo letras y pruebas de colores extraños. Los trazos se iban mezclando en su cabeza, y apoyó los codos en sus rodillas. Echó la cabeza hacia atrás y la posó sobre la otra pared, supuso que también llena de trazos sin arte. Cerró los ojos y le vio. Ahora sí era él de verdad. Tenía aquella sonrisa, aquellas manos, aquel olor y hasta aquella nuca, aunque desde ese ángulo no podía verla. Todo debía ser una imaginación. 
Pasó allí mucho tiempo imaginándole de nuevo, recordando, inventando. Sus manos, su boca... Su nuca, sus hombros, su cuello. El trocito de piel sin barba que quedaba a cada lado del labio inferior. Sus caricias, aquellas manos en su propia cintura. Se imaginó -o recordó, pero no lo recuerda- besando aquella piel y sintiendo aquel olor con su propia nariz, con su propia piel, con la realidad acariciándole el pelo. En aquel callejón no corría el aire, pero sí sus pensamientos. Tenía aun los ojos cerrados, sólo sentía lo que había en su mente y ni siquiera reparó en un perro que pasó por delante de sus piernas. Pasó así más de cuarenta y cinco minutos. En algún momento despertó, sintió que había vuelto a verle. La piel se le erizó aún más que la imaginación, ahora, algún tiempo después de haberle visto, no en el momento en que realmente estaba allí. Estaba erizada ella, su piel, su alma, su cerebro,  y despertó. Miró el papel en su mano. Lo desdobló y, sin siquiera leer lo que ponía escribió; TODO SIGUE IGUAL QUE AYER.
El mismo tiempo que perder. 
Y aquí se está cayendo el cielo y no tengo a dónde ir,
me duermo en cada esquina, están hechas para mí.
Estopa.

martes, 2 de abril de 2013

Casualitats importants.

Ella y yo somos muy diferentes, pero...
Se diu Cristina i fa feina amb jo. Fem feina juntes, vull dir. A vegades fem feina molt separades; jo a la caixa del costat de la porta, i ella darrera la princi' però ens podem riure moltes vegades, només mirant-nos. A més, quan ens posen juntetes, a dues caixes juntes, l'una darrera l'altra, jo me gir i ric, ella riu i parla, fa bromes, fem bromes, i, entre clients que fan pudor, clients molt guapos, clientes molt pesades i ous de xocolata que es venen -o no-, ens estimam una mica. 
A vegades m'ha dit que al principi, abans de conèixer-me com ara, no li queia bé, perquè tenia la sensació de que jo sempre anava a la meva bolla, de que no m'assabentava de res. Potser és vera que no m'enter de res, què hi hem de fer? Després, algunes vegades, hem sortit juntes, amb els seus amics o amb els meus, o amb altres companys de feina, de caixes, de carnisseria, de peixateria, de fruiteria, els dels serveis a domicili, fins i tot amb la nostra 'jefa'! I quan hem sortit juntes, sempre -quasi sempre? ejem ejem- ens ho hem passat molt bé, i hem estat pendent la una de l'altra i hem ballat, ens hem abraçat, somrigut... I ens estimam una miqueta més. 
És curiós, perquè som tan diferents... Qualque vegada he tingut la sensació de que allà, encara que envoltada de companys de feina i de clients que no em coneixen, estava tota sola. Però moltes d'aquestes vegades només m'han vengut al cap perquè ella no hi era. 
Ara que ho penso, ella diu que jo no m'enter de res, però ella està viva de milagro! És despistada, un poc patosilla i a vegades va també al seu rotllo. És clar! Se deixa blisters damunt la cinta, em conta secrets davant de gent sense adonar-se'n, cobra sempre bé a la vida, però a vegades li falta diners als seus somnis. Somnia, també. Amb viatges de treball social, amb Barcelona, millor amics, millors amigues, amics de la universitat i problemes que, al final, són només un sust. Es cansa cada dissabte, però té ganes de viure de dilluns a diumenge, i les transmet, encara que a vegades pels passadissos de la universitat es deixi el somriure a la butxaca. Estudia, per vocació, i somriu per felicitat, sempre. Canta filosofia i Maricarmenstuhijoestáenelafterhour a la meva vida, i també somriu en ella, balla en ella, abraça i besa en ella! 

A vegades, ella,  és important per mi. Altres vegades, en les que no m'adono, també. I a la meva cartera guardaré una imatge d'una Quely Merienda... Que, -increïble!- té ja quasi tres anys. 
Casualitats... Que acaben essent importants.

viernes, 15 de marzo de 2013

Invenciones esponjosas.

-Es que te echaba un poco de menos. 
- Yo también a ti. 

No sé si has sonreído o no. Yo sí lo he hecho, como siempre, bastante. No estoy muy esponjosa hoy, lo sé; además, tú me lo has dicho. No estoy esponjosa, ni alegre... Pero estoy aquí. Me ves de colores sin verme, me sonríes sin que yo pueda verte y nos echamos de menos sin haber estado juntos nunca. Pero ¡qué genial esponjosidad! De repente /me abrazas, me acaricias el pelo, imagino, recuerdo, invento, también, y añoro. Necesito, quizá. O no, no lo sé. 
Hoy era uno de esos días que temes caer de un abrazo soñado. Una de esas noches en las que te gustaría estar dentro de una cama con sábanas que oliesen a blancura, simplemente con un abrazo. Daría igual quién fuese, simplemente un abrazo. Pero no da igual, porque me los ofreces tú. Me decepciono hoy de gente, de mí misma, y necesito no caerme. 
Si estuvieses aquí, tal vez... 

El Chico de las Sonrisas Inventadas abraza a la chica de colorines de aquella manera amorosa que ella había imaginado entre chocolates. Ella, sorprendida, sonríe cansada del mundo hoy, y se deja abrazar y esponjar en aquellos brazos, que también habían sido imaginarios hasta entonces. Se hace un huequito pequeñito, casi como ella entre los brazos de él y su pecho; simplemente está. Él acaricia suavemente los rizos de  colores, sonríe quizá también porque está tranquilo, esponjoso también, disfruta tal vez el mismo momento que ella. La chica de colores extraños saca un brazo de aquel hueco que se había hecho entre la piel de su compañero, y lo pasa por la espalda de él, hacía tiempo que no se sentía así. Le hubiese pedido entre sonrisas y miedo que no le soltase en toda la noche, que lo necesitaba, ahora, aquí, así. No lo hizo porque sintió que, aun sin pedírselo, él no lo haría. 
Él le quita las gafas a ella para poder besarle, así, cada vez más tierno, cada vez más esponjoso, cada vez más cursi en el mundo exterior, los párpados y la mirada. Ella le esquiva un poco con la cara, le busca con los labios el cuello y se posa sobre él. No hace nada más que eso, sonreír a su cuello, sonreírle al cuello, a él, a sus brazos, seguramente. Respira muy tranquila, y también algo agitada, aunque parezca algo contradictorio. Así mismo, ella seguía cansada, tal vez algo tristona, pero también recuperaba fuerzas, sonreía, abrazaba, buscaba la vida en aquella sensación. 

Y seguro que la encontró, pues hoy está escribiendo sobre ello sin siquiera haberlo vivido.

lunes, 11 de marzo de 2013

Llista de característiques que fan de la Chica del Portátil Pequeño una de les persones més especials del meu món.

1.- Té un somriure on hi cabem tots. Hi cap el món, els monis, el Xiroia, la Universitat, els nins,  les nines, el Llompart, la sister, Sants, la iaia, les historiadores de l'art,  i tota l'alegria i la tristesa d'un món compartit. I moltes altres coses que no hi caben aquí!
2.- Mira amb uns ulls grans, de nena petita, entre negres i marrons clars, en una barreja impossible de sol i lluna, de nit obscura i també d'aurora. 
3.- Quan està incòmoda, li piquen els peus. És adorable. 
4.- Ido això; és adorable. 
5.- Fa llistes de tot i per tot. A vegades no les escriu a un paper, però sempre les fa a la seva ment, i a vegades les transmet. 
6.- És petita i gran a la vegada. No ha perdut mai la dolçor de l'infant que mira com se mouen unes titelles, però també és capaç de veure a les pròpies titelles la infantesa ja (in)acabada. 
7.- Fa topless a la platja. Sempre, i no té en consideració el que els altres en pensen. És preciosa també a la platja, quan riu, perquè sempre es posa molt morena. 
8.- Per mi, és difícil fer-li una abraçada, però quan som capaç de fer-ho, estic contenta tot el dia. Perquè s'aferra d'una manera dolça no només a la pell, sinó també a la vida, als ulls, a la mirada. 
9.- Demana sempre "com estàs?"  abans d'explicar com està ella. I, encara que això me molesta, perquè jo vull saber com està, la fa també molt especial. 
10.- Llegeix aquest bloc, i diu que li agrada! 
11.- Té un cap ple d'idees, de ciència, de filosofia, de lògica, de psicologia, neurologia, Klimt, també d'Spinoza, d'acaronaments, de més somriures, de besades, de matemàtiques, d'amistat, d'amor i de cabells arrissats. 
12.- Les seves mans acaronen violins, guitarres, somnis, classes d'oient i també d'alumna. Però també tracta amb nins i nines que la tenen de monitora preferida. 
13.- Sap fer l'amor -de veres, no de sexe- amb una mirada. 
14.- És conscient de coses que ningú es planteja, però que tots sentim. Estima, però ho sap. 
15.- Té la capacitat de deixar de banda les llistes que ja no li serveixen. Els amors platònics tornen a ser platònics, o deixen de ser amors. 
16.- Riu sencera al meu costat, i al de molta més gent. No ho pot evitar, i fa la vida més bonica. 
17.- És. Existeix i no "problematitza" l'existència. Fa coses pels altres i s'ajuda a ella mateixa. Fa coses per ella mateixa i acaba fent-nos feliços a tots. 
18.- No la puc ficar sencera a una llista. 
19.- És poesia, ella, el seu nom, les seves mans. És cant, la seva veu, el seu nom -novament-, ella, el seu somriure, els seus cabells i els seus colors, que no falten.
20.- Als seus clotets es reflexa la bondat de la nina, i a la rectitud del seu nas la responsabilitat d'un adult.
21.- És preciosa.
22.- Se fa estimar. Me l'estim, molt. 

sábado, 2 de marzo de 2013

Cazando mariposas.


Y tú y yo… tan idiotas, nos tiramos por la borda. Yo me tiré, ya hace un tiempo, y tú, que me animabas a hacerlo, aunque sólo a ratos, te quedaste en el filo. No sé cómo lo hiciste, pero lo hiciste. Yo tuve en algún momento la sensación de que también te habías tirado. Que ibas detrás de mí, que tu caída era quizá más lenta, pero que venías también. Cuando caí del todo, hace tan sólo un par de días, me informaste desde arriba de que no era así. Te miré, te pregunté, me di cuenta del error, y miré los símbolos entregados. Desde allí arriba me dijiste también que estaba bien que por una vez hubiese caído, o que me hubiese tirado, que ya bastaba de estar encorsetando sentimientos, de estar frenándonos los besos. Sonreí, o eso creo, de impotencia y de resignación. ¿Qué vamos a hacerle? No todas las personas que dan consejos dan consejos que ellos mismos cumplen. ¡Qué leches! Nadie hace eso. Yo tampoco sé hacerlo.
El caso es que desde abajo te miraba sonreír sonrojado, porque tú te habías dado cuenta ya tarde de que me había lanzado. Eso te hacía ruborizar, sonreír como el niño aquel que  hay en la mezcla de mi creación con tu nombre. Yo disfrutaba de ello, pero también me moría de vergüenza, nunca me había lanzado frente a nadie que no se lanzase conmigo. Nunca me había lanzado. Jamás había caído, ni lo había reconocido, puesto que no había nada que reconocer.
Yo también te dije, desde abajo, que me había caído y por qué. Te conté que no me había pasado nunca y que el golpe estaba perturbando mis escritos y mi vida. Volviste a sonreír ruborizado, como alguien a quién le están diciendo que es el mejor del mundo. Supongo que se me nota todo, como siempre. Que me lo notas todo, como creía siempre. Tú te habías tirado muchas veces, y caído otras tantas, por eso no te tiraste ahora. Porque me llevas ventaja, sabes que el golpe al final termina haciendo moratón, y los moratones duelen, casi siempre. Bueno, tú no saltaste porque no distingues entre el lila y el azul, los colores entre los que oscilan los golpes, y la felicidad. Así que decidiste –supongo- no hacerlo, y como tampoco pensaste que yo sí lo iba a hacer, no  intentaste convencerme del peligro de la caída.  

El caso es que ahora me he sorprendido a mí misma con algún color oscilante entre el lila y el azul en la piel del corazón. Pero no se alarme nadie, que, así como soy una experta en crearlos, estoy aprendiendo también a serlo en quitarlos. Lo mimo, lo cuido, al color, al moratón, para ver si quitándole el dolor se convierte en alegría. E intento escribir cada momento bonito para, cuando haya superado la caída, poder releerlos y recordar el camino.
Eso, y que el deseo me hace feliz, qué le vamos a hacer… 
Cómo sostener entre las manos una mariposa sin   quebrar sus alas,
cómo cazar una mariposa sin arrebatar su libertad. 
  

viernes, 8 de febrero de 2013

Siestas en potencia


-          Jo, vaya cara de lobo se te ha puesto de repente…
-          Anda… ¿Quieres ir a dormir la siesta? Lo que pasa es que igual me animo y…
-          Normalmente sueles decir lo contrario.
-          Venga, niña, vamos…

       Y fueron.

Fue la última vez. Habían quedado porque aquel lobito –que casi siempre estaba en potencia, al menos con ella- se iba en cuatro días. Ella no quería que marchara sin despedirse.
Se despidieron, en todos los sentidos. Después de aquella comida, él volvió a ir al baño, cogió su bolso, la volvió a mirar con cara de lobo, y se fueron.
Conducía ella; no paraba de sentirse insegura. Por su nuevo coche, por su recién estrenado carné, por los ánimos de aquel lobo y por sus rollizas piernas sin depilar.
Venga, no es la primera vez. A ti te encanta, ¿por qué evitarlo? Estás empezando a resbalar por la pendiente… ¡Joder con la moto! Ya está, venga, que tú puedes…  Si has aprobado el carné será por algo… Vale, no es la primera vez, pero él esta raro. Bueno, está raro cuando está lejos porque cerca sus palmaditas en mi culo no desaparecen. Estoy sin depilar… Leñe, tengo cita mañana, ya es mala suerte…. Su habitación no se puede poner a oscuras si es de día; seguro que no ha comprado el estor. ¿Qué hace? Sube a Marwan… Joder, es que me encanta…

¿Estás bien?- Sonríe, y el mundo se convierte en chocolate.
-           Sí, es que aún voy un poco nerviosa al conducir…
-          Bueno, es normal, niña, poco a poco.
-          ¿Sabes? No sé si me termina de gustar que me llames niña.
Él rio la gracia de la niña. Habían llegado. En el fondo, ella estaba encantada de volver a subir las escaleras con él detrás haciéndole cosquillas en los muslos. Estaba hechizada. A cualquier otro le habría dicho que no, siempre, y más sin depilar. No le importaba estar un poco más insegura, saber que iba a gustarle un poco menos. Era él. Y le volvía loca.
Se tumbó en la cama y él fue a ducharse. A los pocos minutos ella se incorporó y fue hacia la ventana. Casi siempre había visto la oscuridad desde allí. Hoy veía dinosaurios, un perro, los árboles… Hacía mucho calor y ella también quiso ducharse, pero no había llevado ropa.
Desde el baño, el lobito decía algo de poner música. Ella sonríe, coge el ordenador y busca. Top 100; -¡Hale, ya está!-. Vuelve a la ventana. Detrás de ella, sigue la cama, y ahora, también él, desnudo, recién salido de la ducha. Es curioso cómo el olor de su casa anula la percepción de su olor. La envuelve.
Se pone aquellos calzoncillos de cómic y una camiseta, de las lisas. Ella lleva un pantalón de lino blanco, con  pedrería que él ve azul en el bajo vientre y una camiseta de tirantes negra. De repente, él besa su hombro. Ella, estremecida, sigue mirando, no para de hacerlo.
La coge por la cintura, pegando su cintura a la parte trasera de su cadera, y le cuenta algo de los vecinos de abajo. Ella sonríe, se niega a mirarle para que no vuelva a descubrir su carita de tonta.
-         Tengo sueño… ¿no habíamos venido a dormir la siesta?- Entre picarona e inocente.
-          Claro… Venga, túmbate, duerme.-El lobo hoy había despertado. Pero mucho.
Ella se tumba bocabajo y él se tumba sobre ella. Aparta sus rizos con su mano preciosa y besa el contorno. Cuello, cara, hombro. Ella cierra los ojos y siente. No puede evitar remover sus entrañas y remolonea, excitándose. Mueve así su cuerpo, como un mandrilcito, y él susurra, divertido… Venga, duérmete, ¿no?


Apollonia Sintclair. 

sábado, 2 de febrero de 2013

Elegancia hecha sal.

Está detrás de mí.  De vez en cuando me giro, la miro, sonrío, le cuento cualquier cosa, y sigo pasando productos. Suena el scánner mil veces, millones de veces, y su sonrisa resplandece en algunos recovecos del trabajo.
Hoy no estaba muy bien, su sonrisa no brillaba lo suficiente como para ser realmente ella. Bueno, en realidad supongo que sigue siendo ella aunque no brille su sonrisa, pero se me hace difícil de asimilar. Hoy no estaba bien. A veces, hasta las personas más brillantes dejan que su brillo devenga opaco por unos u otros motivos. Es así, no se puede ser siempre feliz. Aunque cuando se está con ella parece que es fácil llegar a la alegría absoluta, ella también se entristece. Se entristece, le duele  la vida, siente molestia en los ovarios y hasta tiene miedo a algunos pájaros -entre ellos, a los golondrinos-. Seguro que en la intimidad también llora, abraza algo que no le responde los abrazos y piensa en los pros y en los contras de sus decisiones. Y decide. Decide, ratifica, sentencia. Decide, y sigue viviendo. Por ella, por su pequeña niña, por Mallorca, por Cádiz, por la vida. Y volverá a ser feliz, pronto, muy pronto, en cuanto se dé cuenta de que su sonrisa nace de su propia alegría, que no necesita de nadie para deslumbrar al mundo... 
El mundo. La alegría. Su sonrisa. Su pelo... La elegancia hecha sal. Elegante, compañera, amiga y también mujer. Mujer que lucha y decide, que sonríe  y llora, que sabe a sal. Sabe a sal, porque sonríe siempre, y es elegancia, porque brilla aún más sobre el negro del presente, sobre el negro de su pelo. 

martes, 29 de enero de 2013

Iruam, Yram.

A Yram le dolía el alma cuando pensaba en él. Sabía que jamás dejaría de formar parte de su vida, ella estaba segura de ello. Había vivido dos años en un paréntesis absoluto (ella que siempre deja los paréntesis sin cerrar y suspende la vida... Ahora era él, aquel soñador extraño incapaz de ser feliz el que cerraba de un rayón agresivo aquel paréntesis. Después de dos años, le seguía cogiendo de imprevisto; 

Querido, estimado.  Iruam. Supongo que ya ni siquiera debes reconocer mi letra. Hasta hace un par de días pensaba que la reconocerías siempre. Qué juguetona es la vida, eh... 
Te estoy escribiendo, aunque no sé si te enviaré esta carta, porque me gustaría que supieras que lo único que quiero es que seas feliz. 
Rompimos lo nuestro de múltiples maneras, haciéndonos daño en lo más profundo de nuestra felicidad, y los dos fuimos culpables de todo el dolor. Yo me sentía lo peor del mundo cuando lloraba y tú me dejabas allí, tirada en aquella cama de sábanas coloreadas. Tú seguro que también te sentiste así cuando te diste realmente cuenta de lo que estaba pasando. No sé si te has llegado a dar cuenta en algún momento. No te mentí jamás, me gustaría que no lo dudases nunca. Cada vez que te dije Te Quiero fue porque lo sentí. Cada vez que te besé fue porque moría de ganas por hacerlo. Cada vez que conté tus lunares fue porque estaba fascinada por el color de tu piel. Aunque a veces, cada vez que me dejase amar no fuese por voluntad propia, jamás te mentí. Siempre fui sincera cuando te prometí mil veces que nunca estuve con nadie más que contigo, aunque eso no importa ni importó nada. Siempre dije la verdad cuando te pedía un amor eterno -de esos en los que ya no me veo-. Siempre, siempre, cuando al decirte que te amaba me respondías sonriendo fui la persona más feliz del mundo. Nunca fingí un orgasmo, pero sí algunas sonrisas. Lloré también de una manera amarga cuando decidiste que ya no merecía una caricia real. Yo intenté siempre que no decayese tu vida, que tu vida tuviera sentido, fuera el que fuera. Intenté que no te me desangraras aquel día 23, cuando yo sólo era aún más niña, cuando no sabía que la sangre olía y me podía poner los pelos de punta. Luego me ocupé de ti como lo haría una persona adulta, responsable, casi deudora, madre. Y en un momento la vida me hizo entender que todo era un error. Que el error había nacido con el primer "quiero volver contigo" después de las amenazas. Yo lo había alimentado con miedos y con culpas, con miradas acomplejadas y con lloros a la noche pensando que era la peor persona del mundo. Fue un error, pero no puedo arrepentirme. No fue un error jamás estar contigo. Fue un error permitirme permitirte mis lágrimas. Aún estoy en proceso de perdonármelo. No es nada fácil, te lo aseguro.
Tranquilo, a ti no he tenido que perdonarte nada. De hecho, aún me descubro escribiendo sobre ti con el cuaderno bocabajo, porque eso aún no puede escribirse. Aún no puedo recordar lo bonito, por el miedo  a volver a caer. Aún hay una foto tuya en el salón de mi casa, aún hay unas niñas que me sonríen en mis sueños. Y, bueno, tampoco voy a borrarte. Ni voy a hacerlo ni quiero hacerlo, por supuesto. Pero sí me gustaría llevar una vida sana. Y contigo ya no puedo... 
Sólo quiero que sepas que me encantaría que fueses feliz. Que mi mirada verde no te atormentara en las miradas negras, que su piercing no te recuerde al mío, que mis besos no aparezcan más en tu mente. Que seas feliz de verdad, que sepas sonreír sin tener en cuenta tu pasado, que seas consciente de él, pero que lo eches a un lado. Que me quieras como te intento querer yo a ti, en aquel recoveco de mi corazón con telarañas en el que escribo tu nombre al revés para que, aunque el mundo lo reconozca, yo no tenga que verme obligada a reconocerlo. Ya no te quiero, claro que no. Sí, espera, sí te quiero. Mucho. Por lo que fuiste y por lo que eres, pero tiene que empezar a ser un amor realmente sano. No interferir en tu vida y que tu vida no llegue a ahogarme de nuevo. Sólo quiero que seas feliz. En realidad me conformaría con que fueses la mitad de feliz de lo que yo intenté hacerte. No pude conseguirlo. No me pesa, para nada. Abrí un sinfín de puertas y sólo atranqué una, aún cerrada, para siempre. Porque nos equivocamos, pero la alegría nos sabe devolver la propia vida. 
Y quiero que sepas que no te guardo ningún rencor, que tan sólo te guardo a ti. Que te cuides, mucho, porque yo dejé de hacerlo para cuidarme a mí. Espero que hayas aprendido que nadie debe hacerlo, que debes sonreír por ti mismo, que nadie sustituye a nadie en la vida, que tus venas no tienen que depender de nadie más que de ti. De verdad, esa es una de las lecciones principales. También espero que no cometas más los fallos que yo tuve que sufrir, ni con ella ni con ninguna, porque todas tienen sonrisas preciosas, y porque no creo que fueses capaz de seguir viviendo sabiéndolo de nuevo. Creo que no me queda nada más por decirte. Que te amé, como a nadie. Y recordarlo idealizado pero imposible se va a convertir en una máxima de mi vida, seguramente. Pero no fue todo tan perfecto, si lo hubiese sido, yo no estaría escribiendo esta carta. Pero es así. Te prometo que no te deseo ningún daño, todo lo contrario. Sé feliz, sonríe mucho, besa lento, siempre, haz el amor con consentimiento y disfruta de las pieles, SÉ FELIZ. ¡Yo voy a seguir intentándolo! 
Un abrazo eterno,
Yram. 

lunes, 21 de enero de 2013

Besos insultantes

¿Por qué me miras así? ¿Qué he hecho yo ahora? Déjame, hostia, no siento nada por ti. ¡No sentí nada por ti nunca! En serio, es increíble que seas capaz de faltarme tanto el respeto sin ningún motivo aparente. Vale, sí, tienes razón, te besé, nos besamos. Ya está. Lo siento, fue un error, no quise hacerlo. No sé, no sé. No sé por qué lo conseguiste. Pero ya está. Del beso a algo más hay mucho más de lo que yo puedo -y quiero- darte. No, y menos a base de insultos. En serio, no quiero ningún problema contigo, pero ya basta. No quiero que me llames niña, te he dicho ya. No, niña no. Niña no. Porque no, J. ¡Porque es demasiado importante para mí!
No, tío, lo siento, tú no lo eres. Yo no sabía que ésto te importaba tanto, siempre me trataste tan  de aquella manera... No, no estoy diciendo que me hayas tratado mal, pero tampoco me has tratado como al placer de tu vida. Y además luego siempre me insultas, eso no te lo pienso permitir. Tú no lo sabes, pero yo ya he permitido demasiado como para seguir permitiendo cosas así a gente a la que no quiero. No, no te quiero.
¡Querer no es algo tan banal! No, no tiene que ver con el tiempo que te llevo conociendo.. Al menos, no sólo con eso. No, no lo sé. No te he visto las suficientes veces en mis sueños. Simplemente, ni en mi vida. No, de verdad... Déjalo, no me pidas más veces perdón. No tengo nada que perdonar, pero no quiero nada más. ¿No lo entiendes? Vale, J.... Lo siento, perdóname. No quiero hacerte daño, de verdad. Ni siquiera sabía que esto te importaba tanto... No, para mí no ha sido nada importante. Te lo he dicho siempre. '¡Joder, J.! Nos hemos besado un par de veces, ¡nada más! No, no voy por ahí besando a cualquiera. Pues quién sabe, quizá si no me hubieses insultado o si fueras un poquito más inteligente la cosa habría cambiado. Mmmm, no, tonto no. Pero te falta algo. El otro día lo comentaba con Arró. Lo siento, chico, pero es que no hay comparación. Tampoco es que quiera compararte, entiéndeme, pero no puedo seguir besando -ni siquiera besando- a alguien que no me trata como a mí me eriza la piel. Va, déjalo, espero que lo entiendas. 
Nada, ningún problema. ¡Claro que nos veremos! ¡Vivimos muy cerca y tenemos amigos en común! ¿Entonces a qué te refieres? Pensé que lo había dejado suficientemente claro. A ver, pues pregúntame y yo te contesto, ya no sé cómo hablarte más claramente...
No. No, no te quiero y no tengo por qué hacerlo, es más, tú tampoco me quieres a mí, pero es que eso no implica ningún problema. No nos queremos, no es suficiente todo esto para querernos, y ya está. J, el amor no es algo tan fácil como decir; me gusta cómo baila esta chica, me gusta cómo besa... me gustan sus ojos, la quiero. ¡No, no! Es mucho más,  y mucho menos. A veces empieza así, claro, pero a veces no. ¿Sabes?  A veces empieza porque le has visto la cadera en un movimiento suyo, a veces, porque te da una clase sonriendo eternamente... Otras veces, sí, por un beso, pero a veces no tiene ni que existir el beso para querer a alguien. Estás confundiendo querer con necesitar. No me gusta la dependencia. No te lo he explicado nunca porque entre tú y yo sólo ha habido baile, y dos besos. No sé si dos o más, J, no los he contado. ¿Cuántos? ¡Anda, no inventes! Va, en serio, vamos a dejarlo... Ah, sí, las preguntas. Dime. Sí, estoy enamorada. ¿De quién? ¡Eso no es una pregunta! ¡De la vida! ¡De múltiples personas que me dan la vida! No, no es eso. No es que yo esté enamorada de todo el mundo menos de ti. Que no es eso, de verdad. Es simplemente que no me has dejado respirar al amor. Que sólo me has dejado verte la sonrisa cuando querías algo de mí, y a mí no me gustan los objetivos. No sé explicártelo. Da igual, J. Claro que también veo cosas buenas en ti, y cosas para enamorarse de ti. Pero mi amor no es casarse con alguien, no es siquiera mantener sexo con alguien. Es hacer el amor, hacer la vida. No, no hacer el amor en el sentido en que estás pensando. Es hacer amor, es crearlo, sentirlo, vivirlo... Besarle, mirarlo a los ojos y ver la existencia. Vale, perdona. Bueno, no es ningún cuento, soy así. Bueno, ya está... Vamos a dejarlo, de verdad. Pero no te enfades, he intentado explicártelo de la única manera que sé. Puedo intentar que me entiendas a base de ejemplos. ¿Que te dolerían? ¿Pero de qué me estás hablando? ¡Luego la loca soy yo! ¿Tengo que volver a repetirte que no me insultes? Me voy. Se acabó. Yo lo he intentado, de verdad. 

miércoles, 16 de enero de 2013

El mundo.

Jazmín. Sus manos, y jazmín. Está sentada,  de perfil al balcón, con un libro en la mano. Me atreví a intentar adivinar qué  libro era, pero no lo conseguí. Ella parecía estar en otro mundo. Otro, que no era el mío. El mío, en aquel momento, era ella. Sus manos, jazmín. El libro. La portada del libro era de un color crema antiguo, de esos que ya no se llevan. Pensé que qué bien que estuviese leyendo, así, estando dentro de su propio mundo color crema, no se daría cuenta de mi atención. Tenía el pelo largo, ondulado. Le caía por los hombros, casi llegaba a las páginas del libro. A veces, con su respiración, uno de los mechones del pelo que le sobrevolaban la lectura se movía mínimamente, a su ritmo. En algún momento, me pareció creer que movía una de sus manos gráciles, y se quitaba uno de estos rizos de la cara. Sonreía. La sonrisa de alguien que no está en este mundo, ya. Era una sonrisa color crema, como las tapas del libro. No podía ver de qué color eran sus ojos, puesto que sus pestañas me tapaban casi todo el ángulo posible para verlos. 
Llevaba un vestido atado a la cadera, de color malva, con una cinta negra que le ataba los pensamientos al mundo. Su cuello sobresalía de las lilas como por arte de magia, parecía increíble. No debía ser muy alta, pero tampoco demasiado baja. Tampoco era ni muy delgada ni muy gruesa. Era perfecta, pensé. Perfecta para ese momento. Perfecta para formar parte de mi mundo, desde fuera de este mundo, estando ella en otro. Pasaba las páginas del libro color crema con suavidad, como disfrutando de la casi inexistente brisa que se proporcionaba a sí misma con cada movimiento. Recordé, justo en ese momento, el olor a libro, el olor a letra, a música, a imprenta, a lectura, a placer conceptual. Sonreí yo también. No sabía qué me pasaba, pero no podía dejar de mirarla. 
Tenía la piel algo más morena que la mía, pero tampoco podría decirse que era una mujer morena. Tal vez su piel también fuese de un color crema antiguo, como pasado de moda. Era preciosa. Sin más. Seguía sin saber lo que estaba leyendo, pero cada vez me importaba menos. 
Yo estaba sentada en el jardín de su casa -supuse que era su casa- tenía las piernas cruzadas y una ramita de jazmín que de vez en cuando superponía a aquel cuadro tan singular. Pensé que quedaría ideal una foto, la chica enfocada y la flor no. O al revés. No llevaba la cámara. Me arrepentí de haberla dejado encima de la cama, junto a aquella rama de jazmín que le había dejado a él. En realidad, en seguida me olvidé de la cámara y del arrepentimiento, sólo estaba ella y el jazmín. De vez en cuando, a ella se le escapaba una sonrisa más mundana de la cuenta, y yo sentía miedo de que levantara los ojos del libro. Aún así, no dejé de mirarla. No podía hacerlo. Con la mano con la que no sujetaba las flores, arrancaba de manera nerviosa algunas hierbas del jardín, necesitaba papel y bolígrafo.
En algún momento, mientras yo pensaba cómo volvería a revivir el momento para poder escribirlo, ella se pasó la mano por el pelo, pasándose la melena del lado izquierdo al derecho (¿o fue al revés?), y yo sentí mi propia mano estremecerse al notar el frío de la hierba, y el olor de aquel cabello. Era impresionante. Ella, en aquel mundo. Yo, en el mío, que sólo lo conformaba ella, y la consciencia de otro mundo, en el que ella estaba. Entre las dos, un libro, una rama de jazmín, y la nada. La nada, el todo. El mundo. Entre ella y yo, el mundo.