viernes, 27 de noviembre de 2009

Rubio y mamá Lola

Rubio, pequeño y risueño se acerca a mí.
-Me he perdido-, lloriquea.
-Tranquilo, pequeño, yo buscaré a tu mamá.
-no vengo con mamá.
- ¿con quién vienes?
- solito.
-¿solo? ¿cuántos años tienes?
- 9
- ¿y entonces cómo es que te has perdido? ¿de quién?
-de casa... pero me perdí hace ya mucho tiempo... cuando mamá se fue.
- a ver, pequeño, ¿dónde vives?
- aquí.

¿Rubio vivía allí realmente? Un mendigo le llamó y le dijo que no hablase con desconocidos. Me acerqué a aquel hombre.
-Perdone, pero ¿sabe usted quién es este niño?
- Es mi hijo, ¿por qué? ¿le ha molestado? lo siento mucho
-no, no me ha molestado... sólo me ha sorprendido verlo solo en la calle... ¿viven ustedes aquí, en la calle?
-lo siento, señorita, no volverá a molestarle.
- ¿quiere que lo lleve a casa para ducharle y que coma un poco? si quiere también puede venir usted.
-Bueno, realmente no es mi hijo, lo encontré hace dos años en esta misma esquina... y me prometí que jamás dejaría que pasara penalidades.

Me llevé a Rubio a casa, no sin antes haberle prometido a su papá postizo que en tres horas a lo sumo lo retornaría a su casa sin techo, como él la llamaba.
Su pequeño y sucio cuerpo chapoteaba en mi bañera mientras yo le observaba desde la puerta. ¿necesitas algo? "¡No, gracias!"
Su cuerpo palpitante brillaba húmedamente. Mis adultos ojos vibraban.
Lo dejé jugando y fui al salón a leer hasta que se cansase y tuviese hambre. En el periódico venía una noticia muy extraña; un hombre había sido detenido por secuestrar y forzar a su hijastra, de 12 años, a mantener relaciones sexuales con él. Tan sólo pensé en él. Rubio era pequeño. Probablemente me había mentido; no tenía 9 años... tal ver tendría 11 o 12, como la niña violada por su padrastro. Vibraban los ojos de ese padrastro al ver el cuerpo desnudo de la pequeña.
Corrí al baño. Estaba asustada.
-Rubio, ¿estás bien?
-sí

Leí la noticia de principio a fin; el hombre, de unos 40 años, había secuestrado a la niña poco después de la muerte de la madre de esta, y la llevó de viaje por unos años, mientras le "robaba la inocencia". Yo no soy una ladrona, jamás he robado a nadie. Rubio esperaba en el baño que le llevase una toalla. Le llevé una toalla. Vi su cuerpo totalmente desnudo. Su torso estaba aún cubierto de una leve pelusilla que dejaba entrever su cercano futuro viril. Sus piernas se tornaban deliciosas hasta llegar a su poco desarrollado y, por eso deseado órgano sexual. Mi cuerpo ardía en deseos de acercarlo a mí, de abrazarlo y acariciar rítmicamente a mi Rubio.
Rubio me miraba; sus ojos grisáceos me llamaban; hacía mucho tiempo que le deseaba, que le anhelaba... y que él era mío.
No podía aguantarme un solo instante más.
-Ven.
Proyecté en él todo mi amor. "Es un niño" repetía en mi cabeza. ¡ Pero no era un niño! Era mi niño...

Jamás devolví a Rubio a su "no-casa".
Años después alguien leyó en el periódico;
"Mujer de mediana edad detenida por secuestrar y obligar a su hijo de 9 años a mantener relaciones con ella".
Fue mío y siempre, siempre, Rubio, siempre lo serás.
Lola.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Besos que alargan la vida

Van pasando los días, las horas pasan rápido y tu cansancio llega también. Un día de clases, en la puerta de la universidad te esperan. Buses y hospital. Entras, te entristeces aún más de lo que ya estabas, y por la noche vuelves a casa. Tus pensamientos en estos casos jamás son demasiado buenos. Para colmo te ha venido la regla y el dolor es insufrible. Un fin de semana viendo a tu madre llorar por una irresponsabilidad. Y sueñas con un ángel, un ángel caído que quiere cogerte; y, aún pareciendo extraño, a veces te calma. Y despiertas y discutes con alguien. "A nadie le importo, no sirvo para nada". Mis lágrimas mojan mi pena. Mi ánimo se derrumba, muerdo el tapón del bolígrafo con el que cojo apuntes, paso apuntes a limpio, tacho los sucios... y los limpios son mojados por la pena.
La soledad me impide remontar. Espero tumbada en el sofá que me digan algo. ¿de dónde llamarán esta vez? ¿del hospital, de comisaría? Mi ánimo derruido intenta reconstruirse a sí mismo pensando que "no hay mal que cien años dure" y llaman...



Hospital, renegaciones, discusión, dolor, lágrimas, sueros, inyecciones, tubos, pasillos "de muertos", buses, trenes, suspensos, dientes, puntos...
Y entre todas las desgracias por las que últimamente pasa mi vida, ahí, entre todo eso, entre todas mis lágrimas y mi temblor de labios, están tus besos.