miércoles, 30 de septiembre de 2009

repartidos por los vagones...

Repartidos por los vagones, terminamos una etapa de amistad. Una amistad de alumnos, profesores, compañeros, compañeros de pasillos...
Y ahora, puede que para bien, vamos y venimos en un colorido tren que nos lleva, que nos trae y que se ha convertido en nuestro lugar de reflexión solitaria, o de ruidosas risas entre pirómanos y amigos con dolencias bucales...

Y, con miedo, llegamos a aquella primera clase que tanto deseábamos y temíamos; vemos que no es para tanto (o sí) y seguimos...
Escuchamos, atendemos, pensamos, escribimos y no sabemos qué va a ser de nosotros.

Ya no está Àngela, para reírse con nosotros y ponerse seria cuando hacía falta; ni Miquel, siempre pendiente de nuestros hábitos alimenticios y de nuestros "weekends" ; ni Joana, mirándonos de aquella especial manera diciéndonos quién sabe qué, y, aún así, haciéndonos suspirar.
Chuchi se perdió sonriendo y acariciando almas, mientras que Rosa reía a carcajadas amb "dos bolles de plom".
Joan Ferriol corría con migraña mientras decía "m'he errat" y na Palou seguirá haciendo teatro en historia e historia en teatro.
Nuestra Marga impuso, impone e impondrá oscuras miradas de alegría mientras nos abraza, y nosotros, lacrimosos adolescentes despidiéndonos de seis años, pensamos y escribimos sobre ellos ahora... repartidos por los vagones.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Lágrimas que embotellar.

la vida no te permite ni siquiera llorar, embotellas tus lágrimas, las reprimes, las censuras y las escondes...

rutina, letargo... y tú (25 de agosto)

Los cumpleaños no son nada especial, llega el día, te regalan o no algunas cosas, te hacen o no una fiesta, y eres o no feliz durante un rato con toda esa gente que te quiere, o no. Pero no sólo los cumpleaños pueden (o no) ser especiales; aniversarios, Santos Valentines, onomásticas... Todos intentamos (o no) que estas fechas especiales sean fantásticas, dignas del recuerdo. Sin embargo, del resto de días del año pasamos totalmente: 25 de agosto; un día, para mí, normal y corriente (¿volvemos a la indefinición de "normal"?) , sin cumpleaños ni celebraciones a la vista. Me levanto desayuno (para obligatoria después de los problemas de estómago), le doy de comer a Noelia y la saco al sol, hago las camas y ordeno un poco la casa (sobretodo cuandoe estaban mis abuelos) y voy y vengo mirando a Noelia para que no se escape o se haga daño, mientras acaricio ligeramente el lomo de Estrella.
Después de comer veo una película de Pedro Almodóvar; "la flor de mi secreto". A las 19.30 voy un poco al balcón a tomar el aire con mamá Juana, doy de comer a Noelia y acaricio y juego con Estrella.
Ducha, cena, peli y a dormir (mentira, porque estoy escribiendo). Nadie (ni tan solo yo) ha hecho especial esate día para mí o mi familia.
Sin embargo, para mí podría haber sido especial con sólo un gesto que me hiciese volar.
Pero en estas fechas, con mis abuelos aquí, sin ordenador, sin blog y sin, por lo tanto, casi comunicación, estoy en una situación de letargo, de hibernación reflexiva y creativa, y, sin embargo, de insomnio real...

Los días se sucenden uno tras otro, uno tras otro... denjando en mí la huella que podría dejar el repetitivo repiqueteo de las agujas del reloj: tic-tac, tic-tac. Lunes, martes; lunes, martes... y sigue la vida, y sigue el letargo, el aburrimiento y la rutina "relajante" (estamoos de vacaciones..)
La rutina nubla mis ideas, forma mi letargo al igual que nubla mis sensaciones y sueños; en cuanto tengo un atisbo de especialidad, de alegría, la rutina la hace desaparecer con su nublada realidad.
La rutina y tú, tú y la rutina. Sabes de sobra que erres mi única ilusión, y siempre también mi única desilusión.
Sé que estoy pesimista, pero la desilusión es lo que tiene; y en esta vida no se es siempre feliz (o sí), aunque se aparente inconscientemente...

jueves, 10 de septiembre de 2009

POESÍA

Siendo yo aún una niña (si es que ya no lo soy), encontré en un libro un texto, escrito en verso, que, no sé ni he sabido por qué, me fascinó. Yo, con quizá 6 años, seguramente no entendía del todo su significado, pero (y de esto estoy segura) me lo inventaba...
Tanto me gustó el poema que, años más tarde, ya en Mallorca, cuando el mismo poema apareció por casualidad en mi libro de "lengua castellana", recordaba cada una de sus palabras, en orden, sin orden, con tildes y sin ellas, pero con un escalofrío en el alma. No lo entenderé jamás, aún lo siento, aún me lo sé; la primera poesía que leí, la primera que entendí y no entendí, la primera que me acarició el alma y la primera que me inventé.
Es, tanto si lo entendéis tal y como el autor quería expresar o no, una preciosidad; porque lo bonito de la poesía es eso: jugar con tu interpretación y la de los demás, compararlas y, sobretodo, disfrutarlas;




El pez más viejo del río
de tanta sabiduría
como amontonó, vivía
brillantemente sombrío.
Y el agua le sonreía.

Tan sombrío llegó a estar
(nada el agua le divierte)
que después de meditar,
tomó el camino del mar,
es decir, el de la muerte.

Reíste tú junto al río,
niño solar. Y ese día
el pez más viejo del río
se quitó el aire sombrío.
Y el agua te sonreía.

Miguel Hernández.- EL PEZ MÁS VIEJO DEL RÍO.

Sin infelicidad, la felicidad no existiría...?

Cuando parece que todo va de maravilla, a veces la maravilla explota, dejando mil cachitos de infelicidad, de dolor, de indigestión emocional. La muerte de alguien ccercano, una ruptura amorosa, una discusión, una situación extrema, un trauma infantil... Mil causas para, de vez en cuando, ser infelices. Un gesto puede hacerte feliz, puede alegrarte el día e incluso una sonrisa se puede convertir en el alimento diario de tu vida; pero este mismo gesto, o quizá otro, se puede convertir en un motivo de tristeza, de desasosiego, de infelicidad...
Alrededor de ti, de tu vida, giran muchas otras personas, muchas otras vidaS; gente a las que le importas, gente a la que no, gente que piensa (o no) en ti, gente que te dedica sonrisas, gente que te odia, que te envidia o que te ama. Y, sin siquiera ser consciente, tu vida gira alrededor de ellos; formas parte de su identidad como ellos forman parte de la tuya... Y ellos influyen sin quererlo en tu estado de ánimo, en tu mente y en tus decisiones, al igual que tú en ellos...
Sin embargo, en esos momentos de soledad y vacío que todos sentimos alguna vez (o eso creo y espero), nos ayuda también a lo contrario; a ser felices.
Un día alguien dijo que un buen escritor debía haber vivido muchas experiencias; tanto buenas como malas, y, ¿por qué no? sobretodo malas, para poder explicar por lo que había pasado, y poder contrastarlo con las cosas agradables que vivió.
Pongan el mismo ejemplo en la vida real, sin literatura (sé que esto es imposible, pues la vida en sí es literatura); ¿quién valorará la felicidad, si no ha conocido lo contrario? ¿cómo sabes que es salado si no probaste lo dulce? ¿Quién, sin haber llorado jamás, puede reír de corazón? No puedo sentirme desafortunada por haber vivido situaciones desagradables o injustas, sino al contrario; sin ellas, no valoraría lo que, de vez en cuando, aparece en mi vida; la alegría, la felicidad...