martes, 21 de agosto de 2012

Yo, mí, me, conmigo.

Me llamo Mary y por mi corazón han pasado muchas más personas que por mi cuerpo. Soy una persona obsesionada con su incapacidad para hacer cualquier cosa, pero que, aunque sea paradójico, termina haciéndolo todo, a la fuerza. Estudio y vivo filosofía, y todos los ámbitos de mi razón están impregnados de ello. Escribo a diario por placer y también por dolor, leo y me enamoro de cada letra, de cada palabra y de cada gesto, de muchas personas.
Me gusta Estopa, Marwan, Luis Pastor y muchos más, y siempre termino las reflexiones con alguna cita que yo considero "de autoridad". He llorado por amor muchas veces, pero hoy no creo ni en la fidelidad ni en las relaciones convencionales. Me cuesta mucho trabajo abrir mi cuerpo a alguien, pero beso a quemarropa cuando siendo realmente. Los traumas más grandes de mi vida podrían titularse; "Papá o el alcohol", "Violaciones en la vida" y "Mauri; la responsabilidad de un suicidio". Escucho notas con la piel erizada y aún recuerdo poemas de la infancia y miradas emocionadas. 
Es muy difícil hacerme perder la cabeza con una caricia, pero hay personas que saben cómo hacerlo. Es fácil, sin embargo, que sea yo cuando ésto ocurre. Siempre me pensé fea, gorda, repelente y la persona menos especial de este planeta, pero lo voy superando día tras día. 
Puedo emocionarme en un tren con una sonrisa, en un coche con una nota, en una cama con una caricia, un día con un suspiro y una noche con un beso.
Mauri fue el primer chico que me hizo vibrar y el último que me hará culpable de todo. Daniel,  Emili, J. Manuel, Marwan, Xavi R y muchos otros se han colado en mis sueños y, algunos, me han colado en su cama. 
Soy una persona demasiado sensible, pero he aprendido a aprender de ello y no caer sin levantarme después, a seguir aprendiendo. mi madre es la persona que más me importa y a la que, a veces, menos demuestro. Mi padre no sabe nada de mí, pero me quiere, y yo lo sé. Mi familia está lejos, y mis amigos siempre muy cerca. 
Adoro a Carme y su sonrisa, a Mariana y la mancha de su ojo derecho, a Marga y sus increíbles ojos negros. A J.Manuel y su virilidad, a Marwan y su sensibilidad sexual, a Emili y su mirada que pasa de dura a alma gemela. A Dani Gómez y sus interminables pestañas, a Rocío y su cruda dureza conmigo, a Yeison y sus eternos abrazos.  A la familia Pastor Guerra, por sus sentimientos y su complicidad, a Miry y su sensible fuerza, a sus ojos. A Chuchi, su mirada y sus manos, su bondad. A Daniel y lo que me hace sentir; su sonrisa, el niño y el hombre, sus ojos.  A Alberto, su dulce forma de pintar sobre mi piel, sobre las pieles. 
No me gusta nombrar a nadie, pero hoy lo he hecho; voy a hacerlo. Amo y los amo, a ellos y a más personas de mi mundo. 
He intentado masturbarme miles de veces y jamás, de momento, lo he conseguido. Me excita como nadie J. Manuel, me inspira ternura Chuchi. Amo a mi madre y no sé lo que siento por Daniel, ni por Joan, ni por Emili, ni por tantas otras personas. 
Me he enamorado de unas manos y unos ojos me han excitado. Sueño con cantantes besándome y beso labios y cuellos mientras sigo escribiendo. He escrito sobre cosas que no me han pasado y me han pasado cosas que no quiero escribir.
Lloré por la muerte de la tortuga Manolito y de la perra Moni; hoy temo esos momentos. Me vuelven loca Los Simpson, Aída, Aquí no hay quién viva y Polseres vermelles.Río llorando con Tomás García, Dani Rovira, Ignatius y muchos otros. Pienso en distancia y mucha gente viene a mi mente. 
La muerte externa me atormenta; la mía no. Quiero a algunos animales más que a algunas personas, y la editorial seleer me ha dado mi primera oportunidad literaria. Odio las matemáticas, la lógica y agradezco y pido perdón constantemente. Tengo mejores amigos de toda la vida, mejores amigos de hace unos años y mejores amigos con una relación especial y, a veces -muchas- soy feliz.
He estado en un coche contando estrellas y he tenido orgasmos practicando sexo oral a otra persona. He estado horas esperando que una rosa se abra, y me he enamorado del instante. Yo también hice daño a algún corazón, a veces incluso a propósito. Conté las rastas de Alberto tres veces, y los lunares de Mauri mil. Me miro al espejo y no me gusta, pero me sonrío.
Me enloquece el chocolate, y después me siento mal. Mi forma de caminar es ridícula, pero forma parte de mi encanto. Cuando era pequeña mi vecina me decía que tenía dientes de embustera, hoy, aún más.
Soy muy blanca y el sol me quema siempre, las caricias me marcan. Las tortugas y Almodóvar me apasionan, tengo sueños eróticos con algún profesor y sin sueños mi vida no tendría sentido.
Vivo con un lápiz y un papel y siempre la mirada en algo. En mi bolso nunca falta una cámara de fotos, aunque a veces no fotografíe nada. No me gusta la compasión y prefiero los abrazos a los besos, las miradas a los orgasmos, pero el sudor a la saliva. No suelo maquillarme, en parte por incapacidad, en parte por pereza; pero quizá me haría falta.
Mi caja no cuadra una o dos veces al año, lloro encarando la bollería. Tengo miles de libros que no he leído; leí los tres libros sagrados más conocidos, pero he sido incapaz de empezar "Los pilares de la tierra".
Soy antitaurina, pero lo suficientemente hipócrita como para comer carne. De izquierdas y republicana, pero sigo viviendo en mi mundo.
Amo a la gente y, a veces, me odio por ello.

Hoy no sé lo que siento ni quién soy, pero quizá también pueda aprender de toda esta inexactitud que rodea mi cabeza, mi habitación y hasta mi bolígrafo. 

miércoles, 15 de agosto de 2012

A los que buscan compañía.

A los que buscan compañía...
Un corazón que cuenta inundaciones, nada bueno de él, y un sinfín de anécdotas, de esperanzas, de tormentas.
Aún le quedan caricias guardadas por dar, cree que nunca se agotarán. Pero sí parece que las que debía recibir ya acabaron. Llaves para abrir una puerta. Es curioso que la misma llave que abre es también la que cierra, sin pedir perdón por ello. Cuanto más lento vivía, percibía, latía, más despacio parecía ir su mundo. Cuanto más amor había en él, más rápido bombeaba, amaba, el tiempo pasaba. No se equivocó al amar, jamás se arrepentiría de ello. Hablaba bajito, intentando que nadie se enterase de su amor; pero hablaba. 
Su amor estaba ahí y era suyo.  Borraba malos recuerdos con la luz de la luna, moviendo montañas con fe. Amando a media voz, viéndose él en otro, en el propio amor. Siendo amor en otro, otro en el amor, amando. Olvidando explicaciones, encuentra ilusiones en besos. Desaparece el tormento, pero también los recuerdos, momentos e imágenes. Bohemiamente, sigue olvidando eso, sintiéndose nuevamente él, amor, él en otro. Aroma de recuerdo mientras se hiere, sintiendo de nuevo. Busca y busca ilusiones apagadas, besos encendidos y luz tenue, blanca, fugaz pero eterna... Vida. La inspiración llega, aunque de vez en cuando, a él, a su vida y a sus latidos, sintiendo, pensando, con corazón, con él mismo, con el otro y con el tú. Los sobrelleva, poco a poco, con vendajes que le hacen el dolor más llevadero, con suspiros al son de su alma, pero con amor. El caudal del miedo, con él y con su aire. Dando gracias a la eternidad por los besos efímeros, por las caricias de los pétalos, por el olor del sabor a ternura. Canta azul día tras día, sentimientos ciegos que ciegan los males. Sin darse cuenta, sus ojos no amanecen en el día. No sabe qué, pero sí por qué, y es que no puede perderlo, no puede perder lo que le llena de alegría, con miedos en el aire, violeta que pasa, fugaz por su mente latido tras latido... Y todo esto,  sin sentido, sobrellevando y sobrevolando, la vida, el amor, el corazón cerebral. 

Abu-Tahoun

Hoy no quiero pensar en nada que no sea mi reflejo en el espejo de tus palabras. Hace ya algunos meses que esta cabecita loca descubrió, mediante sus flamantes sentidos, la mayor parte de tu arte. Enloqueció, la cabecita y su corazón, aquel que tiene en su cabeza para pensar.
Cortas noches buscando tu voz, tu sintonía con mi mundo, tu vida y tu equipaje, parte del bagaje emocional que hacía las veces de equipaje profesional. Entonces lo descubrí; vives, como yo, de, por y desde tus emociones. Descripciones de sentimientos, emociones, sensaciones, idas y venidas empañan tus letras, escritas u orales; cantadas al aire, leídas y oídas por diferentes almas. 
Fue por aquellos momentos que acostumbré a mis oídos a no despertar sin oír tu voz, e incluso a mis ojos a buscar aquellos gestos canallas en vídeos semi-moñas.
Fue entonces cuando me acostumbré también a ti, a tu trabajo. Fui confeccionando la banda sonora de mi presente a base de tu voz, de tus manos y de tu mirada en las fotos de JS Matilla.
Aún así, cuando pensé que no podía ya tener más carita de tonta al oírte... Descubro que también eres escritor. Ahora es cuando empiezo a leerte, entre frases inconexas sobre tu papel, sobre tus palabras; lápiz que acompaña siempre al triste libro de  un cuerpo sobre otro, que me acompaña a mí, triste -a veces- cuerpo sobre otros.
Y voy paseando por tus límites, por tu incapacidad para despedirte, tu amor por una y tus deseos por todas. Voy, poco a poco, re-creándote en un personaje de mi propiedad, existente quizá tan sólo en mi cabeza y en mis sueños, recreándome en ti, en mis sueños, en tu voz y en tu boca, sintiendo ya que es algo más que una boca externa, que confecciona mi vida como tu imagen y tus poemas, tus letras y hasta tu vida. 
Soñando con tus besos y un abrazo que siento propio cuando interpreto y me hundo en cada palabra de tu sutil encanto, en cada nota de tu sedosa voz, y en cada suspiro del cambio de verso.  Y es ahora, en este momento, mientras escribo esto en un cuaderno morado, cuando me enamoro conceptualmente  de ti, haciéndote mío con el bolígrafo y el papel, con mi corazón y en mis manos, creando un mundo de emociones que sólo yo- aunque tú formes parte- entiendo.

Sentir el murmullo de la vida de vuelta en mis cuadernos...
Marwan. 

domingo, 5 de agosto de 2012

Lejos de mí

Te miré desde el coche. Sin saber por qué, aceleré. Puse el intermitente (sin pensarlo siquiera), y aparqué allí, a tu lado. Supe que sonreías, pero tu cuerpo quedaba detrás de mi ojo, a la altura de mi nuca. Creo que yo también sonreí, pero realmente no lo sé. Sonaba Luis Pastor en el coche. Sentí que lo desprestigiaba, oyendo su música para aquella cita. Marwan, esta vez, descansaba en la guantera. Estaba nerviosa. Bajé del coche, aún la llave puesta en el contacto y Luis Pastor cantando. Nos miramos. Sólo supe decirte un ¿Qué hacemos? muy ridículo, sin ningún sentido. No sé qué hacía allí; lo peor es que ni siquiera en aquel momento lo sabía. Ridículo. Todo era ridículo. Los mensajes, la cita, incluso el recuerdo. Es ridículo y es patético seguir sintiendo algo por alguien como tú. Aunque cuando afirmo esto realmente en mi cabeza martillea la gran pregunta: ¿Qué/Quién/Cómo es Él? No lo sé, y tampoco lo sabes tú, pero a mí aún me duelen tus marcas en mi vida. Tus huellas sobre mi piel, tu crueldad sobre mi sexo, tu poco amor hacia el mío, tu vida pisoteando la mía. A mí me duelen las cicatrices; las tuyas, físicas, tangibles -voluntarias, imbéciles- ahora, incluso tatuadas, pero, y casi más que lo anterior, las mías, las etéreas, las invisibles, las que nadie más que yo -y quizá ahora, ya, alguna que otra persona capaz de hacerme abrir- puede notar. Me duele, y es por eso que te miro y no siento más que alegría. Supongo que si leyeses esto todo te haría muchísimo daño. Mentiría al decir que, al menos en este instante, lo siento. No lo siento. Es más; aún me sigue pareciendo poco comparado con lo que tú me hiciste sufrir. Quizá dentro de diez minutos me arrepienta de todo esto, como diez minutos después de verte me arrepintiese de hacerlo, pero, ahora, es lo que quiero escribir aquí, en mi papel, en mi vida. 
Recuerdo, entre briznas de sensaciones encontradas, que te miré  los ojos una sola vez. Eras tú. Tu piel, tu cara, tus labios, tu cuello y aquel lunar. Tu pelo, tu sonrisa, tus cicatrices... Tu asombrosa y espantosa locura. Eras tú, eras tú, pero... ¿Cuál de ellos? ¿Qué Tú? Había visto tantas caras y hoy parecías esforzarte para no mostrarme al último. Ya no hay más lo siento ni más perdón posible, que salga de tus labios. Yo no tengo nada que perdonar ni jamás tuve que hacerlo. Así fueron, así fuiste, así lo hiciste y así lo sentí. No hay más, tampoco hay menos. No puedes pedirme que perdone tanto daño, pero, tampoco pueden pedirme que odie a alguien que actuó por... amor? 
El amor es locura, pero... La locura no es amor. Sólo puedo pedir a la vida, a mi camino y, sobretodo a mí misma, que, cuando llegue un loco semejante a ti, yo sepa (y sólo en este caso) poner los límites suficientes como para poder salir airosa. Que nadie merece estar a merced de otro voluntariamente... Ni involuntariamente.
Por mi parte, nada más que desearte lo mejor del mundo, lejos de mí.


... incluso la tristeza de haberte -por fin- superado. 
Marwan.