miércoles, 6 de enero de 2010

2009

Enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre, diciembre...
y vuelta a empezar; enero, febrero, marzo...
y seguimos aquí, sin saber dónde es aquí, en nuestro sitio, pero sin pensar jamás cuál es nuestro sitio, y pensamos que ha sido un año bueno, o malo, y realmente todo es tan subjetivo...

Preparo mis doce lacasitos y busco las uvitas más pequeñas para mi tío, pues no está muy preparado para estas cosas todavía. Y río. Pienso que estarán haciendo en este mismo instante allí, sin saber dónde es allí, pensando en un abismo, en el recuerdo de haber hecho lo mismo cientos de veces con ellos, y sin embargo todo es tan distinto sin ellos...

"Empiezan las campanadas;
-¡No, hombre, no, ahora son los cuartos!
-¡¡tres, cuatro!!
yo no paro de reir y de ahogarme con mis lacasitos; mi tía, como siempre, está histérica y lleva al menos tres o cuatro uvas más de las que tocan...
Es la uva/lacasito número once, salid corriendo, Papá Andrés va a abrir el champán y a ponernos a todos perdidos... Salimos, y uno tras otro vamos escupiendo las uvas, los lacasitos o lo que sea, ya que, con la rapidez de las campanadas, y la risa de mi tía Manoli, no hemos podido masticarlas ni tragarlas... Viene Papá Andrés por la puerta de atrás y, finalmente, nos moja a todos de champán. Mamá Juana gruñe porque toda la casa está encharcada de champán y confeti... nos damos besos para desearnos un feliz año nuevo".

No, Papá Andrés no mojó a nadie con champán, ni mi tía Manoli iba tres o cuatro uvas por delante, ni yo me reía ahogándome con mis lacasitos, ni salimos corriendo... ni NADA.

¿Feliz 2010? gracias, pero... no ha empezado de la mejor manera posible, que es, sin duda, la mía... la nuestra...

felices años a todos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario