viernes, 22 de octubre de 2010

Frío.

Oigo a Alejandra quejarse de que no estoy con ella y no puedo parar de llorar. Mauri me pide perdón y me hace llorar más, y ni siquiera sé muy bien por qué ese perdón. Miri me mira con esos ojazos y me hace trabar la lengua; ya no sé lo que le estoy diciendo. Casadesús me habla de la muerte en Aristóteles y Cabot del amor en Kant... Carme sigue con su portátil pequeño y Petu y Rebeca siguen discutiendo por el rol. Mariana interviene con sus "preguntas breves y concisas" y Carme y yo seguimos riéndonos de todo... Voy al baño y siempre está "fuera de servicio". Vuelvo a clase y me choco con el profe de estética, y río. Río sinceramente. Lloro amargamente. Y veo llorar a Mauri, y a Miri, y a mi madre, y pienso que una de mis funciones (de mis finalidades, de mis telos) sería evitar esto... Pero no puedo hacerlo. Sigo viviendo entre libros y pips mercadoneros mientras no ordeno mi vida. Estoy con él, le quiero, otra oportunidad (la verdadera, esperamos!! [los dos,]) y pienso en mi "amor" (o no amor, según tomates verdes fritos) de mi infancia. Tan perfecta, siempre sabiendo qué palabra decir o qué gesto hacer para deleitarme. No es amor, dice ella... no lo fue, pienso yo. Amor en Kant, pregunta Rebeca, y el profe, que no sabe muy bien qué contestarle, nos aconseja una película. Mando algún mensaje para recordar que alguien es genial, y llamo a alguien sólo para decirle que le amo. No sé cuál es el problema. La risueña, me describía, la "justiciera"... ¿dónde? Sigo mirando a Berga y viéndolo reir (sí, reir!!) por primera vez, y no paramos de reir a carcajadas. Hablo en un metro de aquella mítica "bolles de plom", y sonrío. Recuerdo, y envío un e-mail. Hablo con la rubia de mi motivación filosófica y le explico mi concepción de las "sensaciones", y el papel que ellas juegan en mi vida. Me dicen que con mis escritos lloran y yo me siento orgullosa, en parte, porque he sabido, nuevamente, expresar en palabras lo que he sentido.
Siento frío, en mi habitación, pasando apuntes de lógica mientras oigo Estopa y pienso en todo lo que pienso.
Hablamos de argentinos frente a un bar de argentinos, y en el claustro, un argentino cuenta chistes y Carme y yo pensamos: uff... quin pesat!
Angelina viene algunos miércoles a vernos, cansada de Beatrius de Pinós, y lee y termina nuestro compendio. Tania, que sigue por lugares lejanos, nos hará una visita en breve, y nosotros visitaremos nuestro pasado compartido, junto con ella.
Echo de menos a Alejandra, y a todos ellos, anhelo, además, aquella felicidad de pareja que empieza y busco en sus ojos aquel destello... Pero no lo encuentro, y sigo echando de menos y yendo hacia adelante sin saber qué es adelante ni a dónde me llevarán mis pasos...´
cuando, en realidad, sólo me faltan dos cosas: calor, y sonrisas.

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