viernes, 12 de septiembre de 2014

Querer querernos

Llevamos algo más de una semana separados y parece que se nos va la vida.
Pero no es cierto. La vida sigue aquí. 
Ayer le contaba nuestra historia a una amiga. No es la primera persona que, con algo de envidia en sus ojos, me dice que es una historia preciosa. 
Yo siempre contesto que sí, que es muy bonito, pero que es también muy difícil. 
Hoy, pienso: Sí, es muy difícil, pero ¿y qué? es muy bonito. 
Te he conocido tanto, te he disfrutado tanto, te he amado tanto... que todo este dolor que siento justo aquí, en mí, me merece la pena una y mil veces. 
Porque sentirse en confianza, así, de ésta, de nuestra manera, no es cualquier cosa. 
Porque sentirse así, querido por toda la piel  y queriendo hasta los huesos es, por y para mí, lo mejor que me ha pasado jamás. 
Porque acariciar así, con el alma y con la piel, la piel canela de tus ojos, es el mejor regalo del mundo.
Porque hacer y que te hagan el amor así, con el punto exacto entre la violencia y el respeto, entre el juego y el cariño, es algo que todo el mundo debería poder experimentar, en su estilo. 
Porque hoy, con alguna horas más de distancia en la piel, lo pienso y llego a la conclusión de que, si nos cuidamos, nos disfrutamos, nos confiamos, nos amamos y también nos enfadamos, tenemos el derecho a echarnos de menos, a sentir el hueco del otro, a sentir el vacío del no-estar ahí.
Y, tal vez, si lo pienso mucho y sonrío por ello, hasta puedo disfrutar de mi tristeza por tu ausencia.


¡Pero vuelve, eh! 
Quiero... seguir queriéndote. 

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