viernes, 4 de octubre de 2019

Carta del 4/10/2019

Querida mamá:
Hace mucho que no te escribo una carta. Tal vez desde mi adolescencia. Supongo que la Mary adolescente aún estaba en esa etapa del proceso en que debía escribir para poder expresar todo lo que sentía. Ahora no siempre es así. Puedo expresarme de muchas más maneras, y no nos causa problemas. Sin embargo hoy he decidido escribirte, mamá bonita. 
Porque a lo mejor son tantas cosas que las tengo agolpadas en la mente y en los dedos, y que no se quieren ir en un audio o en una llamada a través del Mediterráneo. 
Así que...
Mamá, eres una mujer increíble. Eres luchadora, eres grande en todo el sentido, fuerte, completamente inteligente. Las luchas que te ha tocado librar no son fáciles para cualquiera. Tu sufrimiento me araña la piel del alma, mamá. Me araña por dentro. Pero me consuela pensar en tus cualidades. Una lástima que haya tan pocas personas como tú. 
Siempre crecí, mirándote en la perfección, desde abajo, reconociendo tu olor cálido y floral desde la distancia, sabiendo desde bien joven de tu mejor arma; es la alegría. 
No existe el fracaso en tu lenguaje. Y así estás, agotando la perfección. Siendo madre, amiga, esposa, y ahora -por sobre todas las cosas, hija. 
Mamá, te deseo hoy mucha felicidad porque espero con el verde de mis ojos que la tristeza no se apodere de tu rostro, que dejes de sentir esa dolorosa presión en los riñones, que la vida deje de pesar tanto que te marea las cervicales. Pero te doy también la enhorabuena porque pocas personas llegan a los cincuenta y seis años siendo tan íntegras como tú, mereciendo tanto las sonrisas que tú misma nos causas. 

Te deseo por tanto, mona grande querida, toda la felicidad de este mundo. Y créeme que lucharé durante toda tu vida para conseguirlo.


Te quiero

1 comentario:

  1. Palabras solemnes, efecto balsámico, palabras que llegan al alma. ¡Qué bellísima relato! Un auténtico regalo lleno de esperanza.
    Muchísimas gracias, Mary.

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