jueves, 10 de septiembre de 2009

POESÍA

Siendo yo aún una niña (si es que ya no lo soy), encontré en un libro un texto, escrito en verso, que, no sé ni he sabido por qué, me fascinó. Yo, con quizá 6 años, seguramente no entendía del todo su significado, pero (y de esto estoy segura) me lo inventaba...
Tanto me gustó el poema que, años más tarde, ya en Mallorca, cuando el mismo poema apareció por casualidad en mi libro de "lengua castellana", recordaba cada una de sus palabras, en orden, sin orden, con tildes y sin ellas, pero con un escalofrío en el alma. No lo entenderé jamás, aún lo siento, aún me lo sé; la primera poesía que leí, la primera que entendí y no entendí, la primera que me acarició el alma y la primera que me inventé.
Es, tanto si lo entendéis tal y como el autor quería expresar o no, una preciosidad; porque lo bonito de la poesía es eso: jugar con tu interpretación y la de los demás, compararlas y, sobretodo, disfrutarlas;




El pez más viejo del río
de tanta sabiduría
como amontonó, vivía
brillantemente sombrío.
Y el agua le sonreía.

Tan sombrío llegó a estar
(nada el agua le divierte)
que después de meditar,
tomó el camino del mar,
es decir, el de la muerte.

Reíste tú junto al río,
niño solar. Y ese día
el pez más viejo del río
se quitó el aire sombrío.
Y el agua te sonreía.

Miguel Hernández.- EL PEZ MÁS VIEJO DEL RÍO.

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