viernes, 23 de octubre de 2009

EL MOTIVO

Él y yo. Tan sólo él y yo. Es de noche, paseamos por las calles de Inca. Nos miramos y deducimos que algo va mal; hay mucha policía moviéndose por aquí y por allá y tipos rapados con miradas asesinas...
-Corre!
Corremos. Nos apresuramos a llegar a mi casa... corremos. Dos hombres se acercan a mí diciendo algo inteligible, pero él me coge del brazo y empieza a correr muy rápido, casi arrastrándome a su lado. Corremos. Corro todo lo rápido que puedo y siento su mano en mi brazo, caliente, latente, nerviosa... Los dos rapados que me decían algo gritan, pero no los oigo; me parece que se acercan, pero veo un coche patrulla y siento que huyen.
-¡¿qué pasa?!
-tú corre!!
Por fin veo que llegamos a mi calle. Mi hermano y mi padre parecen estar esperándonos en la puerta;
-Corred, subid!
Subimos, subo aturdida sin saber muy bien qué pasa.
-Menos mal que hemos llegado, si no... no sé muy bien qué hubiera pasado con nostros.
Voy la última en las escaleras, pero veo que un hombre y una mujer suben detrás de mí.
-Somos personitas, joder... yo no le he hecho nada a nadie.
Entro en casa. Intentamos cerrar la puerta, pero el hombre que venía detrás de mí la sostiene con la mano. Al principio parecía desafiante.
-Así que sois personitas, eh?
Pero poco a poco "se va poniendo de nuestra parte" (que aún no sé qué parte es), y se gana nuestra confianza... se va y la mujer que le acompañaba queda en casa a "tomar un café para hablar del tema", tema que creo que voy desmenuzando poco a poco...
Él y yo, más tranquilos ya, nos vamos a la ducha, situada en la parte izquierda del salón, donde mis padres y aquella mujer tomaban café.
-No oigo a mis padres.
-Es verdad.
Desde fuera abren la cortina; de un vistazo veo a mi padre acuchillado en el sofá, con la taza de café esperando en la mesa. Mi madre no está. Debe haber corrido la misma suerte, pero en la cocina...
Miramos desencajados a la mujer, con una navaja ensangrentada en la mano y acompañada por otra mujer, que no habíamos visto antes. Desnudos, nos miramos y veo el terror en sus ojos tanto como los siento en los míos. Cojo un cenicero de una mesa que jamás había visto, pero que estaba allí. Intento romper el cenicero dando un golpe en la mesa, pero no se rompe. Tres golpes y aquella mujer temblaba de ira. Suelto el irrompible agujero y le abrazo acurrucándome en él.
-Los pezones locos.
-¿cómo?
-que nos va a matar arrancándonos los pezones y dejando que nos desangremos.
No la vuelvo a mirar. Abrazada a él.
-Que esto sea una pesadilla, por favor. Por favor que me despierte ya...


-Cariño, cariño... las 8... venga, despierta, mi amor... tienes que ir a la universidad.
Desperezándome, le abrazo fuerte y le doy gracias sin decirlo por haberme despertado.
Recuerdo que ayer, al llegar de la universidad, vimos un chico de cabeza rapada que nos miró de esa manera sospechosa para mí y se fue...
El motivo de mi sueño.

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