miércoles, 8 de junio de 2011

Tontería necesaria.

Agotada camino pasito a pasito hasta el final. No puedo más, me desvanezco entre Durkheim, Weber, Marx y, ahora, Aristóteles y los colonos americanos. Salgo de la sala con una sensación algo efímera (voluntariamente efímera) de caos, de desorden, de incapacidad, de suspenso. Pero la hago desaparecer para seguir con esto. Pienso que, cuando hice selectividad también salí de los exámenes con esta sensación, y lo achaco a los nervios, o a la situación, a todo el stress y el dolor que me han hecho pasar últimamente. Afortunadamente no me vengo abajo. Afortunadamente, aunque me vaya quedando dormida en la ducha, tengo fuerzas para seguir, paso a paso, como aquella tortuga errante de la que alguna vez escribí en esta misma hoja. Espero no explotar nunca, porque no quiero salpicar a nadie y, ahora que lo he escrito, me parece tan enormemente verdulero que me gustaría borrarlo, pero no lo haré; forma parte de mí. Como los nervios, la incapacidad, el dolor, la rubia, el moreno, el de los ojos verdes, la de la sonrisa, el de la espalda ancha, el de las manos bonitas, el del coche, el movimiento, la filosofía, la literatura (aunque en menor medida, de momento), la de los ojos negros, el que no quiere participar en teatro, mi madre, mi familia, mi Jerez, mi Mallorca, mi universidad y mi Pau Casesnoves. El pasado y el futuro no son más que ficciones, pero siguen formando parte de mí...


Deben ser los exámenes, el agotamiento y todo lo que he mencionado más arriba, porque ni siquiera sé sobre qué ni qué estoy escribiendo y, hoy, a pesar de que normalmente no lo hago, voy a publicar esta tontería, porque, como todo lo anterior, también forma parte de mí.

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