viernes, 2 de noviembre de 2012

Ángel sin alas.

Llueves suave, elegante sobre el mundo; creas mundo en cada oscuro parpadeo. ¿Qué pasa si se nos abre el cielo cuando sonríes? Nada es moralmente reprobable si hablamos de tu ser. A veces, quizá entre deseos desmedidos te olvidas ser, te olvidas ser entre los pliegues de la piel de ese alguien que come sandías al lado derecho de tu corazón.
Eres ciencia del pelo liso, flequillo recto, oblicuo, libre, inexistente; eres literatura de cuerpos perfectos que jamás se desvirtúan, eres amor de compañeras en pasillos desde la nada de las aulas ya inexistentes. Pero eres existencia -modo de ella, al menos-, mentira salvaje de la objetividad e ilusión risueña del recuerdo. 
Construyes con el lenguaje de la oscuridad de tus ojos un maquillaje genial para tu rostro; simpatía, buen y mal humor indiferentes, sonrisas que crean mini-arruguitas de expresión en la comisura de tus párpados.
Persona que vive y ama, y da besos al derecho y al revés, repite mil veces la conducta de una amante entregada, en universidades y playas, buscando tesoros donde los hay y también donde no los hay; encontrándolos siempre...
Y es que es imposible no encontrar tesoros, incluso donde no los hay, con dedos registradores, buscadores que acompañan en la luz a la oscuridad de la mirada... Encontrando a veces el propio tesoro de su interior en tuppers y cajitas entre piedras; en amor y miradas entre personas.
De repente das la vuelta al mundo en un movimiento de cuello, apartando tu melena sobre tu hombro. De repente el mundo se da la vuelta para mirarte y felicitar a quién sea por haberte creado tan perfecta, haciendo una mezcla de imperfecciones que subyacen a tu perfección.
Sales a la luz, te acomodas en la ropa, te maquillas la oscuridad para que resalte sobre la luz y... Ahora ya estás lista para volver a enamorar a la vida... 
-Ina-. 

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