viernes, 25 de noviembre de 2011

¿Elegir?

El eco de su voz, el destello de su sonrisa y el brillo de sus ojos... No quiero más, pero tampoco quiero menos.
No tengo nada, quizá ni siquiera necesite nada, pero algunos días la música suena y hace que te muerdas los labios recordando besos, o simplemente imaginándolos o creándolos. Esos días tiras monedas a alguna fuente creyendo (o no, realmente) que tus deseos se van a cumplir, y pides ese deseo que parece tan sumamente importante en ese instante, pero que realmente no lo es.
Mientras tanto, la vida va pasando sin siquiera mostrarlo; no te das cuenta y ya hace un mes, o tres años, o casi once meses, sin ser consciente de ello.
Madruga tu corazón para enamorarse minuto a minuto de todo ello, y por la noche se siente cansado, exhausto, pero feliz por haber amado tanto. Y tú, mojado en mí, en mis sueños, en mi mente pero quizá también en mi realidad (aunque no seamos conscientes de ello), bordas de corales mi cintura, y sacias tu locura en mí, incrédula, en una noche para unirnos hasta el fin.
Mi cintura y mi cadera siguen el ritmo de aquella canción que me hizo morder los labios, y ahora estoy al lado de alguno de aquellos que gustan de bailar conmigo, aunque yo se lo niegue en principio; creo oír que me habla, pero no sé qué dice, y sonrío, bailo y me enamoro de cada paso, de cada nota, pienso en el lobo estepario, creo que ésto es lo que debió sentir él la primera vez que bailó con Armanda. Sigo bailando y olvido a Harry y a Armanda; suena aquella canción que tantas veces le dediqué, no puedo evitar sonreír, de medio lado, cantar y bailarla recordando de dónde provengo, lo que en algún momento fui.
Además esta canción también me recuerda a ojos de cielo, porque me dio uno de los besos más dulces y estremecedores de mi vida... También recuerdo oyéndola a ultranivelado por todas las veces que le imaginé besándome, acariciando mi cintura. Mi cintura, aquella zona que hacía las veces de orilla para mi melena rizada en aquellos tiempos, aquella zona que tú acariciaste desde el primer día que me viste, con mis rizos rozando levemente tu varonil mano.
Tal vez sus palabras reales tengan razón y no sea más que una niña caprichosa a la que la vida "no le ha dado suficientes golpes" y ve todo de color de rosa. Puede ser, sí, que sus palabras también tengan razón en mis sueños, pensamientos y creaciones y no vuelva a vivir sin su voz.

Y, si lo que me pide el cuerpo es no decidirme, vivir por inercia y seguir sintiendo todo lo que siento por cada uno de ellos, independientemente de ellos mismos, de sus estados civiles, emocionales y hasta de sus propias mentes y cuerpos? Mi amor nunca ha dependido de nada más que de mí misma; quizá por eso sea tan puro. Os amo. A todos y a cada uno de vosotros y vosotras; a ti, por lo que fuiste en mi pasado, porque fuiste el primero y porque jamás amé a nadie como a ti, porque me enseñaste lo que es la vida, lo bueno y también lo malo, el dolor y el placer, el agua y la sangre, la vida y también la muerte. Te amaré siempre. A mi rubio porque siempre ha estado ahí, aunque lejos. Por sus ojos, sus manos (aquellas manos) y por su pelo rizado, sus besos y su corazón, capaz de amar a pesar de haber sufrido tanto. A ultranivelado porque sabe divertirme como nadie, porque no me miente, porque no es nada para mí y sin embargo lo tengo ahí, en mente, imaginando... Por su risa, por sus ojos arco iris, por sus motes, por su acento y por sus manos rudas. Al moreno porque es un amigo en potencia, y a la vez me da y me quita lo que quiero, lo que no quiero y lo que hace que quiera. Por sus ojos negros, su barba frondosa y sus suaves, lisas, amantes manos en potencia. A Filobi, por su risa, sus ojos profundos y sus palabras filosóficas y sinceras, por sus bicicletas, su ayuda desinteresada y su sonrisa por los pasillos...
Y a tantos, tantos otros y otras... que no son nada, y lo son todo.




No hay comentarios:

Publicar un comentario