jueves, 3 de noviembre de 2011

Opresión masculina

Cuando alguien ha estado toda la vida recibiendo insultos, uno más no debería importarle. Sin embargo, hay ciertas personas (quizá más sensibles o quizá más idiotas) a las que les pasa lo contrario. De la misma manera que el alumno de verano se traumatizó con una amenaza porque jamás le habían "dedicado" una, la profesora de verano se traumatiza cada vez que oye alguno de esos insultos. A veces pensó que se traumatizaba muy fácilmente, y seguramente tenga razón. Aunque quizá el factor ansiedad, el no sentirse parte de nada y el "ni siquiera sé lo que siento" también hayan influído. Cuando alguien durante toda su vida se ha odiado a sí misma, intentando siempre alegrar a los demás para así poder 'purgar' el 'pecado' de haber nacido, un desprecio, por pequeño que sea, siempre significa mucho.
Cuando, además sus intentos por hacer feliz, por alegrar a la gente siempre se ven truncados por personas que intentan -consciente o inconscientemente- fastidiarle la vida, estos desprecios se convierten en algo más que algo negativamente significativo.
y, si además le añadimos a ella sus problemas sexuales y al lenguaje empleado en los insultos su contenido sexual, se convierte en el recuerdo de todos sus traumas. Quizá no es justificable, pero sí comprensible que la profesora de verano haya respondido de la misma manera, y que haya corrido a refugiarse en sus propias lágrimas.
Tal vez hoy era el día decisivo: se había enfadado, contestado mal (hechos que a aquellas que la apodaban Ned Flanders habría entusiasmado), había roto las barreras entre ella y un 'insultador' y, en ese sentido, agresor masculino. Hoy, además, había marchado de allí completamente sola, temiendo y segura a la vez, sin más compañía que el miedo, el valor y sus lágrimas.
Quizá, de la misma manera que Filobi atribuía al temblor cierto matiz positivo, hoy el haberse rebajado a él insultándolo de tal modo también lo tenía.
Lo siento, yo no soy así, decía una y otra vez a los espectadores de tan desagradable show. Intenaba justificarse, y no sólo frente a ellos. Intentaba justificarse ante ella misma, ante la profesora risueña, consentidora y estoica (en el sentido actual). Intentaba explicarse a sí misma por qué había hecho eso que tanto odiaba, por qué había llorando sintiéndose tan mal, a partes iguales por el insulto recibido y el insultado.
Aún así, sin saber quién es ni qué no por qué hace lo que hace, hoy, ahora, ella revive, resurge (otra vez) de sus traumáticas cenizas para mostrar al mundo que ahora que ha conseguido rebelarse, nada ni nadie podrá impedir que sea ella...
Entre Ned Flanders y personajes más malvados y divertidos, que siga siendo ella.
con miedos y esperanzas,
intentando liberarse.

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