lunes, 14 de noviembre de 2016

Perdida

Era una época de cambios, frío y lluvia. Ella no sabía cuándo había nacido aquel dolor, pero lo tenía. Le arrollaba cada noche una tristeza melancólica que la dejaba hecha trizas antes de cerrar sus ojos y soñar con la felicidad. 
Cada noche recordaba los momentos felices, y pensaba que preferiría acordarse de lo malo; no hay peor recuerdo que el feliz, por no poder estar ahí. 
Miraba con ternura aquellas fotos, aquellos recuerdos, y llamaba embrujada una y otra vez  a aquel hombrecito con ruedas que marchó a sabiendas del amor.

Era extraño para ella porque el día era normal; ni feliz, ni triste. Vivía en una mezcla de ritmo frenético, días de lluvia, frío, trenes y cambios. No notó la diferencia, pues nunca estaba en casa. Pero las noches... Las noches eran como si alguien le arrancara la piel de la indiferencia; siéntelo, siéntelo. Y lo sentía. Pero sentía una mezcla extraña de amor, inseguridades, respetos y miedos. Ella sabía amar, había aprendido muy jovencita; soy tú, soy él, muchos que no conozco. Habia dejado atrás muchas personas que no se dejaban amar, y había seguido amando, al tú, al él... a todos. Obligada a veces por sí misma al deseo, al querer hacerlo, al hacerlo; al vivir. No quería dejar de hacerlo nunca, y a veces no era fácil. 

Porque estaba por todas partes aquel recuerdo superfluo que después se le presentaba ante los ojos importante en las noches. Una Estrella que quería volver al hogar, una magia que se esfumó de un momento a otro, la luna, sonriente que la miraba al pasar, cada noche, en un camino un poquito más largo; seguirá ella hasta Campanet? La lluvia y los adolescentes besándose en la plaza frente a su trabajo. Amanece y ella despierta, y está sola, de nuevo. Buscar las sonrisas sin poder acariciar su pelo y no tener que quejarse ninguna noche de que alguien le hace "boriquetas". Por ver si está, va al baño y le llama; quiere oír la voz que extraña. Busca la libertad pero no la encuentra, e increíblemente, encuentra su imagen entre lágrimas y humo; no quiere perderse.

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