jueves, 28 de abril de 2011

Ápices de alegría... vuelta al "yo vivencial".

Pienso en algo que me dice mi rubita y llego a conclusiones sin demasiado sentido. Sonrío al verla reir, y un chico con una bolsa llena de libros viene, y me dice que "tens art". Sonríe y yo le devuelvo la sonrisa, porque no puedo evitar contagiarme. Hablo con miriápoda sobre filosofía judía, y disfruto. Acompaño a un "mejor amigo" a comprar, y no salimos porque no le queda gel, y terminamos en lo de siempre, y reímos al vernos así. Viene una antigua amiga a cenar con su bichito, y nos caemos y reímos al hacernos una foto. Conozco a un zombie genial, con pantalones pitillo, y recibo mails que me hacen vivir. Disfruto de los destellos de estrella que desprenden vuestras sonrisas, robando palabras de Luis Pastor. Sueño con un mundo feliz, lleno de caricias involuntarias y voluntarias, de gente que disfruta, de violines y de saxofones, de voces agudas y graves. Sueño y sigo soñando con la felicidad absoluta mientras contesto un mail tan largo como esperado. Recuerdo miradas que me hacían vibrar y vibro al recordarlas. Escribo sobre un encuentro en un coche, mientras recuerdo aquellas palabras... Por fuera, por dentro... Me llegan noticias desagradables, y luego alguien intenta hacerme sonreir con un blog inventado, dándome las gracias. Cuento mis cosas a chicos de rastas largas y compramos libros mientras nos reímos de nosotros mismos. Leo filosofía mientras hago literatura con mi vida, y veo sonrisas mientras dono lágrimas. Sueño con caricias orgásmicas mientras oigo canciones que me erizan la piel, y pienso en Kant, en una clase de Kant con miradas verdosas. Pienso en todas aquellas personas que siempre han estado ahí, y me emociono al recordar que en algún momento han sido lo mejor de mi vida. Y sigo viendo que son lo mejor de mi vida; antes, quizá en un sentido, ahora en otro, pero todos y cada uno de ellos me confeccionan, o, mejor dicho, me están confeccionando, poco a poco. De la misma manera que, para Aristóteles los alimentos forman parte de la persona que los come desde que los come, vosotros formais parte de mí desde que comparto mi vida con vosotros, desde que os interiorizo, llevándoos en mi caminar, cada vez más lentamente. Con la eterna pasión que vive un niño, intento mirar la vida desde una óptica mucho más elegante que aquellas personas que me hacían llorar, e intento no agobiar a nadie, con mucho esfuerzo, pues siempre termino haciéndolo. Me dice la rubia que no entiende como le tengo tanto aprecio, y yo no lo pienso, pero le quiero. Veo un programa de televisión, en casa de la 'no santa' y recuerdo tantas cosas... Y, injustamente, mis ojos se llenan de melancolía, y siento rabia hacia mí misma, y pienso que soy una cobarde, y que no merece la pena. Pero recibo un correo electrónico, y libros, y palabras de amores platónicos pasados, y mensajes de amigos que dejan de serlo, metáforas de tortugas y hormigas que me hacen dejar de llorar para reirme del tema, y pienso en qué maravillosa es la vida. Veo África en sus ojos, y me vuelvo a acordar de Kant, y de Aristóteles, y de sus manos. Y el chico de la risa infantil y la mirada adulta me confiesa secretos mientras yo, sorprendida, le agradezco libros. Y veo a un hermano que pensé que había perdido, y deja de ser hermano para convertirse en algo más; paso a paso. Y veo a mi madre reir mientras habla de mí por teléfono y dice "ya está mejor...".

Y lo pienso; ¿estoy mejor?

Sí, indudablemente; sí. Estoy mejor. Y es, sin duda, gracias a vosotros, sin daros cuenta. Sois la esencia de la vida, la esencia del goce, del cariño... de este blog y de mi persona.

Gracias, a todos... siempre.

Enamorada conceptualmente, de nuevo... en ápices de claridad intelectual, de sobresaltos emocionales, de vibraciones constantes, de luciérnagas en la oscuridad, de piel erizada y de sonrisas robadas...

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