lunes, 23 de julio de 2012

Fiera

Gatita salvaje que a nadie obedece
y arañas mi espalda enseñando los dientes,
me tienes atado con piernas y brazos,
con besos profundos que son como lazos,
y exiges muy hondo mi cuerpo en el tuyo
sin poder esconder ni callar lo que sientes.

Entre tus pliegues como el agua fluyo,
sobre tus pechos mi sudor es rocío,
y de tus piernas me sirvo, cariño,
para embestirte con fuerza y hundirte
en el mar que derramas al irte
a donde sea que vayas, grito a grito.

Te acomodas para mí a cuatro patas
y me miras viciosa y sonriente
sabiendo que me pone muy caliente
encontrarte tan dispuesta a que te folle.

No me importa nada el mundo que nos oye
pronunciar los quince verbos malsonantes
entre golpes secos y constantes
de la cama que ya apenas nos soporta.

Exhausto tras tanta maniobra,
llegado el final tan sólo quisiera
bañado en sudor palpitarte en la boca
y verte tragar el amor que me sobra
en el cuerpo que amas y tus gritos provoca.

Ya satisfecha, que duerma la fiera.

Daniel Cirer. 
¡Gracias, y enhorabuena!

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