martes, 3 de julio de 2012

Renacer un año después.

No estoy. Ni siquiera quiero estar, aunque a veces quizá lo parezca. Aunque, de vez en cuando, yo misma lo quiera, o crea, al menos, que lo quiero. 
Pensando, recordando -y también imaginando, creando, inventando- tengo la sensación de que jamás fui nada para ti. Jamás fui nada más que una loca que se presentó allí casi sin pedir permiso, aunque un poco suscitada por tu actitud amable, cariñosa  y especial que me hacía sentir tan sumamente bien. Hace hoy poco menos de un año que te conocí, que vi por primera vez aquella increíble sonrisa, aquel movimiento facial y aquella manera de tocarlo todo, de pedirme que me mostrara yo, que me mostrara yo, por partes, ingenua, avergonzada, inmensamente feliz, emocionada, asustada... Viva. Escribía y escribía, sobre ti, sobre tus cejas,  tu mirada, tu pelo, tu sonrisa... Tus pequeñas y adorables manos. Mis pequeños e infantiles senos, unos días después, junto a aquellas pequeñas y adorables manos. Relatos, casi poesía sentida, pensada y escrita. Tonterías, sentimientos, emociones y tonterías. Las de siempre, de nuevo. Las primeras después de algún tiempo muerta. Una locura, desde el primer segundo. Locuras, en tus dientes y en la punta de tus dedos, acariciándome, aunque sólo brevemente. Aeropuertos locos, metros como escenarios ideales, hoteles de camas grandes como espejismos de una vida perfecta, cines y volver a casa. Sensaciones, nuevamente, entre ojos verdes de simios simpáticos y veinticinco "tirabuzones" con una tortuga dibujada en el  hombro. Un mordisco en el hombro sexy que pediste el primer día. Un golpe. Un pequeño golpe, y una retirada. Temblor, respeto. Retirada respetuosa; cariño y amistad, sin debernos nada. Soñábamos con preservativos sin comprar, con no querer enseñarnos Madrid, sino vivirlo; y, aunque en realidad fue así, no pudimos hacerlo. 
Sonrisas, muchas. Fotos, a montones, tortugas dibujadas, filosofía y arte en armonía total. Arte, de nuevo en tu sonrisa, pero, sobretodo en tus manos. En las manos, en el pincel; en mi espalda. Vuelta a las calles de Madrid. Carita de tonta mientras mi vida da vueltas de campana. Que no quería enamorarme, que sólo estaba viviendo lo bueno que la vida podía ofrecerme. Que no me enamoré. No estoy, no estuve, ni siquiera quería estar, aunque a veces quizá lo pareciera. Plantas, animales, bares de literatura, chocolate, churros, más chocolate, tus labios. Latidos, manos pequeñas en mi mandíbula, de noche. 
Nüwa que despierta, Fuxi que se va. Nüwa que vuelve a la casa verdadera, erizada como lienzo, como persona, como enamorada conceptualmente, como esperanzada con la humanidad. Aeropuerto, nuevamente; mejores amigos, 3D y vuelta a casa.
Casa, Escritos. Mensajes de agradecimiento. Escritos, escritos. Sentimientos, mensajes. Miedo....
Muerte. Miedo. Amigos. Vida, recuerdos, quizás, deudas que no son deudas, y amor, a la vida, a ti, pero a la vida. A lo que has causado, a las cartas que te escribí pensando que jamás te vería, a todo lo que has leído y a lo que jamás leerás.  Escritos, miedo, amigos, preguntas... Internet, música, pintura, arte... Escritos. 
Un año después, vida, amor, escritos... Tú, que no te puedo quitar de mi cabeza, aunque sólo de vez en cuando, un año después; escritos, sobre ti, mi queridísimo Fuxi, mi idealizado amor semi-platónico.
Un primer escrito que comenzaba y no puedo más que dar las gracias... 
Hoy, de nuevo: aunque yo no sea ni fuese nada jamás, no puedo más que dar las gracias. Gracias. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario