viernes, 12 de octubre de 2012

Caricias en el alma

La sonrisa es un serrucho para partir fronteras. Y tú llegaste sonriendo, y yo siempre intento no poner barreras. Las fronteras que pudieran haber entre tú y yo eran fáciles de esquivar. De repente me encontré detrás de una mesa presidencial, contigo a mi lado, hablando quién sabe qué sobre mariposas, siempre todavía, amores conceptuales y platónicos... Sobre mí, sobre ti también, y sobre ellos. Sobre los que reían, sonreían y nos miraban, casi aturdidos, en algún momento. 
Yo nunca supe decirte muchas cosas a la cara, pero siempre supe escribirlas aquí o allá, en este blog o en algún papel perdido en cursos de verano político. Siempre intenté decírtelo todo. Tú también. Nos miramos, siempre, sonriendo en las miradas, siempre, como si nada más hiciese falta. Y es que quizá es así. Yo te adoro, no hay más. No sé tú, yo te adoro. Eres una de las pocas personas que siempre, siempre, tendré en aquel pedestal de mi lista imaginaria (que si yo me llamase Chica del portátil pequeño no sería imaginaria). Porque simplemente hay personas que acarician el alma con cada mirada. Pero, es que además, hay personas que acarician el aire con cada gesto misterioso, pero abierto, de sus inmensas manos amables, de su inmensa amabilidad sonriente. También hay maravillosas personas capaces de erizar a cualquiera con un suspiro poético, con un poema suspirado entre los recovecos del espacio sideral. A veces también encuentro gente que sonríe, sin más, aunque a veces no pueda hacerlo. Gente con pasión por lo que hace, enamorada de la vida, y -por qué no?- de lo que hacen los demás. Personas encantadas con otras personas que encantan al mundo, que hacen del mundo algo maravillosamente mágico. Profesores que ríen más en clase que por los pasillos y pasillos que se encuentran vacíos sin ellos, aunque llenos de almas. Alumnos que cogen apuntes y dibujan corazoncitos en los apuntes de otros alumnos, y ríen calladamente con ellos diciendo palabras extrañas. Miradas verdes. Miradas verdes que sobrevuelan el sentir sinsentido de cada minuto de mi vida desde aquel 2009. Mucha gente capaz de escribir, de sentir así. Pero jamás, jamás, había encontrado a alguien con toda esta preciosa mezcla tan dentro, tan propio, tan suyo... Como tú. 
Porque si hubiese más gente como tú, el mundo no sólo sería más sencillo... sino más bonito. 
Gracias, siempre. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario