viernes, 21 de octubre de 2011

Amores platónicos

Nunca supe muy bien si eso de los amores platónicos se llamaba así por nuestro querido Platón. Sí, probablemente sí, platónico en el sentido del "mundo de las ideas", en el sentido en que, aunque Platón promulgara que es posible llegar a ellas, realmente no están aquí, a nuestro inmediato alcance.
Siempre fui una niña muy enamoradiza platónicamente; profesores y profesoras magníficos, compañeros, amigos... Todos (o muchos de ellos) eran idealizados por la paranoica mente de Marie, y todos eran amados, si bien no en sentido convencional, sí en el sentido platónicamente posible.
Y, si realmente un amor platónico es un amor utópico, irreal, imposible, ¿qué se hace cuando se vuelve real, o cuando se cree que puede ser así? ¿Se cambia el nombre y listo? Mas aún, ¿se borra el "platónico" y se deja el "amor"?
Es cierto que si un amor deja de ser platónico pierde un poco de emoción, del sentimiento primigenio que con él había nacido, pero ¿se acaba el amor por el hecho de acabarse el platónico?
No soy consciente de si esto es algo propio o general, pero cuando un amor es platónico tiendo a idealizarlo, a ponerlo a otro nivel, a ponerlo siempre por encima de mí (Ultranivelado), y quizá cuando oyes a uno de los amores platónicos más importantes de tu vida decir que está de ti, ese nivel baja notablemente.
Qué tontería, cuando deberías sentirte feliz porque uno de los primeros amores platónicos de tu vida deja de ser platónico, te pones a pensar estas cosas. Pero no! No deja de ser especial por ello, no deja de ser precioso, guapísimo y por encima de mí, pero ahora... Ahora simplemente puedo llamarlo amor platónico cumplido, como si de un sueño se tratase.
Y... ¿qué hay más especial que un sueño cumplido?


No hay comentarios:

Publicar un comentario