viernes, 21 de octubre de 2011

¡Sonríe!

Él dormía y ella acariciaba la inexistente línea que ella misma creaba. su piel resplandecía, ella se enamoraba a cada minuto y él se estremecía en sueños. Un beso en el hueco de su mandíbula, y vuelve a estremecerse. Acaricia su nuca, su pelo, sus orejas y su nariz, y poco a poco se despierta.
-Buenos días.
Sonríe. Desde ayer (desde aquel magnífico momento en el que su virilidad explotó), cada vez que la miraba se le escapaba aquella tímida sonrisa. Todos se habían dado cuenta, incluso ella. Los demás habían reído de verlos tan contentos y felices, y, a ella, tan ruborizada y risueña. Pero esta mañana él despierta, sonríe... y, sin dejar de sonreír, muestra su tristeza. Muestra su tristeza con una mueca de sus labios, con un resplandor en sus ojos, con un beso húmedo, y con una de esas caricias suaves que ella ya echa de menos. Está feliz. Sólo quería un beso y lo ha tenido, acompañado de caricias, susurros, tequieros, abrazos, mordiscos, suspiros y más besos. La vida es bella, le repite una y otra vez aquél loco personaje de Crackòvia... Y hoy, él está de acuerdo...
Pero hoy, cuando está feliz, cuando ha sido capaz de beber la esencia de ella, ha podido mirarla a los ojos para decirle que la ama, ha recibido caricias y mimos durante toda una noche.. hoy, cuando va a estallar de felicidad, tiene que marchar.

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