lunes, 31 de octubre de 2011

Intentémoslo una vez más.

Un día te levantas y resulta que quieres olvidarlo todo de un plumazo. Ese mismo día aparece algo que te recuerda cada ápice de dolor, cada momento de desfallecimiento, cada milímetro de su piel, y sucumbes. Habláis, recordáis, maldecís, os miráis, os veis... y quizá os enamoráis. Ese día, el día que decides olvidarlo todo de un plumazo, resulta que lo has recordado todo más que nunca. Que no has parado de llorar durante unas cuantas horas, como antes, que has sonreído al ver su sonrisa, como antes, que le has mandado un beso, como antes, que le has adorado, como antes, que has pensado en sus besos, como antes... que casi te mueres por él, como antes.
Pero, llorando, bajas de la nube y piensas que no hay nada más ingenuo que intentar borrar todo el daño, sabiendo que aún te duele. Y vuelves a querer olvidarlo todo de un plumazo, pero hoy, el día que querías olvidarlo todo de un plumazo has vuelto a abrir mínimamente aquella puerta que cerraste de un golpe, y ahora ya no sabes escapar. Ahora vuelves a sentirte culpable, a sentir que las has pifiado, a decidir que quieres empezar a olvidar (otra vez). Hoy, sientes que no lo has hecho bien, ni cerrando la puerta ni volviéndola a abrir... Y te sientes culpable; por su dolor, y por el tuyo.
Viene a tu cabeza palabras del hermano de placa, aquello de ser más egoísta, y piensas que durante todo este tiempo lo has intentado, y no había ido tan mal, hasta que te has dado cuenta que no hacías más que evitar el problema; y lo has enfrentado. Y te has venido abajo...
Pero, siempre... "es mejor perderse que nunca embarcar"

Lo intenta, lo intento... y la vida te espera, me espera. Por separado, pero nos espera.

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